Europa y el espectro de la democracia

Michel Feher entrevistó a Yanis Varoufakis antes de la inauguración de DiEM25. La entrevista apareció por primera vez en “Near Futures Online” en la edición de marzo de 2016.

EXPECTATIVAS OSCURAS


MF: Me gustaría empezar con un par de preguntas sobre Grecia y la relación entre Grecia y sus acreedores en el gobierno de Syriza II (el segundo gobierno de Alexis Tsipras). La primera pregunta concierne a la relación entre Syriza II y el FMI. Tras lo que podríamos llamar la rendición del gobierno griego, y pese al referéndum del 5 de julio, el FMI pareció aliviar su postura en ciertos asuntos. Ahora que Grecia se había rendido a los términos del “memorándum”, los representantes de la institución situada en Washington concedieron: “tenemos que admitir que la deuda griega es, de hecho, insostenible”, lo que implica que cierta medida de alivio es necesaria. El ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, así como el presidente del Banco Central Alemán y otros miembros radicales del club de acreedores se opusieron inmediatamente a la idea de un “recorte”, por modesto que fuera. Mientras que el distanciamiento entre la aproximación más notablemente conciliadora del FMI y la postura intransigente epitomizada por Schäuble no disminuyó en los meses posteriores, Alexis Tsipras ha intentado, hasta ahora sin éxito, excluir al FMI del grupo de instituciones involucradas en la implementación del tercer “memorándum de entendimiento”. ¿Cómo explicas el intento del primer ministro griego para librarse del actor institucional que parece el más inclinado a replantearse el hecho de que la deuda de Grecia necesita ser parcialmente retirada?
YV: En primer lugar, empecemos por afirmar el hecho, el hecho histórico, de que no hay novedades en cuanto a esto. El FMI ha estado repitiendo, correctamente, que la deuda es insostenible desde 2011, 2012. Hubo incluso un tiempo, cuando Christine Lagarde en 2012, 2013, propuso al gobierno griego de por aquel entonces, el gobierno derechista/PASOK, formar una alianza entre Atenas y Washington D. C., el FMI, en el Eurogrupo, para llevar a cabo un alivio de deuda. Entonces, el gobierno griego lo rechazó, eligiendo en vez de eso permanecer fiel a Berlín. Así que lo que acabas de describir es una repetición y continuación de este patrón. La explicación de Alexis Tsipras, el primer ministro griego, si le plantearas esta pregunta, sería que el FMI sigue haciendo ruido sobre la importancia del alivio de la deuda pero que solo se refiere a la deuda contraída con los europeos. Os contará que el FMI nunca consideraría el alivio de deuda hacia la parte de deuda que pertenece al FMI. Así que solo plantea la idea de un recorte al dinero de otros, pero no de sus propios préstamos a Grecia.
Además, y aún más importante, el FMI, te diría él, establece condiciones crueles y horripilantes en el ámbito de las relaciones laborales y recortes de pensiones. Alexis Tsipras siempre ha mantenido esta postura, incluso mientras yo estaba en el gabinete. Esta no era mi perspectiva, era la suya, yo era ambivalente sobre si nos conviene más deshacernos del FMI, puesto que el ruido del FMI sobre el alivio de la deuda es insustancial e hipócrita, y no ayuda nada. Él creía que, para conseguir un mejor equilibrio entre políticas sociales en cuanto al mercado laboral, las pensiones y el alivio de deuda, era mejor intentar tratar directamente con los funcionarios europeos. Yo soy de los que opinan que es un error, porque tener el apoyo del FMI es instrumental para el gobierno federal en Berlín. Este aparente contraste entre Washington D. C., Frankfurt, Bruselas y Berlín es un juego al que Atenas no debería jugar. El FMI permanecerá en el programa, posiblemente sin prestar más dinero, ya que es absolutamente esencial para Angela Merkel que parezca que cuenta con el apoyo del FMI a ojos del gobierno federal.
La rendición, como decías, fue devastadora por una razón: nosotros, el gobierno de Grecia, no usamos las divisiones internas del FMI para obtener de la troika un acuerdo en que el alivio de deuda y las restricciones de deuda fueran en primer lugar y por delante de cualquier otro asunto. Una vez que se efectuó la rendición, creo que todo este juego en cuanto a si el FMI debe ser parte del programa o no, no está aquí ni allí. Está más allá de la cuestión.
MF: Mi segunda pregunta trata sobre el nexo formado por las consecuencias de un tercer memorándum impuesto a Grecia y la evolución de las políticas de inmigración europeas. Empezando el 30 de agosto de 2015, se ha producido este cambio destacable en la política oficial del gobierno alemán sobre los refugiados: especialmente los de Siria. Tú escribiste sobre ello, enfatizando el contraste entre la naturaleza de principios de la postura de la canciller alemana en el contexto de la entrada de solicitantes de asilo y su actitud hacia Grecia unos meses antes. Aunque Alemania había sido más acogedora de facto que sus compañeros europeos (con la excepción de Suecia), lo que destacaba en el discurso de Angela Merkel del 30 de agosto fue lo que dijo, primero, de que acoger refugiados era un deber moral y, segundo, que Alemania y Europa en conjunto lo podían afrontar. Esta fue posiblemente la parte más destacable de su declaración, ya que, hasta entonces, los gobiernos europeos siempre habían justificado su política de inhospitalidad declarando que no podían afrontar la entrada de todos. Ahora, tras el shock inicial producido por el repentino giro de Angela Merkel, los gobiernos francés y británico así como los representantes de las instituciones europeas (y miembros prominentes del partido y gobierno de la propia canciller) se apresuraron a oponerse a la llamada a una Wilkommenskultur: aunque fueron cuidadosos de distanciarse de los posturas abiertamente xenófobas de los líderes de la Europa central y del este, procuraron imponer una “vía intermedia” por la cual la UE podría ser más acogedora hacia los refugiados certificados pero al mismo tiempo, mostrar aún más dureza que antes con los migrantes económicos. Para distinguir entre “buenos” y “malos” extranjeros, los funcionarios de la UE decidieron introducir los llamados “puntos calientes” por las fronteras de Europa donde se produciría el proceso de selección. Bajo la guía del gobierno alemán, también buscaron firmar nuevos acuerdos con los países de “tránsito” (Turquía en particular) cuyos gobiernos recibirían amplia financiación europea para prevenir que las personas en busca de refugio entraran al territorio de la UE.
