La tecnología, el desempleo y la superstición del trabajo asalariado
La explosión posmoderna de racismo que se está expandiendo en Europa es una de las facetas de la agresión neoliberal al mercado de trabajo, y del empobrecimiento masivo que el capitalismo financiero provoca en todas partes.
The Economist (febrero de 2016) se preocupa por la incapacidad de los banqueros centrales de seguir sustentando la economía, ya que se han quedado sin munición. Sorprendentemente, la sugerencia que emerge de la revista neoliberal más ortodoxa es lanzar dinero desde el helicóptero. La expansión cuantitativa para la gente es la única manera de salir del pronóstico de la deflación, tras décadas de una forzosa y austera reducción de la demanda.
Hasta el momento, esta idea keynesiana son castillos en el aire: la depredación neoliberal se acelera a medida que se acerca el abismo.
“Los trabajadores deben esperar a los 75 años para jubilarse” es el título de los diarios populares el 2 de marzo. El jefe de la Confederación de la Industria Británica ha declarado que el mayor aplazamiento de la edad de jubilación “es necesario para mantener el sistema sostenible y razonable”. Vale, nos hemos enterado: los trabajadores deben morir antes de jubilarse para que la carga de pagar a la gente mayor se aligere.
El problema es que mientras los gobiernos prolongan el tiempo de trabajo, el desempleo crece y la precariedad se propaga entre los jóvenes. El tiempo de trabajo y el desempleo crecen a la par, y la tecnología está reduciendo el tiempo necesario para la producción de bienes.
No solo los trabajos industriales, sino también los trabajos cognitivos que solían tenerse en alto prestigio hace tan solo diez o quince años están siendo reemplazados por la automatización.
‘Estamos creando una cantidad muy pequeña de trabajos con sueldos altos a cambio de eliminar una cantidad enorme de trabajos bien remunerados.’ (Nathaniel Popper: The Robots Are Coming for Wall Street, The New York Times, February 25 2016).
Una incubadora de start-ups llamada Y Combinator recientemente ha publicado un texto titulado
Por qué un puñado de inversores de Silicon Valley se han interesado de pronto en la renta básica universal
El texto enfatiza la necesidad de iniciar un programa de renta básica en respuesta al desempleo tecnológico. En el futuro, según este razonamiento, el trabajo estará cada vez más automatizado. En consecuencia, los trabajos cualificados serán cada vez menos necesarios, de forma que el desempleo sufrirá un colapso general, dejando a un pequeño grupo de programadores y capitalistas con todos los cocos y a la mayoría de gente con las manos vacías.
“El presidente de YC, Sam Altman, anunció un experimento por el cual Y Combinator “dará una renta básica a un grupo de gente en los Estados Unidos por un periodo de cinco años. En algún punto del futuro, a medida que la tecnología continúe eliminando trabajos tradicionales y se cree una nueva riqueza masiva, nosotros veremos una versión de [una renta básica] a escala nacional”, escribe Altman”.
Si se da dinero a la gente a cambio de ningún trabajo, no se pasarán durmiendo todo el día, sino que emanciparán sus mentes del vínculo entre supervivencia y trabajo: por tanto, las energías sociales se expandirán.
La esclavitud asalariada pudo haber sido necesaria en la era del trabajo industrial basado en la repetición. Pero los robots están tomando el lugar de los humanos en ese tipo de trabajos aburridos y agotadores. Las actividades como la preparación de comida, la educación infantil, la cultura, la salud y el cuidado personal no podrán ser completamente reemplazadas por autómatas, y no precisan del chantaje que supone un salario. Las personas no necesitan la mediación del dinero con el fin de cooperar y enseñar cosas las unas a las otras, cuidar de la salud de los amigos e inventar nuevas técnicas y nuevas formas estéticas.
Según Altman, el concepto de utilidad será totalmente replanteado cuando la gente ya no trabaje bajo el chantaje del hambre. ¿Qué hará la gente cuando sea libre de la obligación asalariada?
“¿Las personas están de brazos cruzados, jugando con videojuegos o crean nuevas cosas? ¿Es la gente feliz, se siente realizada? ¿La gente, cuando se libera del miedo a no poder comer, consiguen más cosas y benefician a la sociedad más todavía? ¿Y los destinatarios, en conjunto, crean más valor económico que el que reciben?”
Estas son preguntas de difícil respuesta. Si uno se basa en su renta básica para crear una escultura espléndida, ¿cómo medimos si eso “beneficia más a la sociedad” que lo que hacía anteriormente? ¿Qué pasa si la escultura es superfea pero le comporta a la persona que la creó una enorme felicidad? Plantear medidas fiables, que no sean chorradas, para los criterios que propone Altman es realmente duro.” (Y Combinator).
La idea de que una persona debe prestar su tiempo a cambio de la supervivencia no se basa en una necesidad natural. Dentro de las condiciones de escasez que normalmente se generan de forma artificial, la gente se ve obligada a ceder su tiempo a cambio de dinero, que es necesario para adquirir la supervivencia básica. Pero hoy en día el régimen de escasez es innecesario, ya que la evolución tecnológica ha permitido la expansión de la productividad, que resulta en productos abundantes que deberían ser distribuidos de forma distinta.
El salario, por tanto, es una superstición que convierte la innovación técnica en una tragedia para la sociedad: cuando se reduce a una herramienta para la competición y el beneficio, el conocimiento se convierte en causa de desempleo.
Las compañías de alta tecnología – en primer lugar, Google – están invirtiendo masivamente en el campo de investigación para reemplazar a trabajadores por autómatas inteligentes: en una entrevista publicada en Computer world, en octubre de 2014, Larry Page especula con que los siguientes pases en tecnología son difícilmente compatibles con la semana laboral de 40 horas. La liberación del tiempo está por llegar, pero si queremos emancipar el tiempo debemos emancipar la supervivencia del chantaje del salario: este es el objetivo de inventos políticos como la renta básica, que yo prefiero llamar “el ingreso existencial”.
El ingreso existencial no debería ser considerado como un apoyo provisional para gente marginada. Debería ser concebido como un estímulo para ser libre, y por tanto ofrecer lo mejor de nosotros a la comunidad.
Mientras el trabajo humano sea reemplazado por máquinas, podremos hacer lo que realmente queramos. La emancipación del conocimiento desde el paradigma económico es la única llave que puede abrir la puerta de salida del infierno, aunque parecemos incapaces de ver esta salida.
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