How to revitalise progressive politics in Brexit Britain

Cómo revitalizar la política progresista en el Reino Unido del brexit

A continuación, el discurso que Yanis pronunció en el evento de DiEM25 y Another Europe is Possible en el LSE el 8 de octubre de 2016.

Antes del referéndum, DiEM25, nuestro Movimiento Democracia en Europa, y Another Europe is Possible, unimos fuerzas para defender la postura “DENTRO de la UE, pero CONTRA esta UE”. En reuniones en ateneos, en las calles, en la radio y la televisión, en entrevistas y artículos en periódicos, atravesamos el país para convencer a la gente de Gran Bretaña de que otra Europa es posible.
¡Fracasamos! El 23 de junio, la gente de Gran Bretaña opinó que otra Europa no es posible. Apoyados e incitados por una campaña oficial de permanencia que no fue respetuosa con las personas, con la verdad y ni siquiera con la aritmética, el brexit ganó.
Ahora, la pregunta es: ¿cómo puede revigorizarse la política progresista en la Gran Bretaña postbrexit? ¿Cómo podemos salvar las ventajas genuinas que la por otra parte problemática UE ha otorgado a la gente de este país y de todo Estado miembro? ¿Cómo podemos prevenir de esta hoguera de derechos a los estándares medioambientales, estándares laborales, por no mencionar la libertad de las cicatrices sobre la faz del planeta también conocidas como vallas fronterizas? En primer lugar, necesitamos entender al electorado y el alcance de nuestro fracaso:
A unas personas que anhelaban el cambio instantáneo y una paliza al statu quo les ofrecimos una política digna: DENTRO y EN CONTRA. Una política para la que, de todas maneras, tendríamos que haber estado en el gobierno el 24 de junio para poder implementar. Salvo porque no estábamos ni cerca del gobierno. Por tanto, si la permanencia hubiera ganado, como nosotros recomendábamos, no hubiéramos estado en Downing Street con la mayoría parlamentaria necesaria para enfrentarnos a Bruselas desde dentro tal y como proponíamos.
De este modo, una victoria de la permanencia sería molienda del molino de los David Camerons, los Tony Blairs, el FMI, el Banco Central Europeo, el Grupo Bilderberg, puesto que sería interpretada por el establishment como una licencia para continuar con su “que todo siga como siempre”, justo aquello a lo que los votantes más se oponían.
¿Quiere decir esto que nos equivocamos al oponernos al brexit? Por supuesto que no. Pero quiere decir que no fue estúpido por parte de los votantes que ansiaban el cambio darnos la espalda. La lección es sencilla: a menos que apoyemos nuestras visiones sobre Europa con una ola que atraviese el país y vea implementada estas visiones desde las alturas de mando de Downing Street número 10, la gente seguirá acudiendo a aquellos que ofrecen el cambio realista AHORA. Incluso cuando se trata de un cambio erróneo.
Desde una perspectiva mucho más arquimedesca, nuestro fracaso evidencia el fracaso de las fuerzas progresistas en general a la hora de abordar la ira antiestablishment causada por dos simples hechos:

  • Desde hace cuarenta años, el 80% de la gente ha sido perjudicada el 95% del tiempo a manos del 20% más privilegiado
  • Desde hace treinta años, el 30% de la gente está siendo tratada como personas descartadas cuyas opiniones no importan, exprimidas de toda influencia por la tiranía del movedizo votante medio.

¿Queréis saber por qué ganó el brexit? Las estadísticas del gobierno del Reino Unido revelan que, en un periodo de 13 años, el votante británico medio sufrió una caída de ingresos reales tras tener en cuenta los costes de la vivienda. Parafraseando a Bill Clinton: “¡Es la austeridad, estúpido!”
“La miseria depara extraños compañeros de cama”. No es casual que esta sea una cita de La tempestad. Nuestra tempestad, hoy en día, toma la forma de una agitación política que el mundo no había presenciado desde la década de 1930. Una Gran Depresión está agarrando ambos lados del Atlántico, prendiendo nuevas fuerzas políticas que han estado durmientes desde los años 30. Os traigo noticias: igual que no hay un gobierno en el Reino Unido que pueda contener el cambio climático por sí solo, ningún gobierno del Reino Unido puede abordar la Gran Deflación que alimenta el Gran Descontento.
Es por esto que la pasión está volviendo a la política, pero no de la manera que esperábamos. La pasión ahora se alimenta del miedo, para generar odio, sobre todo al “otro”, al “extranjero” que se convierte en el representante de las fuerzas económicas ocultas que condenan a masas de personas al montón de los descartados, obreros demasiado costosos y demasiado endeudados para ser deseados por los empleadores o los banqueros.
Antes del referéndum, nos horrorizamos cuando compañeros progresistas apoyaron el brexit con la esperanza de que dividiría a los conservadores y permitiría a la izquierda reconectar con una clase obrera mesmerizada por las sirenas de UKIP. Les advertimos de su disparate.