Así que aquí es donde Grecia, de repente, se convierte en un jugador importante: como el principal punto de entrada para refugiados, se le concede el estado de país de tránsito interno. En otras palabras, las autoridades europeas, y el gobierno alemán en particular, quieren que su homólogo griego evite que los migrantes prosigan su camino hacia el norte de Europa. Así, en octubre y noviembre, hubo rumores en la prensa alemana de que Angela Merkel estaba a punto de ablandar su postura con respecto a la crisis de la deuda griega si, a cambio, el gobierno de Alexis Tsipras acordaba tanto retener a los refugiados en Grecia como aumentar el control de las fronteras del país. Sin embargo, lo que hemos oído en los últimos meses supone un cambio de la zanahoria por el palo, con lo que la Comisión Europea, apoyada por los gobiernos de varios Estados miembros, ahora amenaza a Grecia con un nuevo tipo de grexit (una salida del Área de Schengen, donde en principio el control interno de las fronteras europeas ha sido abolido) si su gobierno no hace mayores esfuerzos para proteger al resto de la Unión de los refugiados. ¿Qué opinas de esta nueva situación?
YV: Si coges estas tres palabras: “política”, “europea” y “refugiados” y las juntas, acabas con un chiste. No hay nada parecido a una “política europea de refugiados”. Del mismo modo que acabaría con una anécdota majestuosa si juntas “política”, “exterior” y “europea”. Lo que has descrito es prueba de ello. No hay ninguna política de refugiados europea. La política, por un lado, y el instrumento que la implemente, por el otro, que es una institución que supuestamente supervisa la protección de las fronteras comunes de la UE: ambas están hechas añicos.
La llegada de tantos refugiados (independientemente de las negociaciones griegas sobre el Memorándum de Entendimiento) coincide con la derrota de nuestro gobierno y la humillación del primer ministro griego y de todos mis compañeros que aceptaron la derrota y permanecieron en el gobierno. En ese momento, dije que la rendición fue una derrota para el gobierno de Atenas y una herida grave al espíritu de Europa. La idea de que puedes arrastrar a un país por el barro y humillarlo, forzando sobre su gobierno en quiebra un programa que todos saben que es inhumano, así como otro préstamo con condiciones que son totalmente imposibles de entender: todo ello expresa un espíritu europeo fragmentado. Déjame plantearte un pequeño ejemplo. La de idea de que cada empresa griega (ya sean empresas unipersonales, conglomerados o una corporación) debe pagar por adelantado todos sus impuestos corporativos del 2016 en los últimos dos meses de 2015 es una idea que basta mencionar para comprender que se le está imponiendo a un país para hundir y humillar a su gobierno. Desde el momento en que una entidad como la troika impone un tratado tan humillante a un Estado para provocar un resultado electoral que les convenga más (ya sea en España, Portugal, Irlanda…) te das cuenta de que el espíritu mismo de la Unión Europea ha sido aplastado, roto, desmenuzado. Una vez que el espíritu de la UE ha sido destrozado, ¿cómo esperas una aproximación común, humana, racional e ilustrada al problema de los refugiados? Una vez que el espíritu de la Unión ha recibido un golpe tan duro, todo el mundo piensa sobre su estrategia en términos de evitar su contribución a la causa común y todo el mundo adopta una actitud celosa, una actitud de “sí, pero no en mi casa”. Todo el mundo intenta evitar su responsabilidad respecto a los refugiados, respecto a cualquier problema común.
Angela Merkel respondió magníficamente en ese momento. No sé por qué, y no me importa. No me sorprendería si el terrible efecto sobre la imagen alemana de cómo su gobierno había tratado con el nuestro tenía algo que ver. A Angela Merkel le pueden acusar de muchas cosas, pero no se le puede acusar de no ser una política astuta que comprende los efectos que diferentes situaciones tienen sobre la imagen de Alemania y su propia imagen como canciller de Alemania. Pero insisto en que estoy encantado de que tomara esta magnífica decisión, fuera cual fuera su propósito y motivación.
Por supuesto, una vez que el gobierno griego había sido humillado y el espíritu de la Unión aplastado, esta magnífica decisión no recibió el apoyo de una Unión Europea fragmentada. Así que se encontró en el ojo de la tormenta. Se encontró recibiendo los dardos y flechas de un montón de ultranacionalistas, antirefugiados, abiertamente racistas o incluso relatos que rozaban el racismo o criptorracistas contra ella y su decisión de abrir las fronteras a los refugiados sirios. En consecuencia, tuvo que echar marcha atrás y hacer un montaje, un típico montaje de la UE. Parte de ese montaje es lo que describías antes: pensar en términos de fronteras y “zonas de búfer”; la idea de reconstituir fronteras dentro de Europa, a lo que contribuyeron los terribles sucesos de París; la idea de crear un muro entre la Unión Europea y Turquía, con una zona de búfer del otro lado del muro, que podría serle comprada al presidente turco Erdoğan por 2-2,5 mil millones de euros; y la idea de tener otra zona de búfer del otro lado en Grecia, con Frontex u otra versión de Frontex interpretando el papel de control de fronteras, que tomaría el control de la frontera griega con Turquía de manos de las autoridades griegas. Cuando las autoridades griegas se resistieron a este plan, basándose en el hecho de que no tenemos una verdadera federación, y que no tenemos una patrulla federal de control fronterizo como los Estados Unidos, de pronto el gobierno griego fue tratado amenazadoramente como lo había sido unos pocos meses antes con la reforma de la deuda. Igual que nos habían amenazado con el grexit, el gobierno de Tsipras fue amenazado con la salida de Schengen.
Esto es lo que sucede cuando una crisis económica, que fue inevitable y creada por el mal diseño de un área de divisa común, se convierte en una crisis política, cultural y de legitimidad de la propia constitución de Europa: en el análisis final, se convierte en una crisis de la democracia europea.
MF: Sin embargo, siendo prácticos, ¿no crees que, mientras la presión sobre Angela Merkel va en aumento, el gobierno griego podría conseguir un mayor alivio? Siendo cínico, la canciller finalmente cede a las exigencias mayoritarias y adopta una línea dura, al menos con respecto al control de las fronteras exteriores europeas (que parecen ser la tendencia, especialmente desde los sucesos de Colonia en la víspera de Año Nuevo), ¿no le convendría ayudar a Grecia para que cumpla su papel de “zona de búfer” en el borde de Europa?
