¿No es Grecia una razón convincente para votar a favor del brexit el 23 de junio?

Los defensores del brexit imploran a los votantes británicos que reclamen su democracia votando a favor del abandono de la UE. El día que anunció su apoyo al brexit, Boris Johnson, el alcalde de Londres, basó su declaración en el juicio (correcto, en mi opinión) de que la UE carece de “controles democráticos apropiados”.
El pasado julio, la Unión Europea llevó a cabo un golpe de Estado brutal contra el recién elegido gobierno griego, imponiendo sobre él otro enorme e insostenible préstamo de “rescate” que prolongaría, con precisión matemática, la Gran Depresión de seis años en Grecia.
Si aún quedaba alguna duda de que las instituciones de la UE desprecian profundamente el proceso democrático, y que son descaradas sobre su disposición a pisotear la racionalidad y voluntad de un pueblo europeo soberano, los eventos de julio de 2015 la disiparon.
A esa luz, es natural y correcto plantear dos preguntas en cuanto al referéndum del Reino Unido del 23 de junio:

  • ¿Acaso no fue el trato a Grecia del pasado verano una prueba decisiva de que la UE está gobernada de manera autoritaria, irracional y antidemocrática?
  • ¿Deberían los votantes de todo el Reino Unido (especialmente tras el trato recibido por Grecia el pasado verano) no votar a favor del abandono como un paso importante para recuperar la soberanía de su parlamento y su democracia?

