Por Giacomo Russo Spena
La semana pasada, los miembros de DiEM25 votaron para decidir si el movimiento debería tener la capacidad de competir en elecciones. Una mayoría arrolladora del 92% escogió SÍ, a favor de la decisión de organizar un ala electoral. La revista italiana MicroMega ha conversado con Lorenzo Marsili, fundador de European Alternatives, sobre lo que esto implica realmente, y sobre la hoja de ruta del movimiento para transformar Europa.
Giacomo Russo Spena: Hablemos sobre la organización de DiEM25. ¿Cuántos miembros tiene en este momento? ¿Cuántas ramas tiene por toda Europa?
Lorenzo Marsili: Hay casi 70.000 miembros y más de un centenar de grupos locales por toda Europa, así como un Colectivo Coordinador compuesto de 12 miembros electos. Pronto, también habrá cierto número de colectivos nacionales que también serán elegidos por los miembros.
¿De dónde procede la financiación?
DiEM25 está formado por voluntarios que se ganan la vida en sus respectivos trabajos, y dedican sus noches y fines de semana a promover una idea en la que creen. La financiación recibida procede por completo de donaciones mensuales voluntarios, y estas nos permiten contratar a un mínimo de personal. De todo ello rendimos cuenta online, tanto de los ingresos como de los gastos.
Así que DiEM25 se convertirá en un partido. ¿Cuál es la «hoja de ruta» que lo hará real?
En los próximos meses, sucederán dos cosas. En primer lugar, DiEM25 será registrado como movimiento político en unos cuantos países europeos. Y al mismo tiempo, se sentará con fuerzas políticas y movimientos sociales para construir una alianza mayor. El objetivo ambicioso es iniciar una campaña electoral en la primavera de 2018, un año antes de las elecciones al Parlamento Europeo. Esto permitiría la participación ciudadana real y transformar una simple campaña en un momento de redespertar político por todo el continente.
¿Entonces, 2019 es la primera prueba?
La situación en Europa es extremadamente seria. Es impensable que las elecciones europeas deban ser usadas de nuevo como una simple encuesta a media legislatura para los partidos nacionales. Por primera vez en la historia de nuestro continente, necesitamos una propuesta, desde Portugal hasta Polonia, desde Irlanda hasta Italia, que movilice y anime los corazones en torno a un programa de cambio. En este sentido, las elecciones europeas son una excusa, un artilugio. Hay poco interés en enviar a una docena de personas a un parlamento altamente restrictivo. El objetivo, en su lugar, es «hackear» las elecciones, transformarlas en una campaña política continental: una especie de «momento Sanders» para Europa.
¿Qué significa ser el primer partido paneuropeo? Vais en contra de la marea de impulsos soberanistas que parecen estar de vuelta…
Esos impulsos son la respuesta (errónea) a una Europa fallida. Además, se producen en círculos concéntricos: no conseguimos gobernar la globalización, no podemos gobernar el desastre en que se ha convertido la Europa actual, así que nos refugiamos en el Estado nación. Entonces nos damos cuenta de que el Estado es una víctima de las mismísimas oligarquías de poder, así que intentamos encerrarnos en identidades regionales o proclamar nuevas micronaciones. Si seguimos así, acabaremos todos solos, cada uno tras nuestro muro personal, señalando con nuestros dedos a cualquier cosa foránea. Será el mundo de Hobbes, donde la vida es «solitaria, pobre, bruta y breve». Esta deriva debe ser detenida.
Recientemente, has escrito un libro con Yanis Varoufakis titulado «El Tercer Espacio» (Italiano: Laterza) y estás preparando otro, también sobre Europa, en el que explicas por qué el nacionalismo y el neoliberalismo son dos caras de la misma moneda. ¿Realmente crees que Europa puede ser reformada?