YV: No creo que el poder de negociación del gobierno griego haya aumentado debido a estas situaciones. Esto se debe a que solo puedes aumentar algo si no ese algo no equivale a cero. Si es cero, y lo multiplicas por el factor que quieras, seguirá siendo cero. El poder de negociación de Grecia es cero. Y es cero debido a la rendición al Memorándum de Entendimiento que rechacé firmar y votar en agosto. En la primera página de este documento hay una frase, “la frase asesina”, como yo la llamo. Esta dice, creo que literalmente, que las autoridades griegas se comprometen a estar de acuerdo con todas las instituciones. ¡Punto! La implicación es que, incluso aunque no estés de acuerdo, están comprometidos con estas instituciones. Cualquier tratado entre tú y yo, donde yo me comprometa a estar de acuerdo contigo y tú no te comprometes a estar de acuerdo conmigo, supone una rendición efectiva de mis derechos inalienables. Es la transformación de mi persona en un esclavo. Una vez que has hecho eso, ya no te queda ningún poder de negociación.
Grecia siempre ha sido importante. Era importante antes de julio y agosto. Si echas un breve vistazo al mapa de Europa (Rusia, Ucrania, Turquía, pero también con respecto al norte de África, Libia y demás) te das cuenta de lo que los americanos siempre han comprendido desde que intervinieron en la Guerra Civil Griega en 1946. La posición geográfica de Grecia la convierte en un punto estratégico central. Este siempre ha sido el caso. El año pasado, cuando yo era ministro, estaba claro que los Estados Unidos, Berlín y Bruselas nos consideraban cruciales para los sucesos de geopolítica vis-à-vis con Rusia, Ucrania, el ISIS, Libia, Egipto y la situación palestina. Solo empezaron a exprimirnos, con el cierre de los bancos y la amenaza del grexit, cuando supieron que nuestro bando estaba a punto de rendirse. Una vez que saben que te vas a rendir, no importa lo importante que seas, porque saben que ya te tienen. Por tanto, no creo que el poder de negociación ganado por el asunto de los refugiados vaya a suponer diferencia alguna, ya que dan por sentado que llevan la voz cantante en Grecia.
MF: Pasemos a las especulaciones sobre las condiciones bajo las cuales el estado crítico de la Unión Europea pueda evolucionar. Pasaremos a las oportunidades de un despertar democrático un poco más adelante, pero, primero, me gustaría saber tu perspectiva sobre una posible disrupción externa, por ejemplo, el considerable descenso de la economía china y su potencial efecto dominó. Es cierto que, con la posible excepción de Alemania, las economías europeas no son decisivamente dependientes de sus relaciones comerciales con China, al menos en este momento. Sin embargo, los efectos indirectos de una tasa de crecimiento persistentemente floja en China pueden tener consecuencias para Europa: las autoridades chinas pueden reaccionar al giro de su economía impulsando su industria exportadora en vez de centrarse en su mercado doméstico, reduciendo así las importaciones de los países desarrollados en general: Europa y Alemania en particular.
Ahora, debemos recordar que lo que permitió a los países “de superávit” del norte de Europa a imponer programas de austeridad perennes a sus compañeros deficitarios del sur fue, de hecho, que las industrias exportadoras del norte se dirigían principalmente a mercados no europeos (como los Estados Unidos, pero también China y las otras economías emergentes) lo que significa que ya no necesitaban mantener a las poblaciones del sur de Europa como consumidores solventes. Así que la pregunta es, ¿si se pierde a China, y tal vez a otras economías emergentes, como sucursal segura para su industria exportadora podría sugerir a las autoridades alemanas, y a sus compañeros proausteridad en la Eurozona, que ha llegado la hora de devolver a la gente de Grecia, España, Italia y Portugal los medios de comprar bienes alemanes?
YV: ¡Eso me pregunto yo! En 2013, estaba reescribiendo y editando un libro que escribí en 2011 titulado El Minotauro global, que era mi teoría de la crisis global de 2008 y 2009. Escribí exactamente esta historia que me acabas de contar en el capítulo final del libro. Lo que había afirmado efectivamente en el esbozo original de 2011 fue que (en la situación inmediatamente posterior de la implosión del sector de las grandes finanzas, que empezó con Bear Stearns, Northern Rock y Lehman Brothers en 2007 y 2008) las autoridades chinas, con mucha astucia, comprendieron lo que estaba sucediendo. En estado de pánico, decidieron que era imperativo mantener las tasas de crecimiento doméstico a un nivel que mantuviera la economía social estable y que mantuviera las olas migratorias dentro de China desde el interior al litoral. Al hacerlo, esperaban que (en base a construir burbujas de construcción mediante operaciones inmobiliarias que fueran financiadas mediante la inflación de precios de los activos) esto proporcionaría crédito a la economía y se convertiría por tanto en una especie de aumento de la inversión que compensaría el descenso de los ingresos por exportaciones. Al hacer esto, pensaban que estaban comprando tiempo. Sabían que tenían estos cinco o seis años para hacer esto, y esperaban que en estos cinco o seis años, América y Europa actuarían en consonancia y aumentarían el nivel de demanda agregada global para prevenir que las burbujas chinas explotaran. Ni América ni Europa se sumaron a la fiesta, y la burbuja china empezó a deflacionar. Las autoridades chinas han sido muy hábiles en prevenir que la deflación suponga una explosión total pero no pueden detenerla: ni siquiera están intentado que la marea vuelva.
Mientras finalizaba ese libro en 2013, planteé esta misma pregunta que me acabas de plantear. Es una gran pregunta. Alemania redirigió sus exportaciones netas desde la periferia de Europa a China: no a otras economías emergentes, sino a China como también a las economías que China mantiene a flote. Escribí que esto no iba a durar porque la burbuja china, que fue una burbuja intencionada, no podía ser otra cosa y por tanto iba a deflacionar. Lentamente, deprisa o medianamente rápido: iba a suceder. Y ahora ha sucedido. Además, tienes al resto de las economías emergentes y China juntas, que hoy en día se ven caracterizadas por un nivel de endeudamiento del sector privado que es mayor que el de América y Europa antes del colapso de 2008. Eso dice todo sobre lo que les viene encima. Incluso aunque no tengas catástrofes como la de Lehman Brothers en China, este nivel de deuda del sector privado es tal que lleva a una conclusión simple: no vamos a tener una inversión que siga creciendo, no en el mercado emergente y ciertamente no en Europa ni los Estados Unidos. Simplemente, no vamos a ser capaces de imaginar una situación en la que Alemania pueda continuar esa tendencia de empobrecer al vecino para mantener el crecimiento de sus exportaciones netas e ignorar al resto de la Eurozona.
