Conferencia de Seguridad de Múnich: Sin convicciones, los ideales acaban siendo manipulados

La guerra en Ucrania sigue llamando la atención sobre la neutralidad de los países ante el “Davos de la Defensa” de este año. Hannah Lang examina cuidadosamente la postura precaria de Irlanda.

Hace unas cuantas semanas, la ministra ecologista Annalena Baerbock declaró ante los espectadores alemanes que “estamos librando una guerra contra Rusia”. A pesar de los esfuerzos posteriores de su ministerio de echar la culpa a una ‘elección desafortunada de sus palabras’, la decisión tomada por el Canciller alemán Olaf Scholz de ratificar la entrega de tanques Leopard 2 a Ucrania el día siguiente consiguió despejar cualquier duda al respecto. No queda ningún rastro de neutralidad, tanto a nivel político como económico, en las actuales medidas de la mayoría de los países europeos, pese a la necesidad urgente de negociaciones de paz.

La intensificación posterior de la guerra en Ucrania se observa de manera diferente desde un país europeo que lucha por conservar su autoproclamada neutralidad. La invasión de Ucrania por Rusia y la guerra en territorio europeo que provocó ha desatado nuevos debates sobre la política exterior de la República de Irlanda. Aunque la neutralidad irlandesa sea una tradición destacada,Irlanda nunca perteneció al Movimiento de Países No Alineados. Sin embargo, desde los años ‘60 existió una triple restricción legal, prohibiendo cualquier tipo de despliegue militar en el extranjero sin la ratificación explícita del Parlamento, del Gobierno de Irlanda, y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Con el mismo espíritu, hasta la fecha Irlanda rechazó todas las propuestas de acuerdos de defensa común con los demás países de la UE.

Aun así, aunque la Constitución irlandesa “declara defender el principio de solución pacifica para los conflictos internacionales”, su política exterior parece haber alcanzado una encrucijada sin precedentes. El ex jefe de gobierno Micheál Martin declaró el año pasado que la neutralidad irlandesa tenía que “evolucionar” dado que “el mundo ha cambiado”, palabras que nunca habían sido pronunciadas con motivo de ningún conflicto precedente. Esto ocurre ahora, cuando los trabajadores, estudiantes y las familias, sufren el empeoramiento de las crisis inmobiliarias y del coste de la vida, tanto en Irlanda como en la mayor parte de Europa. Mientras la gente baja a la calle para manifestarse en contra de la precariedad de sus condiciones de vida, amplificada considerablemente por las tensiones geopolíticas, el Ministerio de Defensa de Irlanda se alegró del nivel histórico alcanzado por su presupuesto militar para el año 2022.

¿Neutralidad sin sentido?

En caso de que renunciar a la neutralidad consista en adoptar una postura clara frente a las intimidaciones imperialistas, la invasión y la opresión de un pueblo por parte de los militares, ¿por qué no se debatió antes? Dentro de un estado capitalista como Irlanda la neutralidad política sólo puede mantenerse hasta cierto punto. Una postura radical anticolonialista y antiimperialista nunca fue del agrado de las élites del mundo que disfrutan de los beneficios que les proporcionan las políticas neoliberales. Entonces, ¿en qué consiste exactamente la neutralidad en una sociedad capitalista? Evidentemente esta contradicción no cesa de provocar manifestaciones ambiguas como el acuerdo tácito de solidaridad con Ucrania que estamos actualmente presenciando, después de décadas de silencio ensordecedor sobre el uso de los aeropuertos irlandeses por parte de las tropas de los EE. UU. y por la CIA para impulsar sus guerras en Afganistán e Irak. Una neutralidad auténtica no debería hacer ninguna diferencia entre los pueblos que están padeciendo las consecuencias de las políticas de poder.

Parece que la mayoría de los políticos irlandeses cuando dicen que la neutralidad irlandesa tiene que “evolucionar” pretenden insinuar la necesidad de convertirla en una “neutralidad oportunista”, de la que seremos testigos próximamente durante la Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM). Se espera que durante la CSM, también llamada “Davos de la Defensa”, la Vicepresidenta de los EE. UU. Kamala Harris planifique los siguientes pasos en la guerra en Ucrania. De este modo, presenciaremos más elogios hacia el rearmamento en nombre de la paz y la justicia, llenando los bolsillos del complejo militar industrial en lugar de los de las familias, y priorizando la protección de los intereses imperialistas y empresariales en lugar de la protección de las poblaciones civiles azotadas por la guerra.

La neutralidad se pone a prueba cuando se la somete a presión. Considerando especialmente su propia historia de lucha contra la colonización y en favor de la solidaridad internacionalista, Irlanda también podría “evolucionar” desarrollando una fuerza de voluntad más potente y apoyando la creación de un Nuevo Movimiento de Países No Alineados como pretende DiEM25.

Cómo no quedar atrapado en esta lógica

Cambiando de tema, el informe anual de la CSM dice mucho acerca del relato sobre seguridad que los países occidentales intentan crear. De hecho, este evento exclusivo podría ser el escenario perfecto para promover el engaño que consiste en defender una nueva Guerra Fría como solución potencial a la crisis geopolítica. Además, la manera de redactar este informe es reveladora, se percibe la obsesión por defender a las “democracias liberales”, que, en realidad, han acabado liderando la guerra económica.

Puede ser que Irlanda por sí misma no tenga una influencia decisiva sobre las injerencias externas en los asuntos de Ucrania, tanto en el ámbito de la Unión Europea como internacionalmente. Sin embargo, la postura importa tanto a nivel político como militar. Una alianza fuerte de países no alineados denunciando la falacia del concepto de seguridad que propaga la CSM y sus participantes debe desacreditar cualquier tipo de belicismo. Sino, el empeño oportunista de este nuevo “informe” con aspecto de defensa liberal de los derechos humanos o de justificación de la agresión militar, y su propósito de “colocar a los demás en el lugar que les corresponde”, seguirá sirviendo a la oligarquía mundial. Resulta fundamental resistir el espejismo de un enfrentamiento entre antagonistas que considere a las personas que sufren cualquier conflicto y sus consecuencias sobre el planeta, como las piezas en un tablero de ajedrez.

Se podía leer en la revista estadounidense “Foreign Policy” en abril 2022 que “uno de los fundamentos clave de la política exterior de Dublín podría acabar siendo otra víctima del conflicto”. Pero en vez de seguir dudando, Irlanda tiene la oportunidad de adoptar la postura que históricamente ha defendido y que aprecian sus ciudadanos con un renovado sentido de urgencia. Además de palabras, una neutralidad congruente requerirá un cambio estructural. No tiene nada que ver con perdonar ataques a la integridad de cualquier Estado, incluido el ataque de Rusia contra Ucrania, sino con adoptar una perspectiva amplia y juntarnos para luchar contra el sufrimiento padecido por el 99% de la población mundial, en vez de luchar los unos contra los otros.

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