Por Sam Hufton (miembro de DiEM25 en el Reino Unido)
Se habla mucho de Europa estos días, pero no de la manera en que muchos británicos que nos preocupamos por Europa habríamos esperado el año pasado, mientras avanzábamos lentamente hacia el referéndum sobre la pertenencia a la Unión Europea. Hoy, hablamos de cuándo activar el Artículo 50, de qué tipo de relación (comercial) queremos con el continente tras nuestra marcha, de si los gobiernos continentales son amistosos y nos tratarán con amabilidad, e incluso de si Europa tiene relevancia alguna, dado que en breve nos convertiremos, en palabras de la primera ministra May, en “una Gran Bretaña global”. Gran parte de esto es necesario a la luz del voto británico del pasado junio. Sin embargo, aún queda mucho para agotar esta conversación y reflexión sobre el tema de Europa en el contexto británico. Podemos haber votado por nuestra salida, pero Europa no es simplemente un lado opuesto en una negociación.
Algunos de nosotros nos damos cuenta de que, por más que lo intentemos, Gran Bretaña no podría escapar de los peligros y adversidades del continente, mientras se derrumba la autopista de la historia. Echando un vistazo atrás a nuestro pasado, vemos una historia en que estamos entrelazados con Europa desde la antigüedad, cuando César, desde la Galia, fijó su mirada a través del Canal de la Mancha hasta esta isla, entonces destacada por su misterio. Gran Bretaña estaba entonces poblada por los celtas, un grupo de tribus que se habían expandido por grandes franjas de Europa. Desde entonces, mucho ha cambiado, y aun así la historia de las Islas Británicas ha seguido la del continente. Los británicos han conquistado y han sido conquistados. Se han entablado batallas, se han usurpado tronos y las culturas se han entremezclado. Aun así, no son solo esos vínculos los que me han conducido a mí y a otros a concluir que no podemos abandonar el continente simplemente con una votación, y dejar de preocuparnos por él. Como Yanis Varoufakis ha dicho con frecuencia, la situación en Europa se describe mejor con las últimas líneas de Hotel California: “puedes indicar que te vas en cualquier momento, pero nunca te puedes marchar”.
Desde 1973, la política de Gran Bretaña ha estado profundamente integrada en la europea. No diría que jamás hayamos formado parte de la principal corriente europea, pero contribuimos a construir la Europa de hoy igual que cualquier otra nación de Europa. Gran Bretaña fue una fuerza motora tras el Mercado Único; nos involucramos en los debates de Maastricht y Lisboa. Aún más importante, nuestros políticos confabularon en el gran complot para despolitizar el poder y perpetuar lo que los académicos y otros comentaristas llaman “el consenso permisivo”. Este es del peor tipo para un demócrata, pues es uno donde no hay debate, ni discusión ni ninguna participación pública ni en el propio tema, como si estuviera exento de política. Esto ha permitido que la Unión Europea sea construida de manera tal que destruye la vida de la democracia. No es solo una cuestión de burócratas con poder ejecutivo, o de cómo las instituciones tengan una distribución de cargos contraintuitiva; es sistémico. Gran Bretaña contribuyó a construir esto, y ahora vuelve a perseguirnos. La economía de Europa está fracasando de forma persistente desde 2010. Los recortes son enormes mientras la inversión es ridículamente baja, los estándares de vida siguen estancados y el poder económico está desangrando continuamente la esfera pública hacia la privada, y con ello el control de nuestras propias vidas. Esto es cierto en el caso de Gran Bretaña tanto como en el resto de Europa. Si la economía de Europa cae en un nuevo hoyo, Gran Bretaña se verá arrastrada a su vez.
