DiEM25 propone cómo hacerlo, ¡ahora!
Las personas están muriendo por miles cada día, miles de empresas se declaran en quiebra y millones de personas languidecen bajo medidas de confinamiento draconianas. Al mismo tiempo, los centros de vacunación se ven retrasados debido a la escasez de suministros de vacunas.
El programa de adquisición de vacunas de la UE ha resultado ser un fiasco muy caro. Para preservar el eje franco-alemán, encargaron 300 millones de dosis a una empresa francesa que no produjo ninguna, y muy pocas a la empresa alemana que, hasta ahora, exporta la mayor parte de su producción de vacunas hacia el Reino Unido, Israel, Estados Unidos, etc. Hoy, las dos principales empresas que pueden suministrar las tan necesarias vacunas han anunciado nuevos recortes en las entregas a los países de la UE.
Este fiasco, y las vidas que perderemos innecesariamente, plantean la interrogante política: ¿Qué hay que hacer ahora para limitar el coste humano y económico del último fracaso de la UE? Hay que resolver dos problemas: ¿De dónde vendrá el dinero para garantizar que las vacunas sean gratuitas para todos? Y, ¿qué hacer con la Gran Industria Farmacéutica, un puñado de empresas multinacionales que tienen bajo chantaje a poblaciones enteras?
¿Quién debe pagar? La respuesta de DiEM25
Los bancos centrales están imprimiendo montañas de dinero que pasan a los bancos que, a su vez, lo inyectan en las grandes empresas que utilizan el dinero para recomprar sus acciones y así aumentar su valor en papel (y, por supuesto, el sueldo de sus directores). Desde que comenzó la pandemia, el Banco Central Europeo ha impreso 1.7 billones de euros con ese propósito. Por lo tanto, la respuesta es clara:
El Consejo Europeo debe ordenar inmediatamente al Banco Central Europeo que pague las cantidades necesarias para comprar todas las dosis de la vacuna que necesitan los europeos, más otra cantidad igual, libre de cargos, que se enviará a los países en desarrollo.
En resumen, utilizando el considerable poder monetario del BCE, el coste de acelerar la producción y la distribución de las vacunas puede ser cubierto de forma inmediata y justa. Además, es nuestro deber como europeos utilizar este poder para hacer llegar a los países en desarrollo, que carecen de un poder similar, las vacunas que su población necesita, y así dar el ejemplo a otros bloques económicos ricos.
¿Qué hacer con las Grandes Industrias Farmacéuticas?
El complejo médico-industrial representa un peligro evidente y presente para los ciudadanos europeos. Utilizan los recursos proporcionados por nuestros Estados (por ejemplo, la financiación directa de la investigación y todo el conocimiento acumulado de los científicos formados por los Estados) para producir medicamentos y vacunas que luego monopolizan a través de las patentes, que resultan especialmente lucrativas durante emergencias como la actual pandemia. Gravarlas y regularlas es importante, pero no suficiente. La cuestión central son los derechos de propiedad sobre sus patentes. El cuestionamiento de esto sólo puede ser parte de un desafío a los principios más básicos del capitalismo.
En el contexto del impulso Poscapitalista de DiEM25, éste hace campaña por un cambio en el derecho mercantil para que los ciudadanos, representados por la UE, adquieran acciones de las empresas farmacéuticas que operan en la UE, y así, como copropietarios, poder beneficiarse directamente de nuestros programas públicos de investigación y financiación.
Sólo cuando se socialicen los derechos de propiedad sobre las patentes, la sanidad pública será viable.
¡El momento de actuar es ahora!
Sólo mediante una intensificación a gran escala de la producción de la vacuna contra la COVID-19, los programas de inoculación funcionarán a pleno rendimiento, evitando así una crisis económica y humanitaria aún mayor tanto en Europa como en el resto del mundo.
DiEM25 exige que el Consejo Europeo dé luz verde a sus instituciones, principalmente al Banco Central Europeo, para gastar lo que sea necesario para acabar con la pandemia. Además, llamamos a los progresistas europeos a que se unan a nosotros en una campaña para transformar los derechos de propiedad sobre las vacunas y los medicamentos que salvan vidas.
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