Ha sido con gran pesar que he sabido del fallecimiento de Michel Rocard. Desde 2013, cuando escribió el Prólogo a nuestra Modesta proposición para resolver la Crisis de la Eurozona, Michel ha sido un interlocutor y simpatizante muy valioso. Hace tan solo unas pocas semanas, planeábamos reunirnos en París en otoño para discutir su futura contribución a DiEM25. Le echaremos de menos.
Prólogo de Michel Rocard a “Una modesta proposición para resolver la crisis de la Eurozona”
“Una modesta proposición”: Me encanta este título. Y la proposición es bien modesta. Es modesta en el sentido de que no requiere la modificación de ningún tratado. También es modesta en que nunca ataca directamente la posición soberana de ningún gran estado, como Alemania.
Finalmente, la proposición es modesta en el sentido de que no se presenta como nada más que un pequeño jugueteo financiero, sin iniciar un debate ruidoso sobre propuestas fundamentales aunque polémicas. Pero no es modesta ni en su ambición, ni en su inteligencia ni mucho menos en su importancia. Su ambición la indica el propio título: no busca nada menos que “resolver la crisis de la Eurozona”. Hemos estado inmersos en esta crisis durante cinco o seis años. Cada una de las soluciones improvisadas sobre los mecanismos, procedimientos e instituciones comunitarias del euro han provocado nuevos estremecimientos y han llevado a un nuevo status quo que, para muchos de los involucrados, está lejos de ofrecer un consuelo duradero.
Aunque la crisis pueda parecer menos inminente que hace un tiempo, el hecho de que los gobiernos se endeudaran para limitar los riesgos causados por el enorme crash financiero de 2006-2008 todavía deja una amenaza permanente que se cierne sobre dieciocho países que usan la moneda, cuya deuda pública se denomina en euros, amenazado así al propio euro. Esta amenaza se dirige a la moneda y también al esfuerzo social de dieciocho estados para conseguir una fuerza colectiva que sea digna de su historia. La amenaza, pues, es geopolítica y global, igual que la aspiración a superarla.
La inteligencia de la proposición es digna de su ambición. Al combinar distintos ámbitos de conocimiento (incluyendo la macroeconomía, la ciencia financiera o el derecho financiero público), que raramente se relacionan, para integrar sus lecciones más sofisticadas, la proposición depende de un uso sutil del estrecho espacio de maniobra que algunos actores retienen de sus tratados, inspirados completamente por la sospecha mutua entre estados firmantes, así como entre los estados y las instituciones que estos crearon. A su vez, también se fundamenta en las más importantes intuiciones de la economía, que durante décadas han estado desestimadas por las autoridades monetarias.
Esta proposición, por tanto, afirma lo improbable: que bien podría haber una solución.
Dejaré al lector que experimente la sorpresa y el placer de leer este libro. En cuanto a mí, no encontré ninguna objeción insalvable que haga sus afirmaciones imposibles.
En cuanto a su significado, el libro no podría ser más serio. Lo que está en juego es, simplemente, si Europa está condenada a una recesión cuyos efectos inmisericordes no dejan otra opción que el declive o si una visión diferente de los mecanismos económicos y sus reglas puede llevar a alternativas menos alarmantes. Este es el reto a que los estados a los que se dirige este “modesta proposición” deben responder. El precio de la tan necesitada respuesta positiva es la destrucción de los peligrosos tabús maltusianos que sellan nuestro destino hoy en día.
-Michel Rocard, exprimer ministro, Francia.
Modeste proposition pour résoudre la crise de la zone euro (una modesta proposición para resolver la crisis de la Eurozona), de James K. Galbraith, Stuart Holland y Yanis Varoufakis, con prólogo de Michel Rocard, Les Petits Matins/Institut Veblen, enero de 2014.
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