Este artículo de Tom Strohschneider fue publicado originalmente en el diario alemán Neues Deutschland. Lee el original.
En Atenas, la oposición está intentando en estos momentos succionar la miel política de una historia que ya es agua pasada: antes y durante la “Primavera de Atenas”, el gobierno liderado por SYRIZA se preparó para el caso de una salida forzada de la Eurozona. Ahora, hasta los críticos hablan de “un golpe de estado que nunca sucedió”. ¿Por qué ahora?
Porque el consejero del exministro de Finanzas Yanis Varoufakis, el economista americano James K. Galbraith, acaba de publicar un libro que trata de, entre otros temas, el famoso “Plan X”. El gobierno izquierdista de la República Helénica quería usar este plan para prepararse para aquello que exigían la derecha política y los neoliberales de toda Europa: el grexit. No una salida libre, sino como una medida para golpear a Grecia con dureza.
Más tarde, vimos cuánta razón tenía Grecia al explorar, en todas sus posibilidades, qué sucedería en caso del grexit y cómo reaccionar a ello. Hace justo un año, justo antes de la crítica cumbre de Bruselas sobre un nuevo programa de préstamos, el Ministerio de Finanzas alemán hizo circular un documento de discusión en que amenazaba a la Hélade con la expulsión del euro. Las consecuencias sociales, económicas y políticas habrían sido severas.
Había algunas personas en el partido de izquierdas SYRIZA que especularon con la idea de un abandono de la moneda común. Pero nadie que estuviera realmente en posición de altura en Atenas quería forzar un paso tan peligroso ni abordar el tema por su propia cuenta. Las deliberaciones sobre cómo responder a un grexit forzado se mantuvieron en secreto; no es de extrañar, teniendo en cuenta las consecuencias potenciales de que se hicieran públicas: una mayor incertidumbre entre los ahorradores y las empresas, las posibles reacciones de los especuladores financieros, etcétera.
“Revuelta contra el euro”: ¿pero de quién?
En verano de 2015, se dieron a conocer fragmentos de una grabación de una conversación telefónica en la que Yanis Varoufakis hablaba sobre algunos de estos escenarios hipotéticos. Se desató una tormenta de titulares indignados por toda Europa. Los diarios escribieron sobre un “grexit chapucero” y un “golpe del dracma” en esos momentos; se mezclaron asuntos que no tenían nada que ver para mandar un mensaje: que el gobierno de izquierdas heleno estaba planeando una “revuelta contra el euro”.
En ese momento, Varoufakis ya había revelado lo que no debía ser una sorpresa y mucho menos un escándalo. En una de sus primeras entrevistas tras su dimisión, informó de que “un pequeño grupo” había “trabajado sobre el papel” lo que “podría haberse tenido que hacer en ese caso [del grexit]”. Un grupo de expertos que se reunió entre marzo y mayo, en parte bajo circunstancias conspiratorias, finalmente entregó un extenso informe al ministro de Finanzas de la República Helénica.
Por cierto, Varoufakis y Galbraith no fueron los únicos en considerar las posibles consecuencias de un grexit. El Banco Nacional de Grecia, los ministerios de Finanzas de varios países de la Eurozona y varias organizaciones internacionales lo consideraron; y no solo después de que SYRIZA llegara al poder.
Sin embargo, puesto que Varoufakis encarnaba aquello que la opinión pública había estado criticando por toda Europa desde enero de 2015 (un antipolítico, un intelectual en el poder, un economista que se había topado de pronto con el negocio de la política) este ministro de Finanzas se mantuvo en el foco de titulares indignantes hasta hace tan solo unos pocos meses. Pero ahora que Varoufakis ha fundado un movimiento para continuar su lucha por la solidaridad en Europa, la oposición en Grecia está intentando culpar al propio Tsipras por defenderse del grexit.