¿Significa eso que el sentido común va a entrarles a martillazos en la cabeza a las personas a cargo del Ministerio de Finanzas de Alemania? ¿O significa que esa negación va a mantenerse mediante un mayor autoritarismo en la Unión Europea? Podría ser cualquiera de las dos. En el primer caso, si prevalece un mínimo de sentido común, habrá una mayor apertura a la idea de crear las circunstancias de un “New Deal” para Europa mediante, por ejemplo, la energización del Banco de Inversiones Europeo para que genere una inversión que permita que se expanda el crecimiento. Entonces habría esperanza. Pero mucho me temo que la negación está a la orden del día, como lo ha sido en los último cinco o seis años. En este escenario, Alemania se volvería más deflacionaria y el resto de Europa descendería a una depresión aún más profunda.
Si tienes en cuenta todo lo que hemos comentado antes (sobre refugiados, sobre política exterior, sobre los problemas geopolíticos que se nos plantean) y añades a la mezcla las situaciones de deflación y depresión, incrementadas por lo que está sucediendo en China, entonces compones una imagen que se vuelve cada vez más oscura.

CUANDO EL CORTOPLACISMO SE PROLONGA


MF: Durante casi tres décadas, la izquierda europea ha intentado asegurarse a sí misma que el giro neoliberal iniciado por Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en los Estados Unidos sería una pesadilla pasajera: las políticas neoliberales causan tanto caos social, según esa lógica, y las teorías económicas en las que se fundamentan son tan estúpidas, que la gente seguramente se alzará contra sus impulsores, ya sea en las urnas o en las calles. Sin embargo, el tipo de cortoplacismo que da nombre al juego neoliberal ha demostrado que no era necesariamente a corto plazo, incluso ante la mayor crisis financiera y la Gran Recesión que esta provocó. Así, más recientemente, la izquierda europea ha pasado de anunciar con confianza el fin inminente de la era neoliberal a advertir de que, a menos que las élites gobernantes cambien de actitud, se aproximará un fascismo resurgente: con el aspecto del Frente Nacional francés, el UKIP británico, PEGIDA y AFD en Alemania, y por supuesto, Amanecer Dorado en Grecia. Estos partidos de extrema derecha pueden llegar al poder, pero también puede darse el caso de que el miedo generado por esa posibilidad permita a las élites neoliberales cortoplacistas seguir en su lugar, aunque no sin implantar gradualmente grandes secciones del programa de la extrema derecha. Las recientes elecciones regionales en Francia suponen una buena ilustración de esta última posibilidad: aunque estuvo a punto de ganar la presidencia en algunas regiones, el partido de Marine Le Pen acabó por no ganar en ninguna. Aun así, las reformas de la Constitución que el presidente socialista francés ahora promueve son tomadas en buena medida del programa del Frente Nacional. Así, esto significa que el reto al que nos enfrentamos no solo involucra la victoria electoral de los partidos populistas de derechas, sino el desmantelamiento de nuestra ya dañada democracia a manos de las personas familiares y aparentemente razonables que hoy en día están al cargo.
YV: ¡Una observación espectacularmente válido! Permite que te ponga un ejemplo. En la primavera del 2012, cuando el partido neonazi Amanecer Dorado estaba emergiendo de la nada en Grecia, para pronto ocupar su lugar en el Parlamento Griego, aunque irrumpieron en el poder sin estar nada cerca de llegar al gobierno. En el invierno de 2012, un Ministro de Salud del Partido Socialista, junto con otro, miembro del Partido Socialista, el Ministro de Orden Pública (la policía), se confabularon para arrestar a las mujeres en las calles de Atenas. La razón que argumentaron era que las mujeres suponían un riesgo para la salud pública bajo el pretexto de que estaban operando como prostitutas infectadas por el virus VIH. Las cogieron al azar de la calle, las metieron en celdas policiales, les hicieron la prueba del VIH por la fuerza y a aquellas que dieron positivo les tomaran fotografías y las subieron a internet. Ahora, no puedo imaginar qué clase de cosas aún peores habrían hecho los matones de Amanecer Dorado si estuvieran en el poder, especialmente dado que todo esto se presentó de una manera totalmente racista sin tapujo alguno. Las mujeres arrestadas fueron presentadas en la prensa como negras, rusas, ucranianas y, finalmente, como musulmanas. En ese momento, algunos nos levantamos y escribimos artículos ardientes, e incluso se hizo un precioso documental sobre el tema. La cuestión aquí es la misma que planteaste antes: los fascistas y los nazis no necesitan entrar a los edificios de los ministerios. Tienen el poder sin estar en el gobierno, mientras que los que están en el gobierno no tienen el poder. Este es el mayor peligro, el mayor miedo, y la mayor amenaza a la que nos enfrentamos. Creo que esto que hemos vivido ha sido un estado intermedio. En cierto sentido, esto ha sido preparado a escondidas, y sin ningún tipo de diseño o plan central, para el momento en que digamos, bueno, tenemos a los policías nazis, pues que manden los nazis, o que no importe que Marine Le Pen sea presidenta, aunque sus policías sean controlados por el Partido Socialista.
Mi mayor miedo es que Marine Le Pen aparentará ser una opción decente como presidenta porque, cuanto menos, ella tiene algo que decir sobre las incongruencias y la irracionalidad de Europa, mientras que el presidente Hollande no. Él está permitiendo, en cierto sentido, introducir una agenda de ultraderecha para evitar perder votantes por Le Pen. Lo hace sin tener la fuerza argumental que Le Pen tiene respecto a la inconsistencia de la situación monetaria bajo la que sufre la economía social francesa.
