Nicola Fratoianni es diputado del parlamento italiano por la coalición de Izquierda Italiana. En el siguiente correo electrónico que envió a nuestro Colectivo Coordinador, Nicola explica en términos generales por qué se une a DiEM25 y reflexiona sobre el reto de construir una nueva izquierda en Italia.
Acepto con placer vuestra invitación para unirme a DiEM25, con la convicción de que es urgente y necesario reabrir el debate sobre el estrecho vínculo entre neoliberalismo, políticas de austeridad y desigualdades crecientes.
La cuesta abajo hacia la “desintegración” (como fue triste pero efectivamente descrita por Jan Zielonka) de Europa parece cada vez más profunda.
Incluso los recientes resultados de la cumbre intergubernamental en Bratislava lo demuestran rotundamente: con la reafirmación del eje franco-alemán, en el que la mayoría de socialdemócratas se muestran propensos a la rigidez suicida de las políticas de austeridad y condescendientes hacia las políticas inhumanas e irracionales de cierre de fronteras contra aquellas mujeres, hombres y niños que buscan en Europa protección y oportunidades de futuro.
Las élites económico-financieras, mediáticas y políticas, que dirigen nuestro continente, actúan como el puente de mando del Titanic: ven perfectamente frente a ellos el iceberg hacia el que van a colisionar con el barco, pero están ocupados exclusivamente en imponer la orden de “hacia adelante a toda máquina” a una sala de máquinas exhausta.
Y, al hacer esto, avivan de forma aún más irresponsable el fuego del egoísmo y las políticas identitarias, del nacionalismo y el racismo, que resplandece por todos los rincones de Europa.
Europa es, además, cada vez menos relevante en la escena global, al mismo tiempo en que necesitamos que sea representada con una sola voz, que sea un actor fuerte para la paz y las políticas de cooperación, capaz de actuar en los escenarios de la guerra que, en Oriente Medio y en la cuenca del Mediterráneo, ahora rodean nuestro continente.
Como sabéis, nos hemos comprometido junto a muchos otros en el proceso de construcción de una nueva fuerza política de izquierdas en Italia, unida y plural, que tiene como sus principales tareas luchar contra la pobreza y las desigualdades y por la democracia.
Una izquierda capaz de poner en común las reclamaciones de cambio de tantas personas, que hoy están resignadas o desanimadas, y de todos aquellos que no se quieren rendir a las dos variantes, hoy dominantes, del “no hay alternativa”: la que defiende el statu quo neoliberal y la que resulta en un populismo ambiguo y resentido, falto de perspectiva.
Estamos intentando hacerlo a sabiendas de que esta izquierda, también a la hora de desarrollar el poder social y político necesario para cambia Italia, tan solo puede tener como horizonte de análisis y prácticas al conjunto de Europa.
El nuestro no es un “europeísmo idealista e ingenuo”: para revertir las actuales tendencias disruptivas, no creemos que sea suficiente repetir mecánicamente el eslogan “Estados Unidos de Europa” o esperar un proceso de integración más profundo, tal vez enriquecido con algo más de atención a las necesidades sociales.
En su lugar, existe la necesidad de llevar a cabo actos de ruptura con las actuales políticas de austeridad y exclusión, para abrir en esas brechas los espacios políticos para el cambio.
Debemos (como Yanis dijo recientemente, recordando la idea de que es una parte fundamental de mi, y nuestra, historia) multiplicar las “desobediencias constructivas” para construir una alternativa.
Esa es la razón de que nuestro europeísmo sea consciente de que cualquier lucha por la justicia, derechos y libertades sociales de la mayoría no obtendrá un resultado efectivo y duradero si no es capaz de establecerse al menos a escala continental. Nada cambiará si no somos capaces de romper y superar las tan estrechas fronteras nacionales, sin esperar a cualquier improbable iniciativa de arriba a abajo por parte de esas élites que nos han conducido a este punto de “crisis existencial” europea.
Pero debemos ser claros en una cuestión: no todo el mundo, ni en la izquierda ni en los diversos países europeos, piensa lo mismo. Algunos de nuestros compañeros apuntan a un retorno a los antiguos Estados nacionales como una posible salida del desastre.
Debemos continuar enfrentándonos a ellos e intentar hacerles cambiar de opinión.
Con los argumentos de la razón crítica, en primer lugar: las actuales pequeñas soberanías nacionales serían “barquitos de papel” a la merced de las corrientes y tormentas desatadas por el capitalismo financiero dominante en el océano de la economía global. El capitalismo financiero ha creado una obra maestra marxista: se benefició de la crisis económica para reestructurarse a sí mismo a escala internacional y para atribuirse a sí mismo las nuevas herramientas de control y dominación de las vidas de las personas. Una “revolución desde arriba”, que el movimiento de oposición social ha testimoniado de forma pasiva.
Con la pasión de las ideas: necesitamos un “internacionalismo” nuevo y diferente, basado en la lucha por la democracia y la reconquista de la dignidad de las personas, sin importar dónde hayan nacido o dónde viven.
Con la inteligencia de la política: la vieja y la nueva derecha ya ocupan firmemente el terreno de cada discurso político centrándose en la egoísta defensa de las fronteras nacionales.
Por estas razones, queridos compañeros y amigos de DiEM25, contad con mi compromiso y el de muchos otros que están involucrados en la aventura de construir una nueva izquierda en Italia: estamos disponibles para una aventura común en un movimiento amplio y transversal que ponga en primer plano la reconquista de la democracia en Europa.
Saludos solidarios,
Nicola Fratoianni
diputado del Parlamento Italiano,
excoordinador nacional de SEL (Izquierda, Ecología y Libertad)
promotor y miembro de la junta ejecutiva de SI Sinistra Italiana (Izquierda Italiana)
Roma, a 20 de septiembre de 2016
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