Cómo hemos llegado hasta aquí
La situación en Turquía previa al referéndum bien podría describirse como una Crónica de una Muerte Anunciada. Erdoğan usó el intento de golpe de Estado fallido del pasado julio como excusa para desatar una agresiva persecución contra cualquiera que se pusiera en su camino. Estudiantes, académicos, periodistas y ciudadanos que se opusieron a su régimen fueron puestos en el punto de mira, suspendidos de sus profesiones, golpeados, torturados. Diarios y empresas que pertenecían a la oposición fueron clausurados y la atmósfera general fue envenenada por el miedo y la sospecha. Hace ya años que los kurdos y los izquierdistas llevan siendo intimidados por el gobierno. Ahora lo mismo se aplica a los demócratas y los liberales que se han atrevido al criticar al régimen.
Miedo y odio en los colegios electorales
En el propio día del referéndum, las cosas fueron de mal en peor. En las regiones donde se predijo que ganaría el “no”, se enviaron soldados para patrullar dentro de los colegios electorales con el claro objetivo de intimidar a los votantes. Representantes del AKP fueron descubiertos haciendo trampa. A veces forzando a refugiados sirios a que depositaran una papeleta que les había sido entregada por miembros del AKP, a veces depositando docenas de votos del “Sí” ellos mismos, miembros del partido del gobierno hicieron una auténtica farsa del procedimiento democrático. Urnas prepreparadas llenas de votos al “sí” fraudulentos fueron contadas, vehículos militares patrullaron los barrios kurdos e incluso se cortaron conexiones a internet para evitar que todo este desastre fuera conocido en el resto del mundo.
Pero los demócratas turcos resilientes hallaron maneras de resistir. Vídeos grabados con móviles que mostraban claramente el empleo de tácticas fraudulentas por parte de representantes de Erdoğan ya se han hecho virales. Con la mayoría de sus líderes entre rejas, el HDP condenó abiertamente el fraude. Incluso políticos conservadores como Meral Axener se han resistido a la transformación de la república de Turquía en el régimen unipersonal de Erdoğan. La resistencia más activa procedió del movimiento feminista. Las mujeres en Turquía protestaron contra el AKP, pintaron la palabra “no” en sus cuerpos y colgaron prendas púrpuras de las ventanas como signo de oposición al gobierno. Ellas saben bien que las mujeres son las primeras víctimas cuando prevalecen la regresión social y el autoritarismo, y demostraron que no lo van a tolerar.
Los líderes europeos en la cama con el sultán
Los funcionarios de la UE ahora se pronuncian contra las tácticas autoritarias, pero suena realmente a lágrimas sobre agua pasada. Ya hace mucho tiempo que el régimen turco vio que los salarios en Turquía eran bajos, y este ha sido el único criterio de inversión de muchas empresas europeas que operan en Turquía. Él era el hombre correcto y los funcionarios de la UE echaban la vista a otro lado cuando les hablaban sobre la opresión en Turquía. Además, durante la crisis de refugiados, Erdoğan jugó sus cartas con Merkel porque sabía que le necesitaban. Le necesitaban porque temían luchar contra la retórica antinmigrantes dentro de la UE, y por tanto querían pasar el problema a un tercero. Muy convenientemente, Turquía se convirtió en lugar seguro para enviar (en realidad, para desechar) de vuelta a los inmigrantes. Ahora que todo el mundo ve quién es realmente Erdoğan, los burócratas de la UE fingen sorpresa. Pero son responsables de ignorar violaciones de los derechos humanos solo para servir a sus politiqueos.
Consecuencias
Importantes organizaciones por los derechos humanos advierten que esta situación puede empeorar. Los intelectuales turcos avisan a la comunidad internacional a estar alerta frente a un drama que se desarrolla ante nuestros propios ojos: la transformación de la democracia parlamentaria turca en despotismo. El monopolio de poderes de Erdoğan combinado con la reintroducción de la pena de muerte, tendrá como consecuencia más terror para cualquiera que ose oponerse a su régimen.
¿Y qué hay de Grecia?
En contraste con los nacionalistas que siempre dicen “cuidado con los turcos”, vemos un peligro profundo. Nosotros decimos “cuidado con el despotismo”. Aunque sabemos que los gobiernos autoritarios suelen tender también al imperialismo, no creemos que una carrera armamentística vaya a funcionar contra las tendencias potenciales del régimen de Erdoğan.
Vemos la lucha de la gente turca por la democracia y la libertad como nuestra propia lucha común. Podemos identificarnos con la gente turca no solo por nuestro entendimiento cultural y relaciones vecinales. Podemos sentirnos identificados porque también hemos sido víctimas de la falta de respeto hacia la voluntad de la gente. No solo en el pasado con las dictaduras militares sino también recientemente tras nuestro propio referéndum. Aquí, el fraude no ha sido en las urnas y los soldados se han mantenido en sus bases, pero, en esencia, el resultado del referéndum no fue respetado por los líderes de la UE y, desafortunadamente, los líderes griegos sucumbieron a esta injusticia. Eso lleva al pesimismo y la desesperación a la gente griega y supone un peligro: cuando la gente siente que su voz no puede ser oída por el gobierno, se abre el camino al autoritarismo.
Así que tenemos un doble deber: en primer lugar, mantenernos firmes con nuestros hermanos y hermanas de Turquía que luchan por la democracia y ayudar a que su voz se oiga en todo el mundo. Mientras, también tenemos que luchar contra la apatía y la desesperación y comenzar un movimiento democrático y pacífico que forzará a las élites a respetar la voluntad popular.
Luchar por la democracia es el único camino hacia la paz y la prosperidad, y esa es una lucha que queremos tener junto a los ciudadanos europeos y turcos. Hagamos que un movimiento europeo de solidaridad y unidad sea nuestra arma contra el autoritarismo.
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