MF: Pasemos a un asunto un poco más esperanzador. Desde tu dimisión del primer gobierno de Syriza el pasado julio, has estado viajando y dirigiéndote a muchas audiencias de toda Europa. Me gustaría saber tu opinión sobre el espíritu con que te has encontrado en los países que has visitado. Tras la decisión de Alexis Tsipras de rendirse a los dictados de los acreedores griegos, había un miedo comprensible, por toda Europa, de que la resistencia fracasada de Syriza tendría un efecto depresivo devastador en los diferentes movimientos, y en general para la gente, que buscan cambiar el curso de la política europea. Y, de hecho, eso pareció, en un principio, como si la estrella de Podemos en España (que había sido el aliado más fuerte de Syriza) se estuviera desvaneciendo (pese a que el joven partido no lo hizo mal en las elecciones generales de diciembre). En Gran Bretaña, sin embargo, tan solo un par de meses después de la rendición de Syriza, Jeremy Corbyn se alzó de forma inesperada al liderazgo del Partido Laborista. Más recientemente, las elecciones legislativas en Portugal supusieron un nuevo tipo de alianza entre el partido socialista, el llamado Bloque de Izquierdas, los comunistas y los verdes. ¿Cuál es tu análisis de los sentimientos tras el 12 de julio en los movimientos antiausteridad y los electores por toda Europa? Empecemos con Gran Bretaña, donde has estado mucho tiempo.
YV: Permíteme comenzar diciendo que cuando éramos candidatos al gobierno hace un año, justo antes de las elecciones del 25 de enero de 2015, nuestro eslogan era: “Desafiamos a la austeridad en Grecia para cambiar Europa”. Desafiamos a la austeridad sin éxito, fuimos derrotados y nos rendimos en julio. Nuestro fracaso proyectó una oscura sombra sobre mucha gente por toda Europa, incluso sobre gente de centroderecha que esperaba que lo que estábamos haciendo en Grecia iba a crear una nueva agenda, un nuevo diálogo, una nueva posibilidad para la Unión Europea. Nuestra derrota tuvo este efecto deprimente sobre mucha gente. Así que lo primero que intenté hacer, tras mi dimisión, fue conectar con tantos europeos como pudiera para asegurarme de que dicha depresión no tuviera lugar. Reconocimos que perdimos la batalla. Fue una batalla importante, y la dejamos de lado. Ahora seguimos adelante y planteando la batalla en muchos nuevos frentes. El principal frente es ahora todo el continente europeo, no solo la Eurozona. Y aquí es donde entre Gran Bretaña.
Empecé mis viajes en Francia, Alemania y muchos otros lugares, donde me dirigí a una gran diversidad de audiencias: no todos eran de izquierdas, incluyendo (incluso hace unos pocos días) un puñado de banqueros y financieros. La buena noticia es (y este es el segmento de nuestra entrevista que es más evangélico) que la vasta mayoría de las personas que vinieron a hablar conmigo o a escucharme no lo hicieron para mostrar solidaridad con los griegos. Vinieron con una corazonada, una sensación de implicación, sobre el efecto que el aplastamiento del gobierno griego tendría sobre ellos, sobre su sociedad, su estado de bienestar, sus pensiones, su hospital local, sus escuelas locales y sobre la capacidad de sus comunidades para tomar decisiones pertinentes a sus propias vidas. Esa fue una gran fuente de satisfacción, alegría y esperanza para mí. Bien pronto tuve la idea y el escenario en mente: como europeos, o albergamos esa sensación que realmente nos une y nos permite redefinir la identidad europea en base a una resistencia común; o, mediante el terrible falso dilema según el cual, si no aceptamos a los poderes establecidos en Bruselas y sus políticas catastróficas, debemos aceptar el relato del grexit y la fragmentación, en cuyo caso, efectivamente retrocediendo al caparazón del Estado nación.
Podemos albergar el espíritu de preocupación por la localidad junto a la preocupación por la globalidad de Europa para crear una alternativa. Podemos permanecer en Europa para desafiar a los procesos e instituciones altamente antidemocráticos de la Unión Europea, y podemos rescatar a Europa y la Unión Europea de ellos. Siento el destello de esta posibilidad a todos los lugares de Europa donde voy. No hay garantías ni seguridades, pero hay suficiente esperanza para excitarme, para hacerme despertar por la mañana y hacer que dedique todas mis energías a este fin.
El referéndum que el gobierno conservador ha convocado en Gran Bretaña es una oportunidad espléndida para que toda Europa redefina su identidad. La mayoría de británicos se oponen a Bruselas. O les gusta que les mande una burocracia irresponsable en la Unión Europea. Al mismo tiempo, son muy evasivos sobre abandonar lo malo conocido para ir al reino de lo desconocido y entrar en los mares del Atlántico y distanciarse del continente sin un destino claro. Así que es importante para aquellos de nosotros que creemos en destrozar y oponernos a la falsa polarización, entre la eurolealtad (ser fiel a Bruselas y Frankfurt) y los procesos de fragmentación de la Unión Europea, para juntarnos con las fuerzas del progreso y la mejoría. Es importante forjar una alianza común y un mandato común para disputar la Unión Europea y arrebatarla de las fuerzas desagradables que menosprecian la democracia y que nos llevan a una crisis económica, que solo refuerza el autoritarismo y las tendencias antidemocráticas de Bruselas. Creo que el referéndum que tendrá lugar en Gran Bretaña (no sabemos exactamente cuándo) será una oportunidad maravillosa para un nuevo movimiento que contemple la democratización de la Unión Europea como su mayor prioridad; un movimiento que reúne partes de la Eurozona y partes de la Unión Europea que no están en la Eurozona; un movimiento que quiere que Europa se haga fuerte mediante la democratización y mediante la confrontación con los poderes establecidos actuales.
MF: ¿Crees que el nuevo liderazgo del Partido Laborista comparte tu perspectiva y sensación sobre este tema?
