Ayer, los sindicatos franceses se movilizaron en las calles de Francia contra el embiste del presidente Macron para desregular el mercado laboral. El paso de Macron es mucho más que una simple lucha ideológica sobre cómo abordar el desempleo de Francia: tiene lugar en un contexto europeo más amplio, que merece profundidad.
Hace tres años, el entonces presidente francés Hollande, como si pidiera clemencia, dijo: “No nos pidáis hacer en cinco años… lo que nuestros amigos alemanes hicieron en más de diez años en un contexto económico mucho más favorable y sin ninguna restricción del déficit público”. En aquel momento, Berlín se estaba impacientando con la reticencia de París a imitar sus propias reformas del mercado laboral, y estaba presionando a Francia para que tomara medidas similares. Estas reformas “estructurales” reflejaban el nuevo paradigma europeo de austeridad y convergencia neoliberal, que estaban orientadas a dos cuestiones.
Primero, a disfrazar la “moderación” salarial, la erradicación de los derechos laborales duramente ganados y la aniquilación de los sindicatos bajo falsas promesas de impulsar el empleo, fomentar el emprendimiento y permitir que la inversión florezca como resultado.
Segundo, y más crucial aún, armonizar la “flexibilidad” del mercado laboral francés con Alemania como parte del plan definitivo para Europa de Wolfgang Schäuble: allanar el camino para un establecimiento de facto de un directorado de la troika en París y otras capitales europeas.
Ante las elecciones alemanas de este mes, el presidente Macron no se muestra arrepentido en absoluto: impulsará su reforma laboral neoliberal de un solo golpe (y su subsiguientes e inevitable reestructuración del estado de bienestar) para allanar el camino para el plan de Schäuble.
Macron fue elegido con total conocimiento del plan de Schäuble para Europa. Su contraplan era llegar a un acuerdo con la canciller Merkel: conseguir un mercado laboral francés “a la alemana” (que muchas corporaciones francesas abrazarían con ganas) a cambio de una “federación ligera” (incluyendo un pequeño presupuesto común, un 1% del PIB de la Eurozona, algunos eurobonos, financiación de algunos proyectos de inversión federal y posiblemente un seguro de desempleo y depósito bancario).
DiEM25 criticó este acuerdo propuesto como un pacto faustiano: argumentamos que, aunque Macron alemanizara el trabajo francés, Merkel no otorgaría la “federación ligera”. Ella haría promesas solo para retirarlas más tarde. Pero incluso aunque lo hiciera, al fin y al cabo, preparaos, Macron habría desperdiciado todo su capital político para efectuar una federación ligera que sería macroeconómica y socialmente insignificante. Una vez que los ciudadanos se dieran cuenta, quedaría quemado.
Las cosas ya han demostrado ponerse mucho, mucho peores de lo que esperábamos. Merkel, Schäuble e incluso Schultz rechazaron la federación ligera de Macron sin pensárselo dos veces. ¡Adiós! En su lugar, proponen que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) debería ser transformado en un Fondo Monetario Europeo mejorado, es decir, un fondo de rescates (como el FMI) con una capacidad adicional de prestar dinero con el fin de alguna inversión y pagos de ayuda al desempleo.
Para algunos, esto sonaba bastante parecido a la idea de Macron: un fondo común para Estados miembros de la Eurozona para la inversión y las ayudas. ¡De eso nada! El MEDE tiene exactamente la misma estructura que… el Eurogrupo. ¡De hecho, sus gobernadores son los miembros del Eurogrupo! Además, por cada euro que paga a un país, lo hace bajo la condición de que sus gastos son revisados por la troika (que ellos llaman el Grupo de Trabajo del Euro) y viene con cadenas. Esto significa algo alarmante: para que Francia o Italia se beneficien de este MEDE-FME “reformado”, tendrán que estar sujetas a… la troika.
Conclusión 1: el plan de Schäuble, que siempre trató de llevar la troika a París y a Roma, sigue vivo y coleando. ¿Lo peor de todo? Nuestras fuentes nos informan de que los burócratas de los que se ha rodeado Macron le han convencido de que el MEDE-FME es una idea decente.
Conclusión 2: Macron está acabado. Ayer, miembros de DiEM25 lucharon en las calles de París, ¡y continuarán luchando por toda Europa! Nuestro New Deal Europeo debe ser nuestra arma discursiva y nuestros miembros, nuestros soldados.
Los trabajadores franceses tienen razón en protestar, puesto que comprenden que estas reformas se han mostrado devastadores en todos los lugares en que se han implementado; solo necesitan mirar a España para saber lo que está por venir: la institucionalización de la polarización en el mercado laboral, la debilitación de la posición del trabajo y el trabajo organizado, y la reducción de facto de las condiciones laborales, especialmente para los jóvenes,
Definitivamente, sin embargo, lo que necesita ser reconocido es que este continuo ejercicio de consentir a las grandes empresas al maximizar su rentabilidad a costa de empobrecer a los trabajadores y sustraerles sus derechos duramente ganados es solo una consecuencia del plan Schäuble para liberar a la UE de sus valores centrales y suprimir el deseo de democracia de su gente. Conquistar París con el aterrizaje de la troika en el Palacio del Elíseo es la clave para el éxito de este plan.
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