Montenegro atrapado entre el nacionalismo y la corrupción

Como muchos otros países, Montenegro sustituyó a los corruptos neoliberales por populistas de derecha relacionados con la Iglesia. Pero cuando esto ocurre en los Balcanes, las consecuencias son totalmente diferentes de lo que pasaría en el resto del mundo, debido a su historia reciente plagada de guerras, imperialismo, y nacionalismo.

En el momento en que el Socialismo Real se derrumbó, todos los fantasmas del pasado volvieron para atormentarnos. Por supuesto, fueron multiplicados y fortalecidos por políticos que tenían un objetivo muy particular en la mente: la privatización de todo por unos cuantos céntimos para llenarse los bolsillos. Lo lograron invocando los poderes del nacionalismo extremista. La gente lloró cuando Tito murió porque inconscientemente sabían que algo mucho peor estaba por llegar.

Décadas después seguimos viviendo con la misma incertidumbre, pero desgraciadamente difiere en un aspecto y es que no queda esperanza, mientras la maldición sigue vigente. Ahora, el país entero y hasta toda la región de los Balcanes, está pendiente a diario de la situación política. Pero hemos perdido la esperanza. “Oramos” para que una opción menos mala aparezca. “Oramos” para que seamos todos ciudadanos iguales en un Montenegro libre de nacionalistas que niegan nuestra identidad, y libre de elites políticas que nos dicen que los montenegrinos no existen. “Oramos” para que estas elites, que pretenden ser montenegrinos comprometidos cívicamente, dejen de esconder su corrupción y nepotismo bajo una bandera. Pero cuando el gasto medio es el doble del sueldo medio y añades a esto agendas ideológicas de mal agüero, la gente se vuelca hacia el nacionalismo y no paran de escucharse las mismas historias chauvinistas una y otra vez. Y mientras tanto, la fractura entre las clases no para de ampliarse.

El páramo post socialista en Montenegro

En 1989, el DPS (Partido Democático de los Socialistas; de todos modos los nombres de los partidos en Montenegro realmente no significan nada, porque la mayoría de ninguna manera es socialista) llegó al poder. Estos políticos, que ahora son abiertamente montenegrinos “liberales”, eran serbios de extrema derecha en los tiempos en los que era popular serlo y esto servía a sus intereses. Estas mismísimas personas, que colaboraron con Milošević (en particular bombardeando Dubrovnik y extraditando musulmanes durante la guerra), ahora se presentan a sí mismos como la vanguardia de la paz y del bienestar en Montenegro, ignorando por completo de este modo el hecho de que se “convirtieron” en montenegrinos solamente cuando era redituable. Cuando se demostró claramente que después de siglos de lucha los montenegrinos estaban finalmente preparados para reclamar su autonomía, soberanía, e independencia, bajo el liderazgo del muy controvertido Milo Đukanović, el DPS decidió dar la espalda a Slobodan Milosević y convertirse en pro “occidental”.

Esto les despejó el camino para liderar la “transición”. De esta manera, estos políticos neoliberales han podido seguir robándole sencillamente todo a este hermoso país, privatizando las playas, destrozando la naturaleza para construir hoteles para ellos mismos y sus oligarcas preferidos, ignorando totalmente el norte del país, destruyendo el sistema de salud público, y dejándonos huérfanos de cualquier institución aceptable. Los bienes del país pertenecen exclusivamente a unas pocas familias (la mayoría a los Đukanović) y a sus socios de las instituciones multinacionales. Mientras tanto, la gente recurre a la religión y a la comida gratuita de las cocinas de las iglesias. El gobierno, al no involucrarse en el asunto, dejó que los líderes religiosos alimenten al pueblo, creando de este modo el caldo de cultivo para el adoctrinamiento chauvinista.

