Mientras los líderes mundiales se reunían en la Conferencia de Seguridad de Múnich el 15 de Febrero, miles de personas se manifestaron en las calles oponiéndose al militarismo y a la guerra perpetua.
La Alianza por la Acción contra la Conferencia de Seguridad de la OTAN organizó una multitudinaria manifestación, congregando activistas, intelectuales y ciudadanos concienciados para exigir una alternativa al concepto de seguridad basado en la justicia, la diplomacia y la solidaridad.
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Yanis Varoufakis, miembro cofundador de DiEM25, intervino criticando de manera contundente el auge de la militarización de Europa y las elites políticas que la propician durante su discurso. Denunció la prioridad dada a los negocios de armas sobre los esfuerzos para alcanzar la paz, y llamó la atención sobre el deterioro del derecho internacional. Otro camino es posible, recordó con insolencia este evento al mundo entero, un camino que afirme que la guerra se puede evitar, exigiendo un futuro basado en la cooperación en lugar del conflicto.
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Discurso íntegro de Yanis Varoufakis
Amigos, alemanes, ciudadanos del mundo entero, hermanas y hermanos.
Tuvimos un sueño. Era el sueño de lo que pudo haber sido Europa: algo más que una alianza estratégica, más que un mercado único, más que un presupuesto común, más que una moneda única en nuestros bolsillos. Era el sueño de una Europa como Proyecto de Paz y Justicia. Este sueño se ha desvanecido bajo la luz cruel que nos hizo despertar.
Hace quince años, la crisis económica conllevó la austeridad para la mayoría en toda Europa y un apoyo estatal masivo al gran capital financiero y a las grandes empresas. Puso un punto final a la justicia y supuso el inicio del largo invierno para Europa, para Alemania, el invierno de la desindustrialización, del estancamiento, de una guerra de clases despiadada librada por un puñado de ultrarricos contra el resto de la población en todos los países de nuestro continente.
Y entonces, una vez desvanecido este sueño de justicia y solidaridad, ocurrió lo inevitable. Lo que suele ocurrir cuando el miedo y el descontento aniquilan el sueño de paz y de justicia: la guerra vuelve a amenazarnos.
Europa ya estaba madura para una lúgubre cosecha: atrapada entre dos autoritarismos, el del Señor Putin que hasta entonces era el mejor amigo de Occidente y el del complejo militar-industrial de Estados Unidos, Europa era ya incapaz de soñar de paz y de justicia, se había convertido en una presa fácil para el autoritarismo que la rodeaba.
Mientras la guerra se propagaba, crecía la injusticia y la mayoría incapaz de cualquier resistencia sufría cada vez más. La clase dirigente aterroriza al pueblo para impedir que se le cuestione. Habéis oído al Señor Pistorius, vuestro ministro de defensa, diciendo que Putin es el nuevo Hitler. Les habéis oído describirnos a nosotros, activistas por la paz, como apaciguadores de Putin, sus tontos útiles. Pregunto al Señor Pistorius, a la Señora von der Leyen, al Señor Merz:
Si ustedes de verdad piensan que no hay ninguna diferencia entre Hitler y Putin, lo que por cierto encanta a los Nazis ya que absuelve realmente a Hitler, si de verdad lo piensan, ¿por qué no mandan inmediatamente a soldados alemanes, franceses, italianos, españoles, británicos, estadounidenses, australianos, canadienses y griegos a tomar Moscú y así volver a organizar nuevos Juicios de Núremberg con Putin o por lo menos obligarle a suicidarse en un búnker en Moscú? ¿No se dan cuenta de lo cobarde que resulta mandar armamento a Ucrania esperando que su población agotada asalte Moscú, o por lo menos Crimea?
La verdad es que nuestros gobernantes no consideran a Putin como un nuevo Hitler. A fin de cuentas, hicieron un negocio excelente con él durante años. No, hacen negocio con una guerra sin fin que proporciona beneficios altísimos. Esto es lo que quieren. La clase gobernante de Europa, al haber fracasado en invertir en tecnologías ecológicas, IA, gigantes tecnológicos, ahora apuesta sobre armas y bombas, drones y sistemas de defensa antimisiles, misiles o cualquier otra estúpida polémica. Y quieren gastar tu dinero en esto. Y si esto significa una matanza eterna en las tierras ucranianas, no les importa.
Amigos, alemanes, manifestantes del mundo entero, compañeros.
Desde que estuvimos aquí el año pasado, dos acontecimientos cambiaron la situación: la Corte Penal Internacional reconoció el genocidio de los palestinos y emitió órdenes de detención contra el primer ministro israelí y su exministro de defensa. Y Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca propugnando oficialmente la compleción del genocidio de los palestinos.
¿Por qué vuelvo a hablar de Palestina aquí? ¿Por qué esta obsesión con Palestina? Porque, para empezar, si esto fuera el día después de la Noche de los Cristales Rotos en 1938, nuestro único deber consistiría en defender a los judíos de los pogromos. Hoy día nuestro deber es similar, consiste en defender al pueblo palestino del genocidio. Pero también tenemos una razón más personal:
¡Lo que empezó en Gaza no acabará en Gaza! La crueldad absoluta no puede quedar limitada, sobre todo cuando fueron nuestros líderes los que dieron el visto bueno a los poderosos para que hagan lo que les plazca con los débiles, asegurando que era cuestión de tiempo para que la misma mentalidad según la cual poder hacerlo define el derecho a hacerlo se contagie como un virus letal en nuestros países, nuestras sociedades, y nuestros vecindarios.
Cuando Europa dio luz verde a los supremacistas colonialistas para cometer el genocidio, gracias a nuestro armamento y su bandera proyectada sobre nuestro parlamento, la ideología del supremacismo blanco y patriarcal fue fortalecida aquí en Alemania, en Países Bajos, Grecia, España e Italia. Se puede ver en las encuestas, y me temo que lo constatarán en las próximas elecciones aquí en Alemania.
… Ochenta años después de haber derrotado a los Nazis…
… Ochenta años después de haber instituido el derecho internacional para ilegalizar la depuración étnica, de prohibir los actos de guerra sobre poblaciones civiles bajo ningún concepto, de proscribir los desplazamientos forzosos de población…
Ochenta años desde que los representantes de los pueblos se reunieron en las Naciones Unidas para proclamar: ¡NUNCA MÁS!
¡Ocurre una vez más! … Con la bendición de nuestros gobiernos…
Al permitir la muerte del derecho internacional en Palestina, lo asesinaron también en el resto del mundo, Alemania incluida. El derecho internacional o se aplica por todas partes o no se aplica a nadie.
Hoy, Scholz, Merz, Baerbock, von der Leyen and Kalas, Macron, Rutte y Stoltenberg han abierto las puertas de Europa a la barbarie del poder como derecho, al desgraciado pseudo–liberalismo en bancarrota, también denominado fascismo.
Por eso estamos aquí hoy en Múnich.
Para decir una vez más: ¡NUNCA MÁS! ¡EN NINGUNA PARTE!
Para decir a los bufones gobernando,
- que se comportan como si los despreciables crímenes del Holocausto pudieran ser limpiados por los ríos de sangre de los palestinos,
- que piensan que el autoritarismo de Putin será detenido por los cadáveres de cada vez más ucranianos,
que no lo conseguirán, que estamos aquí para detenerlos, para aprovechar esta oportunidad hoy, para que mañana podamos soñar de nuevo con la paz y la justicia.
¡Carpe DiEM!
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