El informe de Draghi confirma el declive irreversible de Europa

El esperado informe de Mario Draghi para la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pide que Europa invierta el 5% de sus ingresos en energía verde y tecnologías sostenibles. El mismo plan se propuso hace casi una década, cuando podría haberse llevado a la práctica.

En los comienzos de la crisis del euro, algunos comentaristas concluimos que se necesitaba un programa de inversión pública verde a gran escala para salvar a Europa del estancamiento económico y de la que sería su única beneficiaria, la ultraderecha. En 2017, asigné a la necesidad un número: había que invertir en energía verde y tecnologías sostenibles hasta un 5% de la renta total europea. Como entonces sabíamos (lo mismo que ahora) que esa cifra era inalcanzable tanto para los estados miembros de la Unión Europea como para el presupuesto comunitario, propuse una forma novedosa de financiarlo mediante bonos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) garantizados por el Banco Central Europeo (BCE).

Cuando en 2015 presenté esta idea al comité de ministros de finanzas y banqueros centrales europeos, no la rechazaron (porque nunca la debatieron). Pero no me di por vencido; en 2019 me postulé para la elección al Parlamento Europeo con una plataforma en apoyo del Nuevo Pacto Verde para Europa de DiEM25, y sostuve que la campaña del 5% en inversión verde podía ser «para los progresistas lo que la inmigración y el racismo son para los derechistas». Pero la Comisión Europea entrante, encabezada por Ursula von der Leyen, aprobó un «Pacto Verde» totalmente subfinanciado, insignificante desde el punto de vista macroeconómico y, como advertí, engañoso desde el punto de vista ambiental.Después vino la COVID‑19. La dirigencia europea respondió con un fondo de recuperación, denominado formalmente NextGenerationEU. Como predije, no sólo era otro programa irrelevante en lo macroeconómico, sino también la sentencia de muerte para cualquier perspectiva de una unión fiscal europea con la cual financiar las inversiones esenciales para el futuro de Europa. Pero los funcionarios de la UE insistieron en que NextGenerationEU era todo lo que necesitaba Europa y rechazaron mi propuesta de un programa de inversión pública del orden del 5% de la renta europea, diciendo que era «fiscalmente irresponsable» y «políticamente inviable».

A principios de este mes, Mario Draghi, expresidente del BCE y ex primer ministro de Italia, entregó a Von der Leyen (que está iniciando su segundo mandato como presidenta de la Comisión) un informe muy esperado. ¿Qué dice el informe? Que si Europa no toma determinadas medidas, «habrá perdido su razón de ser».

¿Y qué medidas debe tomar Europa según Draghi? El núcleo de su informe es una propuesta de usar el 5% de la renta total europea para financiar un programa de inversión pública verde mediante la emisión de nuevos títulos de deuda colectivos. Periodistas de toda Europa me llamaron enseguida para preguntarme si me consideraba reivindicado. «No, estoy devastado», respondí. «¿Pero, no es mejor tarde que nunca?», insistieron.

Pues no, porque para Europa ya no es tarde: es demasiado tarde. Y no sólo por los (al menos) tres billones de euros (3,3 billones de dólares) de inversión en tecnologías verdes que Europa no hizo desde 2019 (y por esa omisión, ahora está muy rezagada respecto de China y Estados Unidos). El hecho es que la oportunidad para canalizar el 5% de la renta europea hacia inversiones verdes (incluso con retraso) ya no existe. Se evaporó; desapareció. Mientras se demoraba, Europa pasó de una dinámica deflacionaria a otra inflacionaria, y esto ha cerrado una ventana de oportunidad que estuvo abierta hasta 2020. Lo explico.

Mi propuesta de 2019 pedía que el Consejo de la UE autorizara al BEI a emitir alrededor de medio billón de euros por año en bonos a 30 años para financiar inversiones verdes en toda Europa. En ese momento, el BCE ya estaba comprando bonos para combatir la deflación que hacía estragos en Alemania (por ejemplo, llevando los tipos de interés para los ahorristas a cero y menos de cero).

Lo único que tenía que hacer el BCE era declarar que en lugar de comprar bonos públicos alemanes, compraría los nuevos bonos del BEI. El resultado sería préstamos baratos (equivalentes al 5% de la renta total europea) disponibles para inversiones que no supondrían una carga ni para los presupuestos de los estados miembros ni para el de la UE. Hoy tendríamos mucha más productividad, la industria alemana no estaría en su actual estado lamentable, y el incremento de la actividad económica habría reforzado la recaudación tributaria.

Pero ahora es demasiado tarde. Tras años de inversión insignificante, el lado de la oferta en Europa se achicó. Por eso la inflación provocada por la pandemia obligó al BCE a vender bonos, y se cerró la ventana de oportunidad para grandes emisiones de bonos del BEI respaldados por el BCE.

Tampoco puede la Comisión Europea emitir bonos propios por un 5% de la renta europea (como hizo para financiar NextGenerationEU), porque ni los inversores ni los gobiernos de los estados miembros confían en los bonos de la Comisión. Los primeros saben que la Comisión no puede comprometerse a aumentar sus recursos propios ni el aporte de los estados miembros al presupuesto de la UE, mientras que para los segundos, una emisión de bonos de la Comisión es un presagio de futuras presiones para aumentar el aporte de los estados miembros al presupuesto de la UE.

La única forma de financiar el programa de inversiones necesario sería una federación con todas las letras, con un gobierno federal democráticamente electo y dotado de un presupuesto federal equivalente a no menos de 30 veces el presupuesto actual de la UE, además de atribuciones para endeudarse y recaudar impuestos. Por desgracia, el manejo insensato de la crisis del euro y de la pandemia ha desterrado cualquier solución de esta naturaleza al reino de lo políticamente imposible.

En resumen, el informe de Draghi será honrado de palabra sin traducirse en actos. La Comisión fingirá darle importancia, reasignando una parte no gastada del fondo de recuperación, pero en la práctica, enterrará la recomendación principal del informe. ¿Acaso Draghi no lo sabe?

Sospecho que lo sabe. Su informe se lee como un canto del cisne, y una negación de cualquier responsabilidad personal por el hecho de que Europa se haya convertido en un museo de industrias pasadas y de informes excelentes a los que todos les cantaron loas y después los archivaron en un cajón.

Traducción: Esteban Flamini

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