Macron ha mostrado su desprecio hacia la ciudadanía demostrando una vez más que actualmente estamos viviendo en una “democracia” sin pueblo
El Presidente Emmanuel Macron y su gobierno han querido reformar el sistema de pensiones desde su primer mandato iniciado en 2017. Su primera tentativa en 2020 fue después pospuesta por las protestas generalizadas y la pandemia de COVID-19.
Durante el mes de enero de este año el gobierno inició una segunda tentativa de reforma de las pensiones, esta vez centrándose en retrasar la edad de jubilación de los 62 años hasta los 64. En el momento en que el Consejo de Ministros aprobó el proyecto el 23 de enero, los sindicatos, partidos de la oposición y los ciudadanos se opusieron con todas sus fuerzas a esta reforma.
Los sindicatos y otros grupos organizaron huelgas y manifestaciones semanales para impedir que se vote esta ley. En particular, dos movilizaciones masivas el 31 de enero y 7 de marzo convocadas por varios sindicatos. La convocatoria del 31 de enero movilizó a 2,8 millones de manifestantes en las calles, según la Confederación General del Trabajo (CGT). Las manifestaciones y movilizaciones siguieron su curso; el 7 de marzo fue un día histórico en términos de participación, con más de 300 manifestaciones distintas por todo el país, involucrando a más de 3,5 millones de manifestantes, según sus organizadores.
La reforma es profundamente impopular para el pueblo, los sondeos reflejaron que el 80% de los franceses están en contra y sólo el 16% de ellos a favor. Entre el 68% y el 72% de la población apoya las protestas. Según un sondeo publicado por Le Parisien, un imponente 93% de las personas en edad laboral contestaron que se oponían al retraso de la edad de jubilación.
Fue en este contexto que el gobierno consiguió sacar adelante esta ley en el Senado francés durante la mañana del 16 de marzo, con 193 senadores a favor y 114 en contra. El Senado es la Cámara Alta del Parlamento francés, la elección de sus miembros es indirecta, y tradicionalmente ha sido dominado por la derecha desde el final de los años 1950. Se elige por escrutinio directo y universal a los miembros de la Cámara Baja, la Asamblea Nacional.
Esa misma tarde, el gobierno tomó la decisión de evitar el voto de la Asamblea Nacional, aplicando el controvertido artículo 49.3 de la Constitución para adoptar la propuesta de reforma. Este artículo permite al gobierno evitar la votación en la Asamblea Nacional a cambio de someterse a una moción de censura por parte de la oposición. Macron intentó justificar esta jugada arrogante sosteniendo que “los riesgos financieros son demasiado altos”.
La ira que se gestó durante semanas explotó, y los manifestantes invadieron las calles esa misma tarde, reprimida por la violencia policial en París durante la noche del 16. Macron ha mostrado su desprecio hacia la ciudadanía demostrando una vez más que actualmente estamos viviendo en una “democracia” sin pueblo. En ninguna parte de Europa ha sido tan evidente como en Francia.
Defne Dalkara es miembro del Colectivo Coordinador de DiEM25
¿Quieres mantenerte informado/a sobre las actividades de DiEM25? Suscríbete aquí