Y por fin, ocurrió. Después de varios escándalos, el reino del DPS se acabó cuando perdió las elecciones. Curiosamente, la razón de esta derrota electoral no fue un castigo por su nepotismo o por su corrupción, sino que principalmente fue el intento de regularización del estatuto de la Iglesia Ortodoxa Serbia (Srpska Pravoslavna Crka – SPC) en Montenegro. Durante años, el DPS financió a la SPC con donativos en efectivo y cesión de terrenos a cambio de su apoyo político, o como mínimo, de su silencio. Les fueron entregadas todas las propiedades que pertenecían a la Iglesia Montenegrina antes de la ocupación de 1918. Luego, el DPS promulgó una ley que exigía el control de los certificados de propiedad de los bienes, que desde luego la SPC no tiene en su poder, así que reaccionaron movilizando a la gente durante ceremonias públicas.

Parecería obvio que después de 30 años de putrefacción sistémica, corrupción y blanqueo de capitales, el pueblo se rebelara y saliera a la calle masivamente exigiendo una verdadera democracia, derechos civiles y libertad, sin tener que padecer a cambio la pobreza, el desempleo, y la corrupción del sistema judicial. En lugar de esto, gran parte de nuestro país cayó en una distopía aún más oscura y profunda. El camino a la salvación prometida se convirtió en la vía hacia problemas más graves y siniestros, que se sumaron a los preexistentes.

Como muchos otros países, Montenegro sustituyó a los corruptos neoliberales por populistas de derecha relacionados con la Iglesia. Pero cuando esto ocurre en los Balcanes las consecuencias son totalmente diferentes de lo que pasaría en el resto del mundo, debido a su historia reciente plagada de guerras, imperialismo, y nacionalismo. Más aún cuando la elección del gobierno fue la consecuencia de una ola de nacionalismo clerical en conformidad con lo acordado en un monasterio de la Iglesia Ortodoxa Serbia, Iglesia acusada de esconder criminales de guerra, fomentar el relato de la “Gran Serbia” y de favorecer la influencia de Rusia, según un informe de la Comisión Europea. En lo que parecen ser documentos que Europol consiguió, filtrados por SKY, se demostró que la Iglesia llegó a suministrar kaláshnikovs antes de las elecciones por si la candidatura  que apoyaba no las ganaba.

Estábamos preparados para que los nacionalistas serbios de ultraderecha del Frente Democrático (DF), los Demócratas, fuertemente respaldados por el SPC, y el partido “verde” URA, tuvieran por prioridad los temas nacionalistas, pero seguíamos teniendo la esperanza de que cuanto menos se enfrentarían un poco al crimen organizado y al nepotismo. En pocas palabras, esto no ocurrió. Se acogió con los brazos abiertos a las empresas para que exploten al proletariado, no hubo esfuerzos satisfactorios para controlar la inflación, la afiliación a un partido sigue siendo la mejor recomendación y el mejor argumento en un curriculum, se filtraron adrede mensajes sobre la colaboración del primer ministro Abazović (líder de los Verdes) con clanes criminales tristemente célebres, entre muchos otros asuntos. Además de comunicarse con criminales, Abazović, que juró acabar con la mafia y las actividades criminales, se relaciona ocasionalmente con los Night Wolves (una organización de ultraderecha prorrusa prohibida en la UE).

Hemos pedido un cambio, pero lo único que hemos conseguido fue una sustitución. Esta vez bajo la apariencia del chauvinismo cristiano de derecha.

Mientras tanto la opinión pública es manipulada y la cultura destruida. Los autores que hacen apología de la ideología chetnik consiguen premios literarios, la prohibición del aborto ya es debatible, la igualdad de género y los derechos del colectivo LGBTQ+ están empeorando, y la Iglesia está presionando por una educación religiosa en las escuelas públicas. El peligro es real: la Iglesia Ortodoxa Serbia (SPC) es la institución del país en la que más confían los montenegrinos, según las encuestas.

Aún peor, el gobierno difunde mensajes afirmando que los antifascistas son los verdaderos fascistas, y hemos sufrido ataques con gases lacrimógenos en numerosas ocasiones, incluso durante la celebración del alzamiento antifascista. Todo esto es posible gracias al poder del discurso de las elites, que describen a los autoproclamados chetniks (fascistas serbios) y a los partisanos como los dos extremos, uno perteneciente al nacionalismo serbio y el otro al nacionalismo montenegrino; al final, como las dos caras de la misma moneda[1].