Cómo la oposición griega está explotando el “plan secreto”
Recientemente, el partido conservador Nea Dimokratia ha renovado su llamada a una investigación parlamentaria. El líder del partido socialista Pasok, Fofi Gennimata, está llamando a una investigación oficial del “plan secreto”. E incluso dentro de SYRIZA, la agitación no es mucho menor. El viceministro de Finanzas Giorgos Houliarakis atacó a Galbraith en el parlamento la semana pasada: parece ser que se puso a la defensiva. El exdiputado de SYRIZA Panagiotis Lafazanis, que ahora lidera el partido escindido Unidad Popular, criticó el “Plan X” desde su perspectiva: que el gobierno de Tsipras nunca tuvo un plan real: ni para el grexit ni para las negociaciones con sus acreedores.
El hecho de que los ataques verbales ahora se ponen en contra de Tsipras no es solo porque Varoufakis ya no sea miembro del gobierno griego, sino también por la publicación del libro de Galbraith. En él, no hay ningún indicio de que el primer ministro Tsipras tuviera conocimiento del grupo de trabajo sobre el grexit. Pese a ello, el economista estadounidense escribió un breve artículo para el movimiento europeo de Varoufakis, DiEM25, señalando que “la preparación de un plan preliminar” (en el caso de que Grecia fuera expulsada a la fuerza del euro) fue “encargado por el primer ministro”. Desde entonces, los oponentes de SYRIZA han sentido una oportunidad de obtener beneficio político de esta cuestión.
La pista de “Tsipras”: tan solo preguntad en Berlín
El debate en la Hélade, sin embargo, presenta un gran vacío: el papel del gobierno alemán. A propósito de esto, fue el propio Tsipras quien lo señaló el año pasado. En julio de 2015, en defensa de Varoufakis, que se encontraba de nuevo en medio del fuego cruzado, el primer ministro dio la pista crucial: “preguntad al gobierno de Berlín. Ellos os podrán decir de qué tipo de plan se trata”.
Una cosa es que los políticos alemanes se encuentren entre los que repetidamente exigen el grexit tras la victoria electoral de SYRIZA. Otra cosa muy distinta es que el Ministerio de Finanzas alemán chantajee al gobierno griego con un documento semioficial para poner el grexit sobre la mesa de negociación.
Lo que salió del despacho de Wolfgang Schäuble estaba diseñado para
1. anular una propuesta de acuerdo de Atenas
2. mantener el Fondo Monetario Internacional a bordo de un nuevo programa de préstamos
3. poner al gobierno liderado por SYRIZA ante una decisión del tipo “o si no…”. Tsipras se había de rendir a las exigencias de los acreedores, o si no, ellos ofrecerían “negociaciones veloces sobre una suspensión de la Eurozona al menos durante los próximos cinco años”. Menuda oferta.
Una fecha a recordar
Cuando el documento de discusión se dio a conocer al público el sábado 11 de julio de 2015, causó un terremoto político de grado medio; y eso en un momento en que no escaseaban los eventos históricos en cuanto a Grecia y la política de la crisis del euro. Alguien escribió en Twitter que hay que recordar esta fecha: el gobierno alemán amenazó a la República Helénica con la alternativa entre el desalojo del euro o bien la claudicación absoluta del país bajo control extranjero. Y era evidente, también: que este documento no había llegado a la atención pública por error. Esta es una de las características de estos documentos de discusión, los también conocidos como “no-documentos”. Aunque no existan de forma oficial, estos desarrollan de forma natural un efecto oficial. Solo hace falta que alguien desee que se den a conocer.
El documento de discusión fue fundamental para llevar a las consecuencias conocidas: en la noche del 12 al 13 de julio de 2015, tras largas conversaciones nocturnas y bajo la presión de la amenaza del grexit, el primer ministro Tsipras aceptó el tercer programa de préstamos, que se instauró con severas condiciones para la Hélade. Varoufakis, más tarde, hablaría de un momento de derrota; fue “el mejor resultado posible”, comunicó el despacho del primer ministro en ese momento, intentando verle el lado positivo a un nubarrón.
El papel alemán en este juego contra Atenas, y especialmente el papel de la amenaza del grexit y del documento de discusión, apenas ha sido investigado o evaluado. El Partido Socialdemócrata de Alemania afirmó en un principio que no sabía nada… pese a que el ministro de Economía Sigmar Gabriel no dijera lo mismo. La oposición estaba indignada por el hecho de que la “propuesta” de (cuanto menos) un grexit temporal se había realizado evadiendo al parlamento. Incluso los socialdemócratas expresaron un miedo razonable de que una salida de Grecia de la Eurozona implicaría el fin de la moneda única. El resultado fue distinto. Pero este resultado, también, tuvo severas consecuencias: para Grecia.