  • Les advertimos de que los conservadores, los luchadores de clase por antonomasia, a diferencia de los laboristas, nunca se dividirían. Puesto que saben cómo recuperar la unidad de las garras de la división priorizando los servicios que han de ofrecer a su clase: la clase dirigente. (Si los laboristas pudieran hacer lo mismo, ¿acaso no sería un mundo maravilloso?)
  • Les advertimos del espejismo de que fuera posible ganar una guerra de pujas contra los aislacionistas de derechas, ofreciendo una versión light de la fobia a la inmigración.

Nuestro mundo se ve configurado hoy en día por un nuevo choque político monumental, no solo en Gran Bretaña sino en la Europa continental y América. Por un lado, está la troika global del neoliberalismo, la financiarización y la globalización, representada por gente como David Cameron, Hillary Clinton, el triángulo Bruselas-Frankfurt-Berlín. Por el otro lado, está la emergente Internacional Nacionalista, de los brexiters de derechas, Donald Trump, Le Pen, los fascistas austríacos, el húngaro Orban, la lista es interminable.
El problema con este choque es que es tan real como confuso. El brexit demostró que es real. Pero también es confuso porque el Establishment Global y la Internacional Nacionalista son cómplices, no enemigos, como ilustró la fácil conversión de Theresa May al hard brexit. Se alimentan el uno del otro. Se refuerzan el uno al otro. Al fin y al cabo, ambos son reflejos de nuestra Gran Deflación, de la profunda crisis del capitalismo y de nuestro entorno que se profundiza a medida que se desarrolla esta falsa oposición.
Para acabar con esta falsa oposición, que está envenenando a nuestro planeta y arrastrado a nuestra gente, necesitamos una Internacional Progresista. Es esta Internacional Progresista que DiEM25 está construyendo por toda Europa, basada en la simple idea de que nuestros mayores retos podrán con nosotros a menos que sobrepasemos las fronteras y los partidos políticos existentes.
Pero permitid que vuelva por un momento al referéndum. ¿Cómo deben responder los internacionalistas progresistas?
Nuestra primera tarea es reafirmar en nuestras mentes y corazones que teníamos razón al argumentar contra el brexit. A estas alturas, se está evidenciando que el verso final de “Hotel California” era certero: hacer el papeleo de salida era fácil. Salir es un auténtico caos absoluto. Las paradojas se amontonan: ¿los libremercadistas realmente creen que es coherente y creíble decir a los europeos continentales que “Gran Bretaña está abierta al negocio, pero ya no sois bienvenidos a venir aquí”?
Nuestra segunda tarea es prevenir el gran error de alienar a aquellos que votaron por el brexit: el equilibrio fue puntillado por aquellos que ansiaban el cambio del que fuimos incapaces de convencerles que podríamos llevar a cabo. Así que, en vez de menospreciarles, debemos aceptar la responsabilidad de nuestro fracaso a la hora de convencerles de que podíamos ganar poder para implementar una agenda económica y política internacionalista progresista para un Reino Unido dentro de la UE.
Nuestra tercera tarea es producir una hoja de ruta para el brexit que respete nuestra agenda democrática y nuestro Internacionalismo Progresista. Aunque entiendo por qué algunos de vosotros habéis estado pensando, y hablando, sobre un segundo referéndum, me arriesgaré a decir que es un error colosal. Cuando los votantes irlandeses rechazaron el Tratado de Lisboa en 2008, la UE les forzó a volver a votar hasta que obtuvieron el resultado “acertado”. ¿Queremos alienar a la gente de Gran Bretaña proponiendo algo similar? ¿Especialmente en un momento en que la estampida hacia un hard brexit está ganando ritmo? ¿Realmente queremos ser los últimos discípulos de Owen Smith?
Esto es lo que propongo: (1) Exigir que Theresa May active el Artículo 50 hoy mismo, iniciando el proceso de escisión de dos años de forma inmediata. (2) Anunciar ahora que Londres, durante estos dos años de negociaciones, buscará un acuerdo al estilo del de Noruega para el mandato parlamentario completo que empieza tras el final del periodo de dos años. (3) Comprometerse a un debate completo, en el Parlamento y entre la sociedad británica, durante este mandato parlamentario sobre qué acuerdos futuros quiere la gente de Gran Bretaña.
