Davide Castro: Dentro de la maquinaria propagandística ecologista de la UE

En la reciente videoconferencia de DiEM25 se discutió el cambio reciente de los Partidos Verdes desde la justicia climática real hacia prácticas políticas cuestionables que no están alineadas con intrínsecas luchas ambientales, desde defender la minería del carbón, lanzar la policía sobre los manifestantes climáticos y el apoyo implacable a la guerra.

Davide Castro, que trabaja en Comunicaciones digitales y estrategia en línea de DiEM25, nos brindó un relato personal detallado de sus relaciones con la política verde en Bruselas, que a menudo oculta intenciones mucho más siniestras más allá de su fachada aparentemente altruista.

Permítanme iniciar mis comentarios sobre el tema de hoy contándoles un poco sobre mí. Soy portugués, pero en 2003, la crisis económica de mi país – principalmente por el impacto del euro- cambió el rumbo de mi familia para siempre. Mi padre perdió su trabajo, mi madre estaba clínicamente deprimida y no podía trabajar, y mi hermano tuvo que abandonar sus estudios para poder llegar a fin de mes en casa.

Pude emigrar con mi madre al Reino Unido cuando tenía 12 años, para vivir con mi padre, y crecí en la Gran Bretaña anterior al Brexit, en algunas de las regiones más pobres y difíciles del país. Esta no era la Inglaterra de ‘Love Actually, sino la ‘Esta es la Inglaterra’ de Shane Meadows, para aquellos que han visto la brillante película. Sin duda fue una experiencia educativa, y extrañábamos terriblemente a Portugal, a mi hermano y a toda nuestra familia.

Sin embargo, el hecho de emigrar también me dio la oportunidad de ir a la universidad, lo que me ha llevado a donde estoy hoy, trabajando en Bruselas y a tener una deuda por mis estudios por valor de más de 30 000 libras.

Entonces, cuando se creó DiEM25 en febrero de 2016, inmediatamente sentí: “ah, aquí hay un movimiento que realmente me habla”. Leí sus propuestas y vi cómo podían abordar el tipo de problemas que habían afectado a mi familia y a millones de personas más, como la crisis del subempleo involuntario y la migración involuntaria. Así que me inscribí. Y he estado trabajando con ellos desde entonces.

Pero antes de unirme a DiEM25, trabajé en el centro de la maquinaria de Bruselas, en las interacciones los negocios y la política verde. Y esta experiencia es de lo que me gustaría hablarles hoy.

Fui empleado de una organización llamada CSR Europe, la principal red empresarial europea de sostenibilidad y responsabilidad empresarial. Y me dio una clase magistral de cómo funciona la propaganda en la práctica, les cuento.

Por ejemplo, todos los años organizamos reuniones entre ejecutivos de las grandes empresas como Huawei, IBM y ENEL, por nombrar algunos, con comisarios europeos. El propósito, además de presionar a la administración de manera no oficial a puertas cerradas, era lograr que los comisarios aprobaran públicamente los informes de sostenibilidad de esas empresas. Informes que fueron financiados por las propias empresas.

Creamos iniciativas como el Pacto Europeo por la Juventud, bajo el Alto Patrocinio de Su Majestad el Rey de los Belgas, y con el apoyo de alto nivel de Donald Tusk, Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, Presidente del Parlamento Europeo, y Jean-Claude Juncker, Presidente de la Comisión Europea

A primera vista, el Pacto por la Juventud era un programa para mejorar la cooperación entre las empresas y la educación para aumentar las posibilidades de que los jóvenes consiguieran empleo.

Pero en realidad, lo que hizo fue proporcionar una mano de obra barata para las grandes empresas a través de prácticas laborales y formación mal pagadas y no retribuidas, convirtiendo efectivamente a las universidades en correas de transmisión para el mercado laboral.

CSR Europe fue una hábil operación de propaganda ecologista. Todos los que trabajaban allí creían que estaban haciendo algo bueno, ayudando a generar soluciones más sostenibles para nuestro planeta. Sin embargo, todo lo que realmente estaban haciendo era servir a los intereses corporativos. Estaban legitimando y perpetuando un sistema roto. Y nunca, jamás, lo cuestionaron.

A lo largo de mi trabajo en Bruselas también vi que este tipo de propaganda ecologista se extendía a los políticos de Bruselas. Vean la Comisión Europea y su uso de términos como «verde» y «sostenible». Es suficiente para hacer que el estómago se revuelva. El Green Deal de la Comisión y la Conferencia Beyond Growth son solo dos ejemplos recientes. Por no hablar del llamado ‘plan de recuperación’. Recuperación para quién… es acaparación pura y dura.

Y ahora voy con Los Verdes mismos.

Quisiera en primer lugar apuntar lo siguiente: después de que anunciamos el tema de la videoconferencia de hoy, leí algunos comentarios de antiguos camaradas nuestros, que se quejaban de que nos atrevíamos a ‘atacar’ a los Verdes cuando nosotros mismos no pudimos volver a entrar en el Parlamento en Grecia en las últimas elecciones hace apenas unas semanas. Otros comentarios señalaron el hecho de que la política verde existe fuera de Austria y Alemania...

