Stefano Fassina - Yanis Varoufakis

¡Unir fuerzas! En respuesta a Stefano Fassina

Stefano Fassina señala que en mi artículo “DiEM25 y la izquierda europea tras el brexit” no menciono su opción preferida para los Estados miembros de la Eurozona: permanecer en la UE, pero abandonar el euro. Por supuesto, el motivo por el que mi artículo no mencionaba esa posición es porque se centraba en el brexit y se dirigía a los “lexiters” como Tariq Ali y Stathis Kouvelakis que argumentan, desde una posición de izquierdas, a favor del abandono absoluto de la UE, es decir, estrategias tipo brexit. Pero con mucho gusto comentaré la opción preferida de Stefano (en la UE, pero fuera del euro).
 

¿Un “divorcio amistoso” de la Eurozona?

Stefano invocó a Joe Stiglitz quien, en su reciente libro sobre el euro, recomienda un “divorcio amistoso” que llevaría a la creación de por lo menos dos nuevas monedas (una para los países deficitarios y otra para los países de superávit). Puesto que recientemente he discutido esto con Joe Stiglitz, tal vez sea útil compartir los puntos clave de nuestra discusión con Stefano y nuestros lectores.
En mi correo electrónico a Joe, expresé escepticismo acerca de que un “divorcio amistoso” sea posible en absoluto. Desde el momento en que se hace público que se está discutiendo sobre un “divorcio” una gran cantidad de dinero que podría haber sido destinado a inversiones abandonará los bancos de los países destinados a la devaluación, en dirección a Frankfurt. En ese punto, los bancos de los Estados miembros deficitarios colapsarán (puesto que se quedarán sin la garantía aceptable del BCE) y los Estados miembros impondrán controles astringentes de capital y moneda, junto a los funcionarios en aeropuertos que comprueben maletas y/o límites estrictos para retirar dinero en efectivo. Esto significaría el fin no solo de la unión monetaria sino también de (el ya malherido) Tratado de Schengen.
Mientras los depósitos bancarios sean redenominados, muchos activos pertenecientes al Bundesbank y a los bancos centrales de otros países de superávit (p. ej. los Países Bajos), que son la responsabilidad de los países deficitarios, desaparecerán, causando un alboroto de indignación en Alemania y los Países Bajos. Bajo tales circunstancias, y dado el avanzado estado de desintegración de la UE, es casi seguro que la disolución de la Eurozona será cualquier cosa menos amistosa.
Joe Stiglitz me respondió de la siguiente manera: “Tienes toda la razón de que en el mismo momento en que cualquier país contemple el abandono, se habrían de imponer controles de capital… La huida seguramente ocurrirá antes, cuando parezca que un partido que defienda un referéndum tiene puntos para ganar. Así que las decisiones difíciles sobre imponer controles de capitales probablemente las afronte, irónicamente, un gobierno proeuropeo. Si se atrasa, para cuando llegue la fecha de las elecciones, el país puede estar hecho añicos. La imagen de lo que le depara a Europa no es nada bonita”.
En conclusión, es una fantasía pensar que la UE pueda supervisar una desintegración amistosa de la Eurozona. De hecho, es difícil imaginar que la UE pueda sobrevivir a una ruptura de la Eurozona.

¿Es DiEM25 la estrategia de Desobediencia Constructiva un mero farol para un país de la Eurozona?

Stefano Fassina escribe: “Mientras que la estrategia de ‘desobediencia obstinada’… puede ser efectiva en un país de la UE que todavía controle su moneda y su banco central nacional, es, lamentablemente, un farol para un país de la zona del euro bajo grave estrés económico, social y financiero, como el caso griego dejó dramáticamente claro”.
Lo que evidenció el aplastamiento de la Primavera de Atenas no fue que yo me hubiera marcado un farol. Simplemente demuestra que la derrota de un gobierno bajo presión es inescapable si está dividido. Hablando como ministro de Finanzas en aquel periodo, puedo asegurar al lector, y a Stefano, de que no me estaba marcando un farol. Un farol significa que finges tener una carta, o preferencias, que no tienes; o que harás algo que no pretendes hacer. Cuando decía que no estaba dispuesto a firmar el tercer acuerdo de rescate, dije en serio cada palabra. ¿Por qué? Porque había categorizado los resultados potenciales en el siguiente orden: (1) un acuerdo viable con la troika; (2) ser expulsados de la Eurozona; (3) firmar el tercer acuerdo de rescate. Mientras que la opción 1 era, de lejos, la favorita, y el grexit tenía un enorme coste tanto para Grecia como para el resto de Europa, el tercer acuerdo de rescate fue el peor resultado posible para todo el mundo. En pocas palabras, no hubo ningún farol cuando proclamé que no firmaría ningún acuerdo basado en (i) un alivio sustancia de la deuda, (ii) un objetivo primario de superávit de nada más que un 1,5%, y (iii) reformas profundas que afectaran a los oligarcas (en vez de a los ciudadanos más débiles).
Si mi gobierno hubiera estado unido en esta evaluación, nuestra evaluación original, no nos habríamos echado atrás y como consecuencia, o la troika habría cedido o habríamos tenido que crear nuestra propia liquidez denominada euro (que tendría, naturalmente, una tasa de cambio en euros de papel – como es, hoy en día, bajo los controles de capital impuestos por el BCE). En ese punto, Bruselas-Frankfurt-Berlín tendrían que haber tomado su decisión: echarse atrás desde el límite o expulsarnos del euro violando así muchas de las reglas de la propia UE. Apenas cabe duda de que habrían optado por la primera (ya que el grexit hubiera costado a la Eurozona cerca de un billón de euros). Pero habría permanecido impasible si no lo hubieran hecho.
Stefano pregunta correctamente: “¿Qué gobierno nacional podría negociar violaciones relevantes de las normas sin una alternativa factible sobre la mesa?” Por esto es por lo que, mucho antes de abandonar el cargo, empecé a trabajar en dos planes: primero, un plan de disuasión con el que pausar al BCE antes de que cerrara nuestros bancos. Segundo, un Plan X que fuera activado cuando, y si, la troika eligiera expulsarnos de la Eurozona. Sin embargo, hay que decir que la idea de que estos planes pudieran hacerse operativos antes de la ruptura es tan fantasiosa como la de una desintegración amistosa de la Eurozona (ver más arriba). Sencillamente, cualquier intento de hacer que estos planes fueran operativos desencadenaría una salida instantánea de la Eurozona: una salida que sucedería mucho antes de que se hicieran operativos. Lo que significa que el coste a corto plazo de una ruptura está condenado a ser enorme. Aun así, este fue un coste que la mayoría de la gente de Grecia nos había pedido ignorar en la búsqueda de su emancipación de la servidumbre a la deuda.