De esta forma deberíamos tener un periodo de siete años de: (1) certidumbre para el negocio y para aquellos cuyas vidas abarcan el Reino Unido y el continente, (2) al menos un Parlamento completo que cuente con el tiempo y espacio de debatir el tipo de vínculos que Gran Bretaña quiere con el resto de Europa y el mundo, (3) respeto de forma simultánea a los votantes que optaron por salir de la Unión y a los votantes espantados del pequeño círculo de  privilegiados que eligen entre infinitas variedades del brexit.
Esta propuesta ofrece a los progresistas en este país un periodo de siete años durante el cual podemos tener éxito en conseguir lo que no logramos en junio: demostrar a la buena gente de Gran Bretaña que no necesitan conformase con el mal cambio supervisado por el tipo de gobierno equivocado, reaccionario y aislacionista que tenemos ahora. Un buen gobierno en el Reino Unido es una expectativa realista que abre el camino hacia vínculos fuertes con una Europa mejor.
Amigos,
El brexit es un mero síntoma de una Europa en desintegración que provoca que la derecha xenófoba se alce en todas partes. Se están levantando nuevas vallas electrificadas en todas partes. La llama de la esperanza está temblando en el frío viento de un nacionalismo avivado por la austeridad paneuropea. No podemos luchar contra este viento a menos que evoquemos el antiguo adagio: ¡Juntos resistimos, divididos caemos!
Hoy, nuestras organizaciones, DiEM25 y Another Europe is Possible, están dando pasos decisivos en esa dirección. Estamos aquí para discutir si unimos fuerzas. Me gratifica la encuesta interna de los miembros de AEIP a favor de esta unión y me alegra informar de que esta unión entusiasma a miles de miembros de DiEM25 desde Irlanda hasta Turquía y desde Finlandia hasta Portugal. ¡Juntos, nuestro futuro es resistir! Por eso estamos hoy aquí.
Desde su formación el 9 de febrero en Berlín, DiEM25 está haciendo en todo país europeo lo que Another Europe is Possible hizo en el Reino Unido en el camino hacia el referéndum: forjar una alianza de progresistas favorables a dar lugar a una ola de democracia por toda Europa. Es natural que las dos organizaciones se unan.
El referéndum ha sido un guantazo en nuestras caras. Los votantes nos miraron a los ojos y nos dijeron: “No, colega, no creemos lo que dices de que otra Europa es posible”. La única manera de hacerles cambiar de opinión es demostrándoles que otra Gran Bretaña, la Gran Bretaña que ellos quieren, solo es posible si otra Europa es posible. Y explicarles, de forma convincente, cómo se puede crear exactamente esta nueva Europa. Esto quiere decir que Another Europe is Possible, tanto la organización como el eslogan, deben extender sus alas con el poder que solo un movimiento paneuropeo puede darles.
DiEM25 es ese movimiento. Ya que rechazamos ser una confederación de organizaciones o secciones nacionales. Demostramos nuestra falta de respeto hacia las fronteras atravesándolas. Algunos de vosotros, según entiendo, que deseáis mantener vuestra estructura organizativa y legal basada en el Reino Unido. Lo respetamos. Sin embargo, recordad lo que escribió Winston Churchill: “Estamos con Europa, pero no en ella”, “Estamos vinculados, pero no formamos parte”. Bueno, DiEM25 os lo implora: no seáis churchillescos. Debemos demostrar a la gente de Gran Bretaña cómo podemos trabajar juntos en un movimiento paneuropeo transnacional que no respeta frontera alguna. Formando parte, no solo vinculados. Si no demostramos que otra Europa es posible abandonando nuestra organización basada en la nación, ¿quién lo hará?
Pero vale ya de palabras. Unamos fuerzas. Demostrémonos a nosotros mismos que, cuando hay tanto en juego, el curso de la política progresista, a diferencia del auténtico amor, puede ser suave. No hay tiempo que perder. Tenemos un continente que ganar. Por el bien de tanta gente abandonada.

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