Mi mensaje para ellos es éste: sí, no logramos convencer a suficientes personas para que votaran por nosotros en las últimas elecciones. No tenemos ningún problema en admitirlo. Pero se avecina una segunda elección y podéis estar seguros de que estamos haciendo todo lo posible para que no vuelva a suceder.

Pero el punto que quiero subrayar es el siguiente: hay una gran diferencia entre un partido político que no logra suficiente respaldo para sus ideas durante una elección Y un partido político que ya tiene suficiente respaldo para sus ideas, y luego entrar en el parlamento, formar un gobierno y a continuación defender las ideas opuestas. Y eso es lo que estoy criticando.

De la misma manera que nosotros, como DiEM25 y como MERA25, debemos tener la capacidad de aceptar nuestras propias deficiencias, sería bueno que los Verdes tuvieran algo de humildad y hicieran lo mismo. Porque todos los demócratas, independientemente de su afiliación partidista, tienen el deber de defender la democracia, las personas y el planeta. Cada vez que vemos partidos políticos que están destinados a luchar por esas cosas y, en cambio, hacen lo contrario cuando están en el poder, porque están tan obsesionados con el poder a toda costa, debemos llamarles la atención. Si son ‘verdes’, ‘socialistas’, no importa. Porque se supone que deberían ser mejores que eso.

¿No fuimos testigos precisamente de este comportamiento con la Eurocrisis? ¿Tantos errores cometidos por el Establishment arrogante y egocéntrico que no podía soportar una pequeña crítica por lo que estaba haciendo? ¿Un Establishment

tan frágil que la mera insinuación de que lo que estaba haciendo con los ‘PIGS’ estaba mal, condujo a reforzar su posición sobre la austeridad?

Conozco a mucha gente que trabaja para Los Verdes. La mayoría de ellos son encantadores. Mi crítica realmente no es hacia ellos. Es hacia el liderazgo de la mayoría, no todos, pero la mayoría de los partidos verdes en toda Europa.

Dicho esto, si los Verdes de hoy son verdes, entonces debo ser daltónico.

¿Es verde arrasar pueblos hasta los cimientos, como lo están haciendo en Lützerath en Alemania, donde están en el poder, para tener más minería de carbón? ¿Es ecológico aliarse con partidos fascistas, como lo han hecho los Verdes en Austria, mientras el mundo se precipita hacia el récord crucial de 1,5 °C en el aumento de la temperatura media global? Y cuando se trata de asuntos internacionales, ¿es realmente verde estar a favor de la guerra y etiquetar a las personas que hacen campaña por la paz como apologistas de Putin?

Y mirando a los Verdes en Finlandia y Bélgica también. El año pasado en Finlandia, las ONG ecologistas demandaron al gobierno finlandés por los objetivos de neutralidad de carbono. Y en Bélgica, la semana pasada, el primer ministro centrista, Alexander de Croo, salió y dijo que está a favor de detener cualquier legislación verde porque podría ser una amenaza destructora de la industria belga, siguiendo los pasos de Emmanuel Macron en Francia.

En respuesta a sus declaraciones, la propia ministra federal del clima, Zakia Khattabi, exlíder de los Verdes, salió y criticó su posición diciendo que no es la “posición del gobierno ni la belga”. Sinceramente, no sé si reír o llorar cuando escucho cosas como ésta. Él es el primer ministro de su PROPIO gobierno

Y, de nuevo, si nos fijamos en los Verdes en Suecia entre 2014 y 2018, ocuparon un total de ocho ministerios y se consideró que no cumplían promesas clave como la reducción de la semana laboral y el cierre del aeropuerto Bromma de Estocolmo. Y luego están los Verdes Irlandeses que están en un gobierno de coalición con dos partidos conservadores de derecha. Los ejemplos son numerosos. No es Alemania y Austria.

Los Verdes se han subido a la ola ecologista generada por movimientos como Extinction Rebellion, Fridays for Future y demás, solo para aumentar el riesgo de nuestra extinción con sus políticas equivocadas. No son malas intenciones. Es pura incompetencia.

¡Aquí es donde están los Verdes hoy! Se han puesto completamente a merced de los intereses corporativos. Han perdido el norte (el rumbo) y han olvidado sus raíces. Han entrado en gobiernos que están haciendo todo lo posible para destruir el planeta y los derechos por los que los ciudadanos han luchado. Y son cómplices de todo esto porque, como mis colegas antes en CSR Europe, legitiman y perpetúan un sistema que no funciona. Nunca, jamás, cuestionan lo que están haciendo.

Entonces, si realmente quieres conocer el tipo de política climática radical que arreglaría todo, lee el Green New Deal para Europa de DiEM25. Y lo único que requiere, para ser puesto en práctica, son personas que estén dispuestas a hacerlo. Es tan simple como eso.

Gracias.

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