Necesitamos recuperar Europa. Al hacerlo, recuperaremos nuestros Estados, nuestras regiones y nuestras ciudades. Porque hay grandes cuestiones, ahí fuera, que debemos resolver. La evasión fiscal de las multinacionales, la migración, el cambio climático, la transformación de un modelo económico de globalización neoliberal que es claramente injusto e inefectivo. ¿Pueden cambiar las cosas? ¡En realidad, todo está cambiando a nuestro alrededor! Me hace reír cuando la gente se queja de que «Europa no puede cambiar», ¡cuando el mundo se está transformando frente a nuestros ojos!
Sería un desastre histórico permitir que la China de Xi Jinping replantee los nuevos términos de la globalización por sí sola. En vez de eso, necesitamos dejar el control sobre el futuro en las manos de los ciudadanos. Con tal de hacerlo, debemos entender que ya no hay una separación sencilla entre la política europea, nacional y local. Solo hay política, en un continuo que atraviesa todos los espacios. Necesitamos estar en posición de controlar esta realidad, con una propuesta y una fuerza organizada que, desde el nivel municipal hasta el nivel europeo, esté en posición de presentar una alternativa y luchar por ella.
¿Con qué partidos intenta DiEM establecer relaciones por toda Europa? ¿Podemos en España, Mélenchon en Francia, etc.?
DiEM25 se está sentando a debatir con diversas fuerzas europeas para llegar a un programa común y una estrategia compartida. En Polonia es Razem, un nuevo partido de composición similar a Podemos. En Dinamarca con Alternativet, que es otro nuevo partido fundado por artistas y movimientos sociales, pero que ya es la tercera fuerza política más importante del país. En la República Checa, los Piratas que obtuvieron un 10% en las elecciones hace pocas semanas y son miembros de DiEM25. En Francia, Benoît Hamon ha pedido públicamente una reunión para alinear su movimiento con DiEM25: pero, claramente, el espacio aquí es mucho más abierto… Estoy pensando, por ejemplo, en el PCF y los Verdes. En España, DiEM25 está trabajando con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien es una de nuestros primeros miembros. Y hay más: DiEM25 también habla de la necesidad de una alianza progresista, que incluya diversas familias políticas desde la izquierda a los verdes, desde los socialdemócratas a los movimientos de base. Pero más allá de los partidos, nunca podemos olvidar que están los ciudadanos. Y en Europa hay una nueva generación que vive el espacio europeo y que cree que ha llegado el momento de tomar el control sobre él.
¿Será DiEM25 un partido de izquierdas?
Yo tenía doce años cuando oí por primera vez la palabra «izquierda» en el sentido político. Mi madre me despertó, entusiasmada, para contarme que, por primera vez en la historia de la república, la izquierda había llegado al poder. Fue en 1996 y la coalición de centroizquierda de Romano Prodi había ganado las elecciones. A partir de entonces, la izquierda fue esa cosa que privatizaba, que precarizaba el trabajo y le daba carta blanca al sector financiero. Así que, personalmente, no tengo un gran vínculo emocional con esa palabra. Pero sé que muchos otros sí lo sienten. La gente habla de un mundo de solidaridad, justicia y pasión, pero yo solo puedo verlo en los libros de historia: el Bertolucci de «Antes de la Revolución», el extraordinario periodo entre el 68 y el 77 en Italia.
¿A quién se dirige DiEM25?
Nuestro cometido, hoy, es dirigirnos a todo el mundo. Incluyendo a aquellos que nunca se han preguntado qué significa «izquierda», o que quizá no se sientan de izquierda en ningún sentido. Pero que sienten instintivamente que un sistema en que ocho personas controlan la mitad de la riqueza global mientras nos dicen que no hay suficiente dinero para el bienestar; que un sistema que se desquita con los migrantes en vez de encarcelar a los responsables de las grandes multinacionales por blanquear dinero en Panamá; que un sistema como este es un sistema fallido, un sistema arruinado moral y económicamente, y que necesita ser reparado.
La entrevista es una versión editada de la publicada en MicroMega (10 de noviembre).
Fotografía: European Alternatives.
¿Quieres mantenerte informado/a sobre las actividades de DiEM25? Suscríbete aquí