¡Mi respuesta a la primera pregunta es un SÍ resuelto y a la segunda un inequívoco NO!
Hay dos razones por las que acumular pruebas de la irracionalidad y autoritarismo de la UE no fortalece el argumento a favor del abandono.
Primera razón: la soberanía no puede ser recuperada mientras permanezcamos en el Mercado Único europeo
Los partidarios del brexit argumentan que Gran Bretaña estaría mucho mejor fuera de la camisa de fuerza del proceso legislativo de la UE mientras permanecen en el Mercado Único. Este es un objetivo opuesto a la aspiración de recuperar la soberanía del Parlamento Británico.
El Mercado Único no es lo mismo que un área de libre comercio carente de aranceles y cuotas. Además, implica tres elementos cruciales: estándares industriales comunes, normas de protección laboral comunes y normas comunes de protección del medioambiente. Además, requiere un proceso legislativo común para producir la legislación que respalde estos tres elementos comunes, un ejecutivo que la implemente y un poder judicial que juzgue los casos en que estas normas comunes sean violadas. En pocas palabras, un Mercado Único requiere los tres poderes de Montesquieu (legislativo, ejecutivo y judicial) que conforman una soberanía común y una jurisdicción única.
Dicho de otro modo, los críticos de la UE aciertan cuando dicen que, bajo la situación actual (previa al brexit), el gobierno del Reino Unido (e, indirectamente, las Cámaras del Parlamento) mantiene una frustrantemente tenue influencia sobre las decisiones de la UE que determinan buena parte de la vida social y económica de Gran Bretaña. Esta es, de hecho, imperfecta e inconsistente (como argumentan los partidarios del brexit) con la soberanía absoluta de la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, mientras Gran Bretaña permanezca en el Mercado Único, el brexit disolverá incluso esta tenue influencia. Votar por el abandono de la UE (pero permaneciendo en el Mercado Único) es equivalente a entregarse totalmente a una jurisdicción totalmente ajena (establecida en Bruselas) que ignora al Parlamento, gobierno y poder judicial británico.
En conclusión, Gran Bretaña debería abandonar la UE solo si está dispuesta a abandonar también el Merca Único, con un plan creíble para reconfigurar su economía en base a algún modelo autárquico que es casi imposible de imaginar. No hay noción más fantasiosa que la idea de que la soberanía democrática británica puede ser recuperada mediante el brexit mientras Gran Bretaña permanece en el Mercado Único.
Es en este sentido que, para recuperar su democracia, Gran Bretaña debe votar por permanecer en la UE, para poder enfrentarse a las instituciones de la UE desde dentro. Las palabras clave aquí son: “enfrentarse” y “dentro”.
Nuestro gobierno griego intentó hacer esto en la primavera de 2015: enfrentarse desde dentro a las políticas inanes de la UE y a su menosprecio del proceso democrático. En julio de 2015, fuimos aplastados por los cierres bancarios y la asfixia económica. Los demócratas británicos, como los demócratas de todo el mundo, se indignaron. Pero esto no debería llevarles a la vaga conclusión de que el brexit es la respuesta.
Segunda razón: el brexit acelerará la fragmentación de la UE, provocando unos posmodernos años 30 de los cuales el Reino Unido no podrá escapar ni siquiera estando fuera de la UE
Como observador externo del actual debate sobre el brexit, a menudo me sorprende una falsa asunción por ambos bandos del debate del brexit: la asunción de que la UE es algo “exógeno dado”.
Ambos bandos del debate argumentan que la UE es “constante”, que está “ahí fuera”, al otro lado del Canal, y que su solidez y constancia es independiente de lo que elijan los votantes británicos el 23 de junio.
Ambos bandos del debate insinúan esas afirmaciones en base a si esta UE “exógena” es algo de lo que el público británico querría que el Reino Unido formara parte o no.
Ningún bando parece consciente de (o no tiene voluntad de aludir a) el hecho de que la UE se está desintegrando mientras hablamos. De que, bajo el peso de su propio orgullo, la UE se está desmoronando, con nuevas divisiones, nuevas divergencias económicas y nuevas fuerzas centrífugas que desmiembran la Unión. De hecho, ningún bando reconoce el hecho evidente de que un voto para abandonar la UE acelerará la desintegración de la UE. Y ningún bando ofrece ningún análisis de lo que dicha desintegración supone para Gran Bretaña.
Mi opinión es que el brexit, inexorablemente, causará rupturas en la UE que llevarán al desmantelamiento efectivo de la Unión. ¿Servirá esto a los propósitos de los partidarios del brexit? ¿Estará Gran Bretaña mejor fuera cuando colapse la UE? Yo creo que no. Mientras que, indudablemente, muchos críticos de la UE obtendrán cierta satisfacción observando el colapso de las no queridas instituciones de la UE, ellos (junto al resto de nosotros) pronto serán consumidos por el vórtice aterrador del navío zozobrante de la UE.
Para empezar, se desarrollará una nueva falla a lo largo del río Rin y a través delos Alpes, separando:
(i) una nueva zona del marco alemán (que incluirá Alemania, los Países Bajos, parte de Bélgica, Austria, Polonia, la República Checa, Eslovaquia, los países Bálticos y Finlandia) atrapada en una deflación profunda, como resultado de la rápida apreciación del nuevo marco alemán
de
(ii) una estagflacionaria (des)Unión Latina (que abarcará Francia, España, Portugal e Italia) donde la moneda (o monedas) se devalúe precipitadamente, encabezando una inflación desenfrenada con alto desempleo.
Simultáneamente, una segunda falla dividirá Europa Occidental de la Europa del Este, con una mentalidad de ultranacionalismo, el conservadurismo social tóxico y una política de empobrecer al vecino que obtendría el poder en el Este y se abrirá camino hacia el oeste (incrementando las posibilidades de políticos como Marine Le Pen).
Desde un punto de vista económico, estos sucesos privarán a Gran Bretaña de una parte enorme de sus mercados de exportación, empujarán a la City de Londres a un modo de desapalancamiento no visto desde 2008 y, peor todavía, reforzará los ya negativos sucesos globales en los Estados Unidos y los mercados emergentes (puesto que la UE representa el mayor bloque económico del mundo) que impondrán efectos secundarios espantosos sobre el Reino Unido.
Desde un punto de vista político, estos mismos sucesos crearán una Europa recóndita adversa a los valores que aman los demócratas británicos y hostil a un Gran Bretaña democrática.
En resumen, los votantes británicos no deberían cometer el error de pensar que la decisión del 23 de junio mantendrá a la UE más o menos “constante”. Su voto por el abandono devastará el “entorno” dentro del cual un recién “emancipado” Reino Unido debe trabajar y vivir.
Conclusión
Todos aquellos que detestamos la manera de operar de la UE tenemos el deber moral y político de (a) deshacernos de la ilusión de que el brexit tendrá consecuencias positivas y (b) mantenernos unidos (a través de fronteras nacionales) luchando codo con codo para democratizar la UE mediante una confrontación todopoderosa contra sus actuales gobernantes necios y autoritarios.
El año pasado, intentamos hacer esto en Grecia. Nuestro gobierno griego plantó cara ante las fuerzas combinadas de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional para exigir cambios de sentido común a su modus vivendi. Fuimos aplastados de una manera que hizo revolverse el estómago de todo demócrata. Pero esto no es razón para no volver a intentarlo, especialmente dado que la alternativa (es decir, la desintegración de la UE, que será acelerada por el brexit) solo llevará a unos años 30 posmodernos. Por eso es por lo que muchos de nosotros, en toda Europa incluyendo Gran Bretaña, nos hemos unido para formar el Movimiento Democracia en Europa – DiEM25.
Volviendo a las lecciones que Grecia ofrece a los votantes británicos ante la elección del 23 de junio, es importante recordar esto: ¡Gran Bretaña no es Grecia! Gran Bretaña es un país poderoso excepcionalmente capaz, debido a su larga tradición democrática (que es respetada por ambos bandos de la política británica) de enfrentarse a los procesos de toma de decisiones antidemocráticos de la UE.
Para lograrlo, el 23 de junio el público británico debe marginar la vaga opción del abandono. Deben votar por la permanencia y trabajar, desde el 24 de junio en adelante, para elegir un gobierno que pueda provocar los cambios que la UE debe experimentar por el bien de sus ciudadanos.
Gran Bretaña necesita un gobierno que ya no vea a la UE como un mal necesario del que extraer beneficios pecuniarios cortoplacistas (mientras rechaza todos los “pedacitos” que a Londres no le gustan).
Gran Bretaña merece un gobierno que deje de asistir a los diversos paripés de toma de decisiones en Bruselas como un amigo mío de la universidad que solía ir a las fiestas solo para tener algo de lo que quejarse la mañana siguiente.
Gran Bretaña necesita unirse al resto de nosotros del otro lado del Canal en la única lucha que vale la pena: la lucha para democratizar la Unión Europea.

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