¿Investigación? Casi ninguna hasta la fecha
Inmediatamente tras la cumbre de Bruselas, el gobierno alemán presentó la excusa de que el documento de discusión había sido formulado solo por si se daba el caso de que “Grecia expresara, por su propio pie, el deseo de una salida temporal del euro”; pese a que los políticos en Atenas siempre habían declarado, repetidas veces, su deseo categórico de mantenerse en el euro. Incluso hoy, quedan inconsistencias sobre si, y cuándo, la opción del grexit había sido discutida realmente entre los ministros alemanes de Finanzas y Economía.
El gobierno alemán también ha ignorado todas las críticas de que el “documento Steffen” (como a veces es llamado en la prensa griega, en referencia al secretario de Finanzas alemán, Thomas Steffen, el representante en el Grupo de Trabajo del Euro, que prepara las reuniones de los ministros) se había convertido en una palanca política para que Grecia no pudiera esquivar al Bundestag. Recordad que el documento de discusión fue presentado al Eurogrupo en sábado y que solo fue enviado al Bundestag en domingo. Según el gobierno alemán, este no era un “documento de negociación” conforme a lo que detallan las leyes en cuanto a requisitos para la participación parlamentaria; de este modo, según el gobierno, no había habido necesidad alguna de informar al parlamento con antelación.
Las respuestas del gobierno alemán a algunas preguntas relativas al documento de discusión fueron muy bruscas. ¿Grexit? “Una decisión como esa debería ser problema del gobierno griego”. ¿Y a qué venía el documento de discusión? Este “mostraba opciones para futuras acciones”. ¿Qué sabía realmente Gabriel? “El ministro federal de Finanzas, el Dr. Wolfgang Schäuble, había organizado charlas internas en el gobierno alemán previas, previas a la reunión del Eurogrupo del 11 de julio de 2015, sobre las opciones para Grecia”.
“Que sea usado como forma de presionar al gobierno griego”
El diario conservador ateniense Kathimerini ofreció un vistazo de lo que podía haber detrás de todo el asunto. Ya el 6 de julio de 2015, casi una semana antes de la reunión del Eurogrupo, se dice que Angela Merkel propuso la idea de “una salida temporal del euro durante cinco años” para Grecia al hablar con el presidente de Francia François Hollande. Él había emitido un juicio desfavorable de que una acción como esa no ayudaría a Grecia a resolver sus problemas ni se podía garantizar que esta “salida temporal” fuera realmente temporal.
Kathimerini expresa la sospecha de que la idea del grexit fue discutida el 9 de julio de 2015 entre Merkel, el vicecanciller Sigmar Gabriel y el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, como un instrumento para presionar al gobierno de Atenas a aceptar un nuevo programa de préstamos a la medida de la voluntad de los acreedores (“que sea usado como una forma de presionar al gobierno griego”). El día siguiente, tan solo 24 horas después de la crucial reunión del Eurogrupo, el documento de discusión fue enviado a los representantes del Grupo de Trabajo del Euro. Sin embargo, según Kathimerini, la manera en que el ministro de Finanzas Schäuble usó la amenaza del grexit para chantajear al gobierno de Atenas fue más allá de lo que habían acordado los líderes de la coalición gobernante.
La fuente del diario: un funcionario del gobierno alemán que estaba familiarizado con las negociaciones del momento. “Lo que nos conmocionó sobre el documento de discusión fue la manera en que se dispusieron las condiciones para que Grecia permaneciera en la Eurozona. Las condiciones eran tan humillantes que parecía que su objetivo fuera que Grecia las rechazara”. Esto habría conducido al grexit.
Entonces, ¿quién perseguía realmente un “Plan B”? En retrospectiva, Galbraith escribe que la tarea del grupo de trabajo no había sido hacer recomendaciones para una salida del euro. Y por eso no las hicieron. “Nos preparamos para un escenario que todo el mundo esperaba poder evitar. Quien planeó un golpe de estado, evidentemente, no fue el grupo de Yanis Varoufakis.
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