Mensajes anti montenegrinos de parte de funcionarios de Serbia respaldan este relato, pretendiendo que Montenegro como nación no existe y que los montenegrinos son criminales y fascistas.

La geopolítica de Montenegro

Miloš Vukanović lo explicó sencillamente: “el intento de demonización de los montenegrinos para defender el nacionalismo serbio, incluyendo todos sus aspectos, que sean positivos o negativos, es similar a la imagen violenta de los ucranianos que Putin elaboró”.

A nivel constitucional, nuestro Montenegro multiétnico se encuentra en una deriva hacia la desintegración y hacia los proyectos imperialistas de “gran Estado”, debido principalmente a problemas internos como el auge de la clericalización y también la iniciativa “Open Balkans”.

Personalidades eminentes critican la iniciativa “Open Balkans” considerándola un proyecto de “gran Estado”, que sustraerá territorios a Montenegro, Bosnia-Herzegovina, y Kosovo para integrarlos en grandes estados como Serbia y Albania; y hasta a Croacia, aseguran algunos. Sin embargo, parece que los medios de comunicación y los políticos le allanan el camino día tras día, de manera que poco a poco la gente empieza a creer que los documentos no oficiales de Jansa, que llamaban a la desintegración de los países multiculturales de los Balcanes (por ejemplo Bosnia-Herzegovina y Montenegro) para crear proyectos de “gran Estado”, no son ninguna ficción.

Todo esto ocurre bajo la mirada atenta y la influencia de Rusia, que tiene la mirada puesta sobre nuestros puertos, y sobre el eslabón más débil de la OTAN. Ahora mismo, mientras estoy escribiendo, Montenegro está padeciendo ciberataques, probablemente orquestados por Rusia. Al principio de la invasión de Ucrania, había carteles exhibidos públicamente en los que se leía “rusos en Ucrania, serbios en Montenegro”.

Lo más triste, es que ahora, la OTAN, organización belicista notoria, pasó a ser la única oposición. Pero es obvio que la realidad es diferente, la OTAN no nos va a salvar, u ofrecernos garantías de seguridad, en caso de que no tengan la garantía de lograr beneficios vendiendo armas. Una vez más, los montenegrinos, bosnios, serbios, albaneses, croatas, extranjeros y otros, son las víctimas de grandes rivalidades políticas, y de la demagogia.

El simbolismo de las naciones, y la nacionalización de los símbolos

Resulta tremendamente complicado describir nuestro contexto político en un único artículo, pero es esencial darse cuenta de que en Montenegro, los problemas entre serbios y montenegrinos no surgen del origen étnico.

En este país, las nacionalidades son fluidas y la gente a menudo define su identidad como serbios o montenegrinos más por su ideología que por su pertenencia a una etnia.

Los diputados del parlamento crearon casi integralmente este relato, así que la gente empezó a asimilar sinceramente las naciones a las ideas, y a los símbolos de los líderes políticos. Si eres partidario de una sociedad liberal, pro OTAN, eres montenegrino, y si te importan más los asuntos sociales que la corrupción, y apoyas la integración de las minorías nacionales (croatas, bosnios, albaneses…), eres un nostálgico de la antigua Yugoslavia. Si eres serbio, apoyas lo contrario, una sociedad conservadora, eres anti OTAN, te centras más en la lucha contra la corrupción, etcétera. Este relato predominante, que hunde al multiculturalismo, se ve ahora propagado por los ciudadanos, porque es lo que oyen de parte de sus representantes[2]. La gente ha olvidado y suprimido totalmente la lucha de clases y el resto de lo que constituye su identidad. Los gobiernos y la oposición no sólo crean la opinión pública, sino que también crean las ideas representadas por las naciones. Hablando en términos psicoanalíticos, esta peligrosa retórica y generalización lleva a la identificación por enajenación, al aceptar estereotipos impuestos por otras personas. Puede hasta considerarse como una forma de neurosis social, y la clave para superarla está en suprimir la intromisión de los relatos imaginarios en las relaciones simbólicas, haciendo desaparecer de este modo las identidades imaginarias inventadas, según la teoría de Lacan.

