Un lobo con piel de cordero

Este es el primero de una serie de tres artículos en los que abordamos la complejidad de esta deriva de nuestra sociedad. Analizamos la situación y desgranamos nuestras propuestas. Artículo por Estevo Sánchez.
Segundo artículo: De arriba a abajo, y de abajo a arriba: propuestas para plantarle cara a los ultranacionalismos
Tercer artículo:
Una nueva Europa está a nuestro alcance: ¡hagámosla realidad!


El fascismo siempre parece algo muy antiguo, lejano en el tiempo. Todos creemos conocer sus efectos, detectar sus síntomas, entender sus orígenes. Es el tipo de situación que una sociedad moderna, avanzada, consciente de sí misma, jamás se creería capaz de repetir.

Aquellos que llevamos tiempo señalando las obvias señales del renacimiento del patrioterismo más rancio, de la xenofobia interiorizada en las sociedades occidentales, de la aporofobia más vergonzosa, del sexismo y discriminación más sangrantes, hemos sido tildados de exagerados y alarmistas.
Pero la historia nos dice que siempre hay alguien dispuesto a volver a jugar con fuego.

Por supuesto que no nos veremos de repente con nadie exigiendo levantar campos de exterminio, ni exigiendo anexionar otros países, ni marcar a los diferentes con estrellas ni quemando locales judíos (o de inmigrantes, homosexuales, comunistas…).
Pero sí que es cierto que existen señales unívocas de que la tormenta se está gestando.
Son pequeños detalles, que de forma individual pueden parecer hasta lógicos o aceptables, pero que sumándose unos sobre los otros, acaban pudriendo las redes que nos unen.

Lo cierto es que, una vez más, Europa está siendo arrastrada al abismo de la división y el enfrentamiento. La retórica antiinmigración es sólo el ejemplo más reciente de cómo las fuerzas fascistas se hacen fuertes. La intolerancia se extiende. El odio es cada vez más fuerte, la violencia más cotidiana. El desprecio hacia el otro, hacia el extranjero, se fomenta y se transforma en argumento aceptado. Se clama por caudillos que reconduzcan una sociedad decadente. La corrupción campa a sus anchas socavando los pilares más básicos del estado. La democracia se erosiona. Los derechos humanos pasan a ser una mera sombra del pasado. Los logros sociales y los derechos conseguidos con gran esfuerzo se ven amenazados. Libertad y paz han dejado de ser valores que se dan por descontado. Mujeres, inmigrantes, homosexuales, negros, ponen en peligro la sociedad.

¿Cómo ha podido ocurrir? A buen seguro habrá algún culpable. Pero lo cierto es que todos y cada uno lo somos en mayor o menor medida. Para que las fuerzas que buscan destruir nuestra sociedad abierta triunfen, sólo es necesario que los demás no hagamos nada.

El fascismo es el último estadio del capitalismo en descomposición. En cierta medida es su hijo bastardo, el vástago no deseado de la indecente desigualdad que cada vez es más obvia. Unos con tanto y otros con tan poco. Hemos de corregir la injusta distribución de riqueza, sí, pero no destruyendo al diferente, sino rompiendo las estructuras que favorecen el expolio de la riqueza a manos de unos pocos.

Es el momento de alzarse y poner freno a este sinsentido antes de que sea demasiado tarde. Y, por si te lo estás preguntando, los últimos resultados electorales y encuestas, desde Suecia a Brasil, muestran de forma cruda que ningún país del mundo está libre de culpa.

En Madrid hace tiempo que venimos sufriéndolo, con fascistas electos como concejales en el cinturón de la capital, ataques de grupos organizados en las calles u okupas fascistas ofreciendo refugio y comida “sólo para españoles”.
Están organizándose movimientos y plataformas de las que formamos parte, como la Unión Contra el Fascismo y el Racismo de Madrid y el Henares. Nuestro apoyo sin fisuras, pues sabemos que sólo superaremos esta crisis todos unidos.

El próximo sábado, 13 de octubre, decenas de ciudades en Europa, como Madrid, verán movilizaciones ciudadanas simultáneas en su seno, gritando al unísono por una sociedad solidaria, y no dividida ni enfrentada, una sociedad europea que no separe, ni discrimine, ni busque chivos expiatorios ni expulse. DiEM25 estará también allí. ¡Búscanos! ¡Únete!

Estevo Sánchez es coordinador de Operaciones y Eventos de DiEM25 España.

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