Pero no es solamente esto. Todos los problemas que asolan Europa y que DiEM25 espera combatir son problemas contra los que los progresistas también están intentado batallar. El déficit democrático no es solo una enfermedad que aflija a las instituciones europeas; también afecta a las estatales, particularmente a las de Gran Bretaña, que son antiguas y están diseñadas para un modo de gobierno aristocrático y que ya hace mucho que necesitan una renovación. Cada vez más, los gobiernos ocultan sus acciones ante la ciudadanía. La respuesta de Europa a la oleada de refugiados procedentes del otro lado del Mediterráneo es decepcionante, y refleja el estado de desintegración de nuestras sociedades: el muro fronterizo de Gran Bretaña y el campo de Calais son ejemplos destacados de ello. La revolución tecnológica sostenible no podría llegar antes, pero la inversión en este sector es abismal. Y, finalmente, la Internacional Nacionalista se está alzando por todo el continente; ya ha obtenido su primera victoria aquí en Gran Bretaña, y tan solo aumentará su agarre de nuestras políticas si se lo permitimos. Los progresistas están divididos por un centenar de diferentes líneas y estrategias, y nuestra división conduce a la abdicación de la responsabilidad por retar a los relatos sinsentido que proceden de la extrema derecha y del extremo centro. DiEM25 pretende actuar como catalizador de la construcción de una amplia coalición de izquierdas capaz de retar al nacionalismo creciente en Europa y enfrentarse a la dominación de los medios de comunicación y del panorama político: algo muy necesario aquí en Gran Bretaña.
Gran Bretaña está enferma. Ha perdido su sensación de pertenencia en el mundo, sin saber muy bien dónde está y adónde debería, o podría, ir. Esto se puede observar en el estado de las relaciones entre este país y el continente. Durante años, Gran Bretaña ha estado profundamente involucrada en garantizar el equilibrio de poder en Europa, y al hacer esto mantener su propia hegemonía económica sobre el continente. Monnet describió esta situación como Gran Bretaña dominando Europa desde el exterior. Y esto lo hizo por cuestiones de interés nacional; y, mediante una compleja red de alianzas cambiantes, Gran Bretaña siempre consiguió hacer de contrapeso frente a los poderes agresivos y aspirantes a hegemones, y de este modo prevenir que Europa se unificara en su contra. Por otro lado, mientras preservaba la diversidad del continente en la era del nacionalismo, esto también implicó que Gran Bretaña estaba profundamente preocupada e involucrada en la política de Europa. Tras la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, todo esto cambió. Europa (Occidental), en conjunto, decidió su unificación por propio acuerdo, sin que ningún poder beligerante pretendiera subyugar a los otros. Gran Bretaña ha estado con la guardia baja desde entonces, hasta el punto en que la antaño “Pérfida Albión” ahora se encuentra completamente aislada en Europa. Y cree haber ganado.
Europa es y siempre será “el lugar de donde viene el viento”, por cita a Winston Churchill antes de la Primera Guerra Mundial. Nunca escaparemos de Europa, y nunca dejaremos de sentir los efectos de su turbulencia. Y nunca dejaremos de contribuir a Europa. La relación entre estas islas y el continente siempre ha sido un diálogo. Hoy, podemos pretender contribuir a Europa de nuevo; primero, al afirmar como pueblo nuestro interés continuado y nuestra preocupación hacia la política del continente, que es nuestro reflejo, y segundo, al actuar como la vanguardia de un movimiento que pretende cambiar el rostro de Europa. DiEM25 quiere derrocar la pésima gestión del establishment de la Unión. Quiere desterrar el viejo manual de la austeridad, de la Europa fortaleza, de la ceguera del futuro y de la despolitización de la política europea. Estas batallas han de producirse también en Gran Bretaña, y si tenemos éxito aquí, tal vez podemos exportar nuestras victorias con autoridad y confianza al continente.
Empezamos con una conferencia, una concentración, una reunión (por ser menos dramático) el 28 de enero, a las 10h en Conway Hall. Varoufakis estará allí, así como Brian Eno, Srećko Horvat y Elif Şafak, entre otros. Pero ellos son menos importantes que los nativos británicos que vendrán; los británicos que reconocen la necesitad de una dosis de radicalismo, que quieren marcar la diferencia y se preocupan de lo que acontece en nuestro continente. Esas personas deberían venir a la reunión inaugural de DiEM25 Reino Unido, para empezar con la transformación de Europa desde la base.
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