Francia puede dejar escapar un suspiro de alivio: en la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias, los ultraderechistas Agrupación Nacional han sido derrotados por la alianza de izquierdas creada entre el Nuevo Frente Popular y los centristas de Emmanuel Macron, que se unieron para bloquear al partido de Marie Le Pen.
Tras los resultados de la primera vuelta la semana pasada, donde Agrupación Nacional se perfilaba como vencedor, todo parecía indicar que el partido de Le Pen pasaría a dominar la política francesa. Pero esta preocupación parece esfumarse tras el inesperado giro de los resultados el pasado domingo.
«Esta noche, vamos a celebrar. Pero no debemos bajar la guardia.»
Yanis Varoufakis, cofundador de DiEM25, celebró la noticia del resultado electoral del domingo, pero también advirtió de que la lucha en Francia está lejos de acabar.
«Vive la France, por su capacidad colectiva de unirse frente a los fascistas. Hoy, vamos a celebrar. Pero no debemos bajar la guardia: los fascistas todavía están a las puertas y, dado que son la única oposición, van a sacar partido de la profunda crisis UE-Francia antes de las elecciones presidenciales» escribió Varoufakis en X.
Los miembros de DiEM25 votaron a favor del apoyo al Nuevo Frente Popular en estas elecciones, puesto que era la alianza más adecuada para combatir a la creciente extrema derecha en el país galo.
El Nuevo Frente Popular parece ser la única alianza que se ha propuesto unir a los partidos de izquierda, además de una amplia coalición de grupos sindicales y sociales, para detener la deriva fascista en Francia.
Su programa electoral propone medidas para acabar con los privilegios concedidos a multimillonarios y revertir los ataques de Macron a la red de protecciones sociales de la República. El programa también aborda los problemas medioambientales y de déficit democrático del país.
Ahora que han vencido, es crucial recordar el esfuerzo continuo necesario para evitar la creciente amenaza de expansión popular de la extrema derecha, pero también hay que llamar la atención a esos líderes, como Emmanuel Macron, que se consideran a sí mismos «liberales» pero no han puesto ninguna traba a esa expansión.
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