Wolfgang Schäuble puede haber abandonado el Ministerio de Finanzas, pero su política de convertir la Eurozona en una jaula de hierro de austeridad, que es la antítesis misma de una federación democrática, pervive.
Lo que destaca de la experiencia del Dr. Schäuble es cómo invirtió desmesuradamente en mantener la fragilidad de la unión monetaria, en vez de erradicarla con tal de hacer que la Eurozona fuera macroeconómicamente sostenible y resiliente. ¿Por qué pretendía el Dr. Schäuble mantener la fragilidad de la Eurozona? ¿Por qué, en este contexto, se mostraba siempre tan entusiasta de mantener la amenaza del grexit? La respuesta, simplemente, es: porque un estado de fragilidad permanente era instrumental para su estrategia de usar la amenaza de expulsión del euro (o incluso la salida de Alemania del mismo) para disciplinar a los países deficitarios – y, ante todo, a Francia.
En el fondo del pensamiento del Dr. Schäuble residía la creencia de que, puesto que una federación es inviable, el euro es un régimen de tasa de cambio fija glorificado. Y la única manera de mantener la disciplina dentro de dicho régimen era mantener viva la amenaza de expulsión o de salida. Pero para mantener viva esa amenaza, la Eurozona no podía permitirse desarrollar los instrumentos e instituciones que impedirían su fragilidad. De este modo, la fragilidad permanente de la Eurozona era, desde la perspectiva del Dr. Schäuble, un fin en sí mismo, en vez de un fracaso.
El ascenso del Partido Democrático Libre (FDP) se encargará de que la marcha de Wolfgang Schäuble no altere la política de hacer lo que sea necesario para prevenir la evolución de la Eurozona como una macroeconomía sostenible. La única promesa del FDP a sus votantes era prevenir que cualquiera de los planes de Emmanuel Macron, sobre una federación ligera, pudiera llegar a acuerdos, y conseguir el grexit. Aún peor, mientras que Wolfgang Schäuble comprendía que la combinación de austeridad y nuevos préstamos resultaba catastrófica para países como Grecia (pero insistía en ellas como parte de su campaña de disciplinar a Francia e Italia), sus sucesores del FDP en el Ministerio de Finanzas probablemente no serán tan «avispados», creyendo que la «medicina dura» es el método adecuado.
Y así, la crisis interminable de la economía social de Europa, que alimenta a los monstruos políticos xenófobos, continúa.
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