El derecho a la autodeterminación necesita ser vinculante, y la constitución de Montenegro estipula que es un Estado “civil”, no es un Estado nación, por eso la nacionalidad no debería importarle a nadie. El problema es que las élites se aprovechan de estas situaciones de construcción de nacionalidades.

Una conclusión sin final

Después de haber tenido durante 30 años el mismo partido en el poder, hemos cambiado de gobierno 3 veces en menos de 2 años, y cada uno de ellos parecía condenado al fracaso. ¿Por qué? Porque resulta imposible constituir un gobierno estable con los actuales diputados del parlamento. Son los representantes de divisiones ideológicas más profundas, que han existido en Montenegro desde por lo menos los tiempos de los Blancos y los Verdes, que se convirtieron en los chetniks y los partisanos, y al final en independentistas y unionistas. Añadiendo los problemas estructurales de una democracia partidista, la corrupción y el nepotismo, os aseguro que vivir aquí perjudica la salud mental.

De todos modos, no queda más remedio que seguir arrastrándonos por el barro en compañía de “nuestros” supuestos representantes políticos. Andrej Nikolaidis, novelista de izquierda, escribió:

“Nuestra agonía ha durado ya demasiado tiempo. Y entre nosotros, los que nos quedamos a vivir en este país a pesar de todo, nadie puede asegurar si lo estamos haciendo por una delirante síntesis entre patriotismo y nihilismo o sencillamente porque somos masoquistas. … Y nuestros sádicos siguen torturándonos, una y otra vez…”.

Así que, dejadme dedicar este artículo al Partido Comunista. Gracias por habernos regalado la esperanza, la estabilidad económica, y la fe en la hermandad entre las naciones. Las únicas políticas que ahora mismo siguen válidas son de esa época. … Pensábamos que el fascismo fue derrotado en 1945 y que el capitalismo nunca volvería… Pero llegaron los años ‘90, y esto nunca terminó. Parece que estaremos para siempre atrapados entre ambos.

Notas:

[1] No hace falta decir que muchos serbios fueron partisanos también, pero así es como la historia se desarrolla ahora.

[2] Por supuesto, esto es una cruda generalización a los fines del análisis de la sociedad. Hay muchos serbios de izquierda, y muchos montenegrinos conservadores. Lo mismo ocurre con otras posiciones y puntos de vista.

El calvario de Dusan durante el desfile del Orgullo en Podgorica

Montenegro cambió su gobierno neoliberal corrupto por un gobierno de derecha corrupto hace más de dos años. Fue la consecuencia de una ola de agitación eclesiástica iniciada por la Iglesia Ortodoxa Serbia. La Iglesia organizaba peregrinajes periódicamente, y diseminó el odio hacia los montenegrinos, las minorías nacionales, el colectivo LGBTQ+ y las mujeres.

Un día antes del desfile del Orgullo en Podgorica, organizaron una liturgia pública como contra manifestación para corear en contra del colectivo LGBTQ+, y expresar su discurso de odio. Dusan Pajovic, nuestro Coordinador de Campañas y miembro ex officio del Colectivo Coordinador, llegó al desfile del Orgullo con una pancarta.

“Guardad vuestras liturgias entre vuestras cuatro paredes” se podía leer en ella, refiriéndose a la frase repetida a menudo por los que defienden que las personas del colectivo LGBTQ+ sólo deberían hacer lo que quieren entre las cuatro paredes de sus hogares, es decir en privado, de ninguna manera en público, y no deberían organizar desfiles del Orgullo.

Dusan tenía la intención de afirmar que la gente debería propagar el amor en las calles, y guardar el odio para el ámbito privado.

Pero la reacción no fue la esperada. Con esta pancarta, consiguió que la cobertura se hiciera viral, lo que tuvo por resultado varias amenazas de muerte hacia él de parte de personas supuestamente cristianas.

Apoyamos a Dusan y no nos dejaremos intimidar al defender el derecho de las personas a vivir y expresarse libremente por todas partes, sin importar a quién eligen amar.

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