YV: Absolutamente. Creo que entienden muy bien que es esencial para el Partido Laborista concretar un tercer camino: ni la aceptación ciega de lo que Bruselas es hoy y cómo opera (cosa que algunas “blairistas” no tienen problemas en ignorar, o como algunos, más bien pocos, conservadores como Kenneth Clarke tienen la tendencia de adoptar); ni la aceptación del euroescepticismo de muchos conservadores así como algunos pocos sectores del Partido Laborista, que parecen creer que Gran Bretaña no necesita a la Unión Europea. El liderazgo del Partido Laborista comprende que necesitan crear una tercera alternativa radical que diga algo bien simple: queremos ser parte de la Unión Europea para luchar contra Bruselas, y para luchar contra el profundo menosprecio que Bruselas siente hacia los procesos democráticos. Comprenden esto a la vez que saben que una salida de la Unión Europea no va a llevar a Gran Bretaña por el camino del socialismo, sino hacia un tipo de aislacionismo, un “pequeño inglesismo”, que la haría más vulnerable a los espantosos tratados comerciales como el TTIP, y hacia la pérdida de soberanía mediante acuerdos de libre comercio.
MF: Pasemos ahora a España, donde parece que hay, no exactamente una brecha, pero sí un debate entre dos estrategias dentro de la izquierda antiausteridad.
En un bando del debate está Podemos, o más precisamente el liderazgo de Podemos, cuya prioridad es construir un partido capaz de ganar las elecciones a nivel general. en un principio, como señalaste con frecuencia, Syriza en Grecia y Podemos en España surgieron casi al mismo tiempo y como rayos de esperanza gemelos para aquellos que querían que Europa se distanciara de la austeridad perenne y la democracia cada vez más reducida. De hecho, por su parte, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, ha permanecido leal a Alexis Tsipras, de Syriza. Aunque tal vez con menos entusiasmo que antes, Iglesias ha mantenido su solidaridad con Syriza incluso después de que Tsipras firmara el tercer Memorándum de Entendimiento el pasado julio, pese al riesgo de enfriar levemente la esperanza de cambio radical que se supone que representa Podemos.
Por el otro bando de este debate en España, está la llamada aproximación de confluencia representada por Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, que también es popular en Valencia, Galicia y otros lugares. Sus partidarios defienden una alianza horizontal entre distintos movimientos sociales (algunos centrados en los desahucios, otros en la industria del turismo, otros en la privatización de servicios públicos, etc.) y los representantes de los partidos políticos con tendencias de izquierda. En vez de dar prioridad a las elecciones nacionales, se centran principalmente en el nivel local (municipal y hasta cierto punto regional) como el trampolín adecuado parta construir un movimiento transeuropeo.
¿Cuál es tu visión sobre este debate estratégico, especialmente en vista de las elecciones de diciembre, donde los proponentes de la estrategia de confluencia jugaron un papel importante en los resultados relativamente buenos de Podemos?
YV: Las recientes elecciones españolas presentaron un resultado magnífico principalmente porque pusieron fin a la tóxica narrativa del éxito de la austeridad. Está claro que la gente española rechazó la narrativa de que la austeridad funcionó y que España era un ejemplo brillante de cómo las políticas de la troika, si son adoptadas con entusiasmo por las élites locales, funcionarán. Las políticas de la troika no funcionaron, y así lo dijo la gente española. La segunda razón por la que fue una experiencia destacable para mí es debido a la confluencia, como decías. Pienso en las formas en que la variedad de movimientos sociales (como la barcelonesa Ada Colau, que has mencionado, así como sus colegas y compañeros) se levantaron señalando al turismo depredador y a los embargos de viviendas por parte de un sector bancario que había sido rescatado por los contribuyentes más débiles. En base a eso, pasaron de cero a tener el control y el poder de combate en la gran ciudad de Barcelona. Es un gran rayo de esperanza para todos nosotros. La capacidad de las ciudades de crear políticas progresistas vuela a la vista de los fracasos de la izquierda en los últimos cien años.
Nuestro movimiento paneuropeo para impulsar y juntar a los europeos (sea lo que acabe siendo al final) debe ser impulsado desde las ciudades para adoptar los métodos, la narrativa, el espíritu y el ímpetu de estos movimientos. Nuestro movimiento ha de adoptar dichos métodos y narrativas para crear el potencial de reconstituir las dinámicas de la política progresista europea. Estoy contento de que Podemos haya adoptado esta línea e incluido estos movimientos.
Dicho esto, estoy convencido de que, pese a todos los incentivos y motivaciones correctos, cualquier partido progresista como Podemos se equivoca cuando sus líderes piensan que podemos detener el proceso de degeneración de la Unión Europea mediante el proceso electoral al nivel del Estado nación. Lo mejor que puede esperar un partido político como Podemos es la participación en algún tipo de gobierno de coalición como el de Portugal. Si nosotros, los opositores al tercer Memorándum de la troika, tuviéramos que organizar un partido político, lo mejor que podrían imaginar que sucediera será algún tipo de coalición con Syriza II, como decías. ¡Pero todas estas coaliciones solo se producirían bajo las condiciones de aceptar las normas del Eurogrupo! Estas son las normas de la troika; son las normas de un juego que ha sido amañado para garantizar que todos estos mandatos de movimientos progresistas son aplastados antes de tener la oportunidad de encontrar una expresión a nivel de la política nacional.
Por eso creo que lo que sucedió en Barcelona y Valencia, lo que está sucediendo en las calles de muchas ciudades y pueblos, lo que está sucediendo en Grecia, en Dinamarca, en Gran Bretaña, etcétera: todos estos sucesos solo encontrarán una expresión que no traicione a su ideología inicial e ímpetu si somos capaces de cohesionarnos al nivel de Europa y ejercer presión en todas partes simultáneamente.
MF: Lo que acabas de decir parece querer decir que, mientras que los experimentos locales pueden prosperar, hay un auténtico punto muerto a nivel del Estado nación. Dicho crudamente, quiere decir que lo mejor a lo que Podemos puede aspirar es a negociar una coalición como la que ahora gobierna en Portugal, con la expectativa de transformarse pronto en algo similar a Syriza II.
