La semana pasada, 150 países adoptaron el Pacto de Migración de las Naciones Unidas, asegurando la mayoría necesaria de dos tercios. En la ciudad marroquí de Marrakech, votaron a favor de un acuerdo no vinculante para una migración segura, ordenada y regular y prometieron cooperar más y aliviar a los países que actualmente reciben una afluencia de migrantes.
La adopción del Pacto se produjo tras meses de negociaciones. En julio, los 193 miembros de la ONU -excepto los Estados Unidos- concluyeron el pacto. Los Estados Unidos de Trump habían abandonado las negociaciones en abril del año pasado, y Hungría y Australia pronto le siguieron. A finales de octubre, Austria se había despegado, lo que llevó a Bulgaria, la República Checa, Polonia, Eslovaquia y Suiza a seguir su ejemplo. Israel, Croacia, Chile y la República Dominicana también se negaron a firmar.
En Europa, los gobiernos de Bélgica, Holanda y Alemania fueron presionados por la extrema derecha, refiriéndose al pacto como subversivo, llamándolo una invitación abierta a toda África y Oriente Medio para que vinieran.
El alboroto diplomático es a la vez un escándalo moral y un gesto absurdo. De hecho, el pacto no aporta nada nuevo ni vinculante, sino que resume los pros y los contras de la migración. La mayoría de los acuerdos sobre migración han sido asegurados en otros tratados, que establecen los derechos básicos que los Estados no pueden violar.
Si buscas una respuesta más esperanzadora y pragmática a la afluencia de inmigrantes en el sur de Europa, deberías echar un vistazo al Programa de Primavera Europea de DiEM25. Aunque se trata sobre todo de una crisis económica que debemos abordar (ver nuestro New Deal Europeo), debemos estar preparados para dar la bienvenida a los recién llegados a Europa. Deberíamos empezar por medidas de emergencia para hacer frente a la crisis humanitaria de Europa. Queremos un sistema común paneuropeo de asilo para todos los recién llegados, con financiación de la UE condicionada al cumplimiento y pleno respeto hacia los acuerdos europeos, la Carta de los Derechos Fundamentales y la Convención de los Refugiados.
Nuestro sistema de asilo prohibirá a Europa devolver a los solicitantes de asilo a un país en el que corran el riesgo de ser perseguidos. En cambio, los países europeos facilitarán a los refugiados y a los solicitantes de asilo establecerse donde tengan mejores perspectivas de empleo, lazos familiares más fuertes o mejores conocimientos lingüísticos. Mientras tanto, debemos considerar los derechos y las necesidades de las comunidades de acogida tanto como las de los migrantes. Presentaremos un nuevo Programa de Integración e Inversión que dirija la financiación de la UE a los municipios que acogen a los recién llegados en sus comunidades.
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