¿Cómo podemos responder con palabras a lo que ha ocurrido en Afrin?
No es posible describir lo que ha ocurrido.
No podemos dejar de expresar nuestra más sincera calidez humana y nuestra solidaridad con los que han perdido a sus seres queridos, los que sufren heridas, los que se han visto brutalmente obligados a abandonar sus hogares, los que han sido abandonados, en el sentido más auténtico de la palabra.
En medio del silencio y la complicidad de Occidente, cientos de personas han sido asesinadas y miles han huido de sus ciudades. Pero ellos fueron las mismas personas que derrotaron exitosamente a ISIS. Entre la derrota del mayor enemigo que el mundo ha visto en décadas, también han reconstruido sus vidas en torno a los principios de la democracia radical y la liberación de la mujer.
A pesar de ello, han sido abandonados, una vez más.
Dicen que están combatiendo «terroristas» (YPG). Pero cuando se supo que el ejército turco, junto con sus aliados yihadistas, habían bombardeado la fuente de agua clave de la ciudad, así como el único hospital con una unidad de traumatología, ya nadie podía dudar seriamente de los objetivos reales de este ataque.
Fueron los que resistieron su profunda deshumanización y construyeron alternativas en torno a valores diametralmente opuestos a los de los atacantes. Era la ideología heteropatriarcal, nacionalista y fascista de Erdogan y el yihadista la que realmente había sido atacada.
La guerra contra Afrin dura ya 58 días y no habría sido posible si Rusia no hubiera dejado su espacio aéreo abierto, ni tampoco habría sido posible si Estados Unidos no hubiera defraudado a sus aliados y no se hubiera callado tan descaradamente.
Condenamos de todo corazón esta política exterior de turbios acuerdos de mano dura y vergonzoso silencio.
Hoy cantan. Cantan canciones racistas y antikurdas. Cantan y saquean. ¿Pero qué hay de mañana?
Mañana seguirán atacando el norte de Siria, y su próxima parada es Manbij.
Seguirán construyendo sobre su odio etnocéntrico, y seguirán intentando destruir sus mayores amenazas: la democracia, la liberación de la mujer y la revolución.
Nosotros también continuaremos. Resistiremos y lucharemos por la democracia, la emancipación, seguiremos atacando y gritando el silencio y la complicidad de nuestros gobiernos.
No guardaremos silencio y utilizaremos nuestra mayor arma: la solidaridad.
La última semana nos ha dado pruebas de que los faros de luz se están apagando por todas partes.
Es hora de actuar. Ahora.
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