YV: ¡Mira Portugal! En Portugal, el presidente de la república puso una condición explícita a la formación del gobierno de coalición de izquierda; tenían que aceptar los compromisos con el Eurogrupo y las normas del Eurogrupo. ¡Es alucinante! Puede darse el caso de que aceptes las normas, pero que, al mismo tiempo, tengas una política de ir al Eurogrupo y exigir que las normas sean cambiadas. De hecho, imagina esto: ¡que un parlamento nacional se comprometa a no cambiar nunca la constitución y a no promulgar nuevas piezas de legislación que contradigan las antiguas! ¿Cuál es la cuestión? Pues que en este caso ya no necesitaría un parlamento. Así que cualquier partido de la izquierda que acepte las normas y que se comprometa a no desafiarlas legalmente no tiene razón para existir y no puede afectar al cambio mediante la política nacional. Para entender la audacia, la fuerza y el valor de ir en contra de estas prescripciones del presidente de la República de Portugal, el Partido Socialista de Portugal y los partidos de izquierda de toda la periferia necesitarían tener el apoyo de europeos de mentalidad similar por toda la Eurozona y la Unión Europa. Si tuviéramos un movimiento de ese tipo, que presionara efectivamente al gobierno de Austria mediante el parlamento nacional de Austria (o los de otros países, ya sea Eslovaquia, Francia o Alemania) para poner fin a la presión de un nuevo gobierno en Portugal para retirar esta norma sobre no desafiar las normas, entonces habría una posibilidad de que incluso el Partido Socialista de Portugal pudiera hallar el coraje necesario para no condenarse al ostracismo político.
MF: Mientras el movimiento transeuropeo en el que pones tus esperanzas (y, como veremos, tu energía) se encuentra en su proceso de construcción, ¿en qué situación quedan los partidos de la izquierda cuyos representantes o han ganado las elecciones o compiten actualmente en las elecciones nacionales? ¿Qué posibilidades les quedan a los partidos gobernantes como el de Portugal? ¿Cómo deberían prepararse los partidos auntiausteridad, como el Sinn Féin, para las próximas elecciones e Irlanda? ¿Qué tipo de “kit de supervivencia”, si es que lo hay, está disponible para un gobierno decidido a evitar la suerte de Syriza I?
YV: Depende del país y del estado de sus finanzas y de su sistema bancario. Cuando más débiles son el sistema bancario y las finanzas del Estado, más fácil será para Bruselas, Frankfurt y Berlín desactivar cualquier tipo de resistencia por parte de un recién elegido gobierno progresista en Irlanda o España. Las respuestas habrán hacerse a medida según cada Estado miembro. El factor más importante es precisamente lo que comentaba antes: ayudar a crear un sentido de la solidaridad entre los progresistas de la UE, lo que permitiría a los partidos progresistas en los Estados miembros encontrar el valor para atreverse a pensar en la pregunta que planteabas. Esa es la primera cuestión: ayudarles a ser valientes. Segundo, una vez que se haya conseguido, necesitas maximizar tu capacidad como gobierno para deshacerte de las amenazas, y en particular la amenaza de cierres bancarios. La amenaza de cierres bancarios es con lo que nos acorralaron (a Syriza I), empezando un pánico bancario, un pánico en los bancos griegos, antes de que fuéramos elegidos, cosa que aceleraron mediante el rumor de que el Banco Central no iba a respaldar a los bancos griegos. En algún momento, mientras esta profecía que se cumplía estaba provocando un sangrado de los depósitos, dijeron “ah, esto es lo que os pasa por no negociar adecuadamente”, y entonces cerraron nuestros bancos, forzando al primer ministro a elegir entre la rendición o el cese por completo del sistema de pago bancario.
Déjame darte una respuesta práctica y breve a tu pregunta de “¿cuál es el kit de supervivencia?” En otras palabras: ¿cómo apuntalas tu poder de negociación? Tienes que digitalizar tu sistema de pagos. Cuando los bancos cerraron en Grecia el 3 de junio, el 85% de los pensionistas ni siquiera tenían tarjetas de débito para comprar en las tiendas o para sacar los 60 euros que el gobierno les permitía extraer de sus cajeros automáticos. Esto, por supuesto, supuso una catástrofe humanitaria; es decir, cuando el 85% de los pensionistas, las personas mayores, no tiene acceso al mecanismo de pago. Si toda transacción fuera digitalizada, la amenaza de cierres bancarios habría sido mucho menor, y por tanto los grados de libertad para el gobierno griego serían mucho mayores. Estas son cuestiones técnicas, pero es importante tenerlas presentes puesto que el Banco Central y los poderes establecidos los tienen presentes. Temo que es importante que tengamos defensas en mente que estén basadas en esa misma lógica.
MF: ¿Estas defensas representarían tan solo medidas de emergencia, una forma de conseguir algo más de tiempo?
YF: No necesariamente. No creo que haya ningún problema con un sistema de pago digitalizado. Estonia es el único país que conozco que ha digitalizado completamente sus transacciones, y en realidad es algo genial. El Banco de Inglaterra lo ha sugerido para Inglaterra. En cierto sentido, es como van las cosas, y podríamos llegar a ello muy pronto. Ayuda a vencer a la evasión fiscal completa y absolutamente, e incluso nos permite no tener que recurrir a la expansión cuantitativa, sino plantear tasas de interés negativas para estimular la economía. El sistema digitalizado presenta muchos beneficios, y uno de ellos es reducir el poder del Banco Central Europeo de chantajear a un gobierno reacio de un Estado miembro.
MF: ¿Una medida como esa podría, por ejemplo, ayudar a fortalecer la posición de negociación de un país pequeño como Portugal?
YV: ¡Por supuesto! Porque los cierres bancarios suponen una crisis humanitaria, y Frankfurt tiene la capacidad de cerrar bancos; entonces tu poder de negociación es mucho menor.

EL MOVIMIENTO DEMOCRACIA EN EUROPA 2025


MF: Pasemos ahora al movimiento democrático transeuropeo del que no solo hablas, sino que estás esforzándote por construir. Su nombre es Movimiento Democracia en Europa, o DiEM; se encuentra en construcción y será presentado oficialmente, nada menos que en Berlín, el 9 de febrero de 2016. ¿Cuál sería el modo de operación de un movimiento transeuropeo como DiEM? Si lo entiendo correctamente, no será ni un partido político ni simplemente un lobby; aunque enfatizas que se centra en una única cuestión, la democratización de las instituciones europeas. Esto quiere decir que su propósito no es ganar votos (que es de lo que tratan los partidos) ni limitarse a influenciar a las élites gobernantes (lo que hacen los lobbies). Y DiEM tampoco es un sindicato, cuyo objetivo sería negociar mejores condiciones políticas con los representantes de las instituciones europeas. Así que, ¿cómo imaginas los modos de operación de este movimiento? ¿Cómo imaginas que DiEM ejercerá el tipo de presión que podría ser útil, por ejemplo, para un gobierno enfrentado a las exigencias, y al poder, del Banco Central Europeo y el Eurogrupo?
YV: La lección número uno que aprendí durante mis cinco o seis meses en las negociaciones a nivel de la Unión Europea, el Eurogrupo, etc., es que la vieja manera de hacer política en Europa está kaput, acabada. La vieja manera era: montamos un partido, una organización, un movimiento en un país y trabajamos muy duro para crear un manifiesto, un programa electoral, o promesas de lo que vamos a hacer si nuestros compatriotas, en Alemania, Francia o Grecia, nos dan los votos para entrar en el gobierno. Una vez elegidos, aprendemos cómo usar los instrumentos del gobierno del Estado miembro para llevar a cabo este mandato. Solo entonces, como reflexión posterior, una vez que hemos hecho todo el trabajo, una vez que estamos en el gobierno, o al menos tenemos un porcentaje substancial en el parlamento nacional, solo entonces intentemos buscar aliados con partidos de mentalidad similar en Europa.
Esto tiende a ser endeble. Bien pronto, y particularmente a nivel de Bruselas y el Parlamento Europeo, degenera en una farsa. Si es cierto que las organizaciones políticas basadas en el Estado nación han fracasado en conectar con Europa, en crear una conversación que lleve al consenso y en unir a los diversos movimientos y partidos en una fuerza digna de consideración que se enfrente a la troika y a los prestamistas que están dirigiendo el Eurogrupo en este momento, ¿entonces cuál es la alternativa? La alternativa es invertir la pirámide. En vez de empezar al nivel del Estado nación y forjar una alianza endeble y quebradiza, ¿qué tal si empezamos un movimiento por toda Europa sobre la base de un manifiesto bien claro que nos una? ¿Qué tal un movimiento con unas ideas bien simples de lo que queremos hacer como europeos? Para comenzar esta conversación, empezaremos en Berlín y la llevaremos a otras ciudades. Cualquiera que respete y se preocupe por estos elementos, sin tener en cuenta la afiliación política o ideología, puede unirse y participar. Si esta conversación progresa, será dialécticamente creativa y, como resultado de esta conversación, producirá un consenso que hallará una expresión electoral en diferentes Estados miembros. La expresión puede tomar diferentes formas en diferentes países en función de las circunstancias. Así que DiEM, el Movimiento Democracia en Europa, puede competir en las elecciones como partido en algunos países; en otros países puede establecer colaboración con partidos existentes, o puede prestar su apoyo efectivo a partidos. Eso no es decisión mía; ni tuya ni de nadie en DiEM: la cuestión es que esto debe evolucionar orgánicamente.
DiEM es un movimiento. No es un partido, no es un sindicato, no es un think tank ni una conferencia. Es un levantamiento: un levantamiento de demócratas europeos que se movilizan juntos para tomar el control, para devolver el demos a la democracia a nivel europeo, e infectar con democracia a todo el mundo en la UE. Es un proyecto totalmente utópico, y tiene muchas probabilidades de fracasar. Pero es la única alternativa a la terrible distopía a las que nos enfrentamos si no hacemos nada en absoluto.
 
MF: Sigamos con el asunto del modus operandi de DiEM. A mí me parece que uno de los principales problemas a los que se enfrentan los movimientos sociales es uno de “ocupación” (tomando la palabra prestada de las incitativas “occupy” de 2011), aunque ya no tanto de espacio, plazas, parques, sino de tiempo. Las actividades de las organizaciones tradicionales como partidos políticos y sindicatos, se dirigen a momentos “puntuales”: elecciones, huelgas, manifestaciones callejeras, etc. Mientras que estas manifestaciones de la voluntad popular pueden tener una influencia en la creación de políticas, por definición, solo pueden ocurrir ocasionalmente: la gente vota una vez cada pocos años. Los mercados financieros, por otro lado, y en particular los tenedores de bonos que son los árbitros definitivos del atractivo de un país, votan cada nanosegundo. El tiempo en el que operan es “continuo”, y esto dice mucho sobre por qué los gobiernos dan prioridad a la voluntad de los inversores que financian sus presupuestos sobre las exigencias de su electorado. En este contexto, yo diría que uno de los mayores retos para un movimiento como DiEM sería encontrar la manera de ocupar tiempo e intervenir “continuamente” para poder competir con los inversores para los “corazones y mentes” de las agencias de gobierno. ¿No crees?
YV: Estás planteando una cuestión que ha sido de importancia central para la democracia liberal desde, al menos, principios del siglo XIX. El triunfo constante de la esfera económica sobre la esfera política, y la manera en que esta ha estado canibalizando la esfera política, es un factor esencial de la evolución del capitalismo contemporáneo. Hay una relación depredadora entre las esferas económica y política. La población de depredadores que son excesivamente exitosos en comerse a su presa en algún momento se mueren de hambre y sus cifras se reducen; la presa volverá a crecer, y el equilibrio continúa. Esta es más o menos la relación entre el sector financiero, o el sector económico más generalmente, y el sector político. El capital financiero en particular tiene la capacidad de abrirse camino en el espacio político y arrebatar su poder. Aun así, con el aumento de sus intrusiones y con la reducción del poder político, la esfera económica y financiera está desestabilizada. Esto se debe a que la economía necesita la política para estabilizarse. Y así la esfera política afirma parte de su capacidad de control sobre el capital, la esfera económica y financiera, como lo hizo en la presidencia de Roosevelt, por ejemplo. Este proceso continúa; y no para nunca. Nada nuevo en este sentido.
En el caso de la UE, puesto que se estabilizó como cártel en la década de 1950, y, a fecha de hoy, no opera como un Estado normal, tenemos una congruencia y una paradoja muy interesantes. Lo expresaré en términos personales. Cuando converso con banqueros en Europa, incluso aunque soy menospreciado como un izquierdista, un chiflado de la izquierda radical, y todo eso, normalmente hallo un acuerdo general sobre lo que digo. Están muy preocupados. Ven una fuente de irracionalidad en Bruselas. La irracionalidad de Bruselas podría haberles resultado útil cuando fueron rescatados, pero aun así no confían en que el régimen actual de la UE cree circunstancias amenas a sus empresas financieras y bancos. Así que no creo que la gran amenaza a un proceso de democratización en Europa provenga de los banqueros. Proviene de la propia burocracia de la Unión Europea y el régimen político que se centra en ella.

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