Falsa conciencia

Stefano hace una buena observación al recordarnos que el euro no es simplemente la querida de los grandes negocios, sino que tiene amplio apoyo desde muchos ámbitos: los sindicatos alemanes que se han incorporado al modelo mercantilista, personas bienintencionadas de clase media tanto del norte como del sur, etc. Esto es así, por razones que he expuesto en mi reciente libro “¿Y los pobres sufren lo que deben?” Pero esto, según me parece, es una excelente razón para evitar convertir la desintegración de la Eurozona en nuestro objetivo (dado que un “divorcio amistoso” es una imposibilidad, y los europeos entienden que es así) y, en vez de eso, centrarnos en una estrategia de proponer políticas sensatas que convenzan incluso a aquellos que permanezcan leales a la idea del euro. Entonces, si la troika decide, en su habitual manera autoritaria y violenta, amenazar al gobierno elegido democráticamente con cierres bancarios y restricciones de liquidez, entonces incluso aquellos que estuvieron a favor del euro saldrán a las calles a defender a su gobierno. ¿No es eso lo que sucedió en Grecia el 5 de julio de 2015?

Conclusión

Stefano Fassina concluye llamando a la unidad entre los progresistas de Europa: “Mi objetivo es unir fuerzas”, escribe. Esta es la raison d´être de DiEM25: unir fuerzas a través de todas las fronteras nacionales y líneas de los partidos políticos.
Como Stefano, yo también pienso que la Eurozona se está desintegrando, probablemente de una manera que también provocará la muerte efectiva de la UE. Sin embargo, mi diferencia con Stefano es que no veo razón por la que debamos adoptar la desintegración de la Eurozona como nuestro objetivo. De hecho, considero tal adopción un error político grave. Nuestra tarea común, como sugiere DiEM25, es diseñar una Agenda Progresista para Europa, una que disponga:
• A nivel nacional, gobiernos progresistas nacionales que ofrezcan a su gente un exhaustivo Plan A: un vistazo a cómo, bajo el sistema actual, se puede devolver la esperanza a su país. Al mismo tiempo, en los países de la Eurozona, han de tener un Plan de Disuasión a punto para cuando el BCE y la troika respondan al Plan A del gobierno progresista con amenazas de cierres bancarios, restricciones de liquidez, etc. Y, por último, deben tener un tercer plan (Plan X, como yo lo llamo) para cuando/si el “centro” maquine su expulsión de la Eurozona.
• A nivel paneuropeo, necesitamos ofrecer a los europeos un Plan A para Europa o un New Deal europeo, como lo llama DiEM25: un vistazo a cómo, en pocas semanas, con los tratados actuales, se puede recuperar la esperanza, el desarrollo y la democracia por toda Europa. Este Plan A debe incluir una guía sobre cómo gestionar (tan bien y tan suavemente como sea posible) la dolorosa desintegración de la Eurozona y de la UE.
Con este fin, un comité de expertos de DiEM25 ya ha comenzado a trabajar para crear políticas exhaustivas en los niveles tanto nacional como paneuropeo. Al mismo tiempo, los miembros de DiEM25 llevarán a cabo un trabajo similar a nivel de base. Los temas tratados incluyen las divisas, el sistema bancario, la deuda pública, la inversión y luchar contra la pobreza. La responsabilidad es crear una Estrategia Política de New Deal Europeo que sea presentada a principios de febrero de 2017, para que pueda ser debatida, en un evento especial de dos días, en París la última semana del mes, justo antes de que empiece oficialmente la campaña de las elecciones presidenciales francesas.
Hay poco tiempo que perder. Europa se está desintegrando sin un plan para detener su desintegración ni para gestionarla. DiEM25 invita a todos los progresistas europeos a unirse a la tarea masiva de desarrollar este plan: la Estrategia Política de New Deal Europeo dentro del contexto de una amplia Agenda Progresista para Europa.

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