Yanis Varoufakis - Illustration by Joe Ciardiello

Salvar a la Vaca Sagrada

Este artículo de Atossa Araxia Abrahamian fue publicado originalmente en la edición del 28 de mayo de 2018 de la revista The Nation y se reedita con permiso.


 
Cuando Yanis Varoufakis, el exministro de Finanzas griego que espera convertirse en el próximo primer ministro del país en 2019, adquirió prominencia internacional tras la crisis financiera, fue uno de esos políticos de izquierdas críticos con las instituciones económicas de Europa, aunque no necesariamente con la idea de Europa en sí. Ya de joven, a Varoufakis siempre le había sorprendido la idea de una Europa unida como una forma de «forjar lazos que no se basen en el parentesco, la lengua, la etnia,[o] un enemigo común, sino en valores comunes y principios humanistas». Su breve paso por el gobierno de Syriza nunca sacudió esa convicción, pero sí dio forma a sus ideas sobre cómo debería reformarse Europa, y a su trilogía de libros sobre la crisis financiera – «El minotauro global»; «¿Y los pobres sufren lo que deben?»; y «Comportarse como adultos»-, junto a su libro «Economía sin corbata: conversaciones con mi hija», todo ello hace avanzar su visión de un sistema internacional más democrático.
El problema con Europa es que no es una unión política, sino monetaria. Peor aún, las decisiones clave sobre el gasto y los préstamos las toman los tecnócratas alemanes y franceses, no los representantes estatales electos que actúan según los deseos de sus electores. Las propuestas de reforma de Varoufakis, presentadas a través de su nuevo movimiento paneuropeo, DiEM25 («Día 25» en latín), son amplias y admirables. Espera que de la estructura actual de la UE surja algo así como un Estados Unidos de Europa, en el que los europeos compartan derechos y responsabilidades tanto en los buenos como en los malos tiempos, con la ayuda de los bancos centrales del continente, que pondrían en común los beneficios de sus diversas inversiones en un depósito común para asegurar la economía en momentos de crisis o escasez. Una parte de cada oferta pública inicial realizada en la UE se destinaría asimismo a un dividendo universal para todos los europeos; se garantizaría a los ciudadanos un trabajo digno en su país de origen, para evitar la migración involuntaria. Del mismo modo, se aplicaría un impuesto de sucesiones común, independientemente de dónde vivan (o mueran) las personas.

 
 

Puedes leer al artículo completo (en inglés) aquí.
 


 
Salvar a la Vaca Sagrada” por Atossa Araxia Abrahamian fue publicado originalmente en la edición del 28 de mayo de 2018 de la revista The Nation y es reeditado con permiso. Fundada por abolicionistas en 1865, La Nación ha hecho una crónica de la amplitud y profundidad de la vida política y cultural, desde el debut del telégrafo hasta el surgimiento de Twitter, sirviendo como una voz crítica, independiente y progresista en el periodismo estadounidense.
Illustración